Puerto Negro | María Inés Krimer, reconocida escritora argentina de novela negra: “La aparición de más autoras ha complejizado el género”
La autora de la saga de la detective Ruth Epelbaum y Marcia Meyer visita Chile para participar en la “Semana de la novela negra: Puerto Negro” de la Universidad Andrés Bello, que se realizará entre el 20 y el 22 de octubre y donde dictará la conferencia “El género negro en la Argentina: una mirada feminista”. En este contexto comparte su mirada sobre la novela policial y las nuevas voces femeninas que se alzan.
La abogada María Inés Krimer es una destacada escritora argentina de novelas policiales, cuya vocación la ha llevado a dedicarse exclusivamente a la literatura, especialmente en un género que capturó su interés desde la infancia.
“Me formé en el género negro leyendo las novelas que mi padre traía de una biblioteca pública. Cuando decidí incursionar de manera semi profesional, hará ya unos 15 años, volví a leer a los maestros y comprobé que mi entusiasmo por Chandler, Hammett, Mccoy y Thomson se mantenía intacto, pero a la vez me preguntaba cómo posicionarme yo –mujer, argentina y de provincia–dentro de un género tan abiertamente machista y con personajes femeninos tan poco atractivos”, asegura la autora de la saga de la detective Ruth Epelbaum y jurado de “Puerto Negro”, el primer concurso de novela negra organizado por la Universidad Andrés Bello (UNAB).
La próxima semana estará en Chile para participar en la “Semana de la novela negra: Puerto Negro” de la UNAB, que se realizará entre el 20 y el 22 de octubre en la Sede Viña del Mar y que también será transmitido vía streaming. En el encuentro presentará su conferencia “El género negro en la Argentina: una mirada feminista”, donde repasa la lucha femenina, que fue también la suya, para posicionarse en un género que califica como “machista”. En esta entrevista, comparte un poco de su historia como novelista.
¿Cómo ha cambiado la escena de la novela para las mujeres desde que empezaste a escribir y en qué aspectos se muestra ese cambio?
Pensemos que desde Poe y el policial deductivo, la mujer ha sido siempre víctima, ya en el período del género negro, con Chandler, en todas sus novelas las mujeres son asesinas, tanto en un caso como en otro, antípodas no muy recomendables.
Lo más interesante que está pasando en estos últimos años, y que lo puedo comprobar a través de tantas colegas que están incursionando en el género negro, son las nuevas voces que las autoras han aportado al género. Esto lo vuelve más rico, más interesante. Voces que están apareciendo precisamente en todos los festivales a los que concurro desde el Gran Gijón en España, y en varios festivales latinoamericanos y argentinos. Hoy son cada vez más las mujeres que están incursionando en el género.
¿Cómo ha incidido todo este contexto en aquellas mujeres que han decidido iniciarse en este género?
La relación con los maestros siempre ha sido de características patriarcales y esto viene desde la noche de los tiempos, pensemos en la relación de Abelardo con Eloísa o de Hannah Arendt con Heidegger. Hay un ensayo muy interesante de Cynthia Ozick sobre Henry James, diciendo que ella quería ser Henry James y al final lo termino odiando.
Pongo estos ejemplos para demostrar la incidencia del patriarcado dentro del género negro o lo hago extensivo al género negro, realmente creo que los maestros han marcado una determinada perspectiva, sin embargo, en estos últimos años la aparición de más autoras ha complejizado el género, lo ha vuelto absolutamente más rico.
¿Qué ha implicado todo esto para las mujeres?
Otro punto para ampliar respecto a la reconstrucción del patriarcado, y es un tema que todavía no está saldado respecto de la relación de las mujeres con la escritura: el de las horas de trabajo que tenemos en el cuidado de familiares, hijos, del trabajo doméstico no remunerado y cómo eso juega un rol en relación con las horas que implica la escritura de una novela.
Todos los temas de la maternidad y de la subsistencia cotidiana creo que a las mujeres nos impactan de una manera desfavorable en relación con el trabajo de los hombres, pero eso es un tema genérico que sería muy interesante ampliar durante mi próxima exposición allá en Chile.
Considerando todo lo anterior, ¿Qué autoras destacarías?
Estoy pensando en voces como la argentina Claudia Piñeiro y su novela “Catedrales”, que trata específicamente del tema del aborto y que el año pasado ganó el Premio Hammett. Estoy pensando, por ejemplo, en la mexicana Cristina Rivera Garza con su novela “El invencible verano de Liliana” o Gabriela Cabezón Cámara con “Las aventuras de la China Iron”. Obras que pueden y no pueden ser encasilladas dentro del género, pero justamente ésa es la gran novedad que aportan las voces femeninas y cuando digo femeninas, incluyo a todo tipo de disidencias, y esa novedad es el cruce de registros y el cruce de géneros.
La crónica está ocupando un lugar muy interesante y hay excelentes cronistas mujeres, específicamente en la Argentina estoy pensando en Laila Guerreiro y otras periodistas más que están haciendo un aporte muy interesante para complejizar el género.
¿Qué diferencias observa en la novela negra escrita por hombres y mujeres?
En mis lecturas de la escritura de los hombres encuentro una violencia más explícita, y en la escritura de las mujeres me parece que esa violencia está más soterrada. Hay un trabajo muy interesante con los detalles que en literatura me parece como un valor fundamental. Aunque a veces pienso, y en esto sigo a la maestra, a la gran Patricia Highsmith, que cuando ella escribe no nos detenemos a pensar muy bien si es un hombre o una mujer, es literatura y está bien escrito.
Lo que me interesa fundamentalmente también destacar de Highsmith es el fabuloso trabajo de la tensión, o sea cómo va atrapando al lector de tal manera que a pesar de los años que tiene su escritura la sentimos fresca y absolutamente vivaz. Eso tiene que ver con el fabuloso trabajo de la tensión.
Las mujeres también nos ocupamos mucho del detalle, decía Carson Mc Cullers, es más interesante saber si el camisón de la muerta tenía florcitas que el nombre del asesino.