ORGULLO UNAB | Un médico que enfrentó el COVID en el fin del mundo
Con 27 años, Benjamín Álvarez, quien se tituló en la Escuela de Medicina de la U. Andrés Bello en 2018, trabaja en el Hospital Regional de Coyhaique, donde ha tenido que enfrentar extenuantes turnos y la incertidumbre del COVID-19 al sur del mundo. Esta es la historia de un Orgullo UNAB.
Benjamín Andrés Álvarez Herrera define el periodo de 3 años que está trabajando en Coyhaique simplemente como “desafiante”. Lleva tres inviernos a cuesta con temperaturas de menos 11 grados Celsius, enfrentó el momento más crítico de la pandemia por COVID-19 y a sus 27 años está a punto de tener su casa propia y aprontándose para su especialidad.
El Dr. Álvarez, titulado en 2018 de la Escuela de Medicina de la U. Andrés Bello, reconoce que estudió esta profesión porque “desde chico siempre me gustó el área de la ciencia y, a medida que crecía, me iba gustando el área de la salud. Primero, partiendo por Veterinaria, para ya decidirme por Medicina entre séptimo y octavo básico. Era la combinación perfecta entre ciencia y salud, además que sentía que se podía hacer algo por los demás”.
Cumplió su deseo, sin embargo, el destino lo llevaría a una de las zonas más extremas del país, al sur del mundo.
¿Cómo se generó la instancia de partir a trabajar a Coyhaique?
Llegué a la región a fines de marzo de 2019, siguiendo a mi pareja de ese entonces quien había conseguido trabajo aquí. Me vine sin conocer a nadie, sin haber estado nunca en esta región y solo con la esperanza de que en Coyhaique a los médicos nos es relativamente sencillo conseguir trabajo, siempre hacen falta. Comencé dejando currículum en el Servicio de Urgencias del Hospital Regional, donde sabía quería trabajar, y ahí quedó todo en un “te llamamos”. Como no me iba a quedar esperando, fui a uno de los consultorios, con intención de trabajar en el SAPU, cuando justo la directora (s) me dice que necesitaban desesperadamente cubrir una licencia por 3 semanas. Pasó el tiempo y cesante, nuevamente, volví a insistir en la Urgencia, esta vez con mejor suerte. El resto es historia ya que desde mayo de 2019 estoy en la misma urgencia.
«Llegué a un lugar donde no conocía a nadie, sin ninguna certeza de prácticamente nada. He tenido que aprender a adaptarme tanto a la vida dentro del hospital como fuera de ella, es una zona bastante extrema. Siempre descubriendo cosas nuevas, cosas tanto que me gustan como que no».
¿Dónde te desempeñas y cuál es tu labor?
Trabajo en el Hospital Regional de Coyhaique. Empecé y hasta ahora me mantengo en el Servicio de Urgencias, en un inicio haciendo turnos tanto en adulto como en pediatría, para luego solo hacer en el área de adultos. También estoy actualmente en la UTI 2, un servicio que nació este año dada la necesidad de aumentar las camas críticas producto del COVID-19, aquí se ven tanto pacientes que requieren cuidados de UTI (Unidad de Tratamiento Intermedio), como los de medicina interna fuera del horario hábil. No puedo dejar de mencionar también mi querida Unidad de Hospitalización Domiciliaria (UHD), de la que formé parte poco más de un año. Ahí se atienden pacientes que requieren hospitalización para tratamientos pero que, dadas las características de estos (administración de antibióticos, por ejemplo), pueden estar Hospitalizados en sus domicilios y son atendidos en estos.
¿Cómo podrías definir tu experiencia en esta zona del país?
¿En una palabra? Desafiante. Llegué a un lugar donde no conocía a nadie, sin ninguna certeza de prácticamente nada. He tenido que aprender a adaptarme tanto a la vida dentro del hospital como fuera de ella, es una zona bastante extrema. Siempre descubriendo cosas nuevas, cosas tanto que me gustan como que no.
¿Qué ha significado para ti la pandemia tanto en lo profesional?
En ambas partes ha sido bastante desgastador. En lo profesional desde el principio mucha incertidumbre ¿Cuándo llegará el COVID-19 a la región? ¿Cómo se manejan estos pacientes? ¿Son los EPP (Elementos de Protección Personal) que tenemos, suficientes o se nos agotarán como en otras partes? En un principio era difícil el cómo abordar la situación, desde antes de ver al paciente hasta después. No saber si te ibas a contagiar, el miedo a las complicaciones, el mayor trabajo al que nos vimos expuestos. Lo más complicado fue al principio en Hospitalización Domiciliaria, aún recuerdo la primera vez que atendimos a un paciente con COVID-19. Creo que ya había un protocolo para realizarlo, pero estaba en pañales, no probado, con algunos pasos que se escapaban de la realidad de ir a una casa que en la que no sabes que te vas a encontrar, cómo retirarse las EPP, etc. En un comienzo recuerdo, que nos dejaban fuera de nuestras casas al término de las visitas, tenía que entrar prácticamente desnudo y en invierno con hasta -11°C, dejar la ropa en la lavadora, meterme a la ducha y luego almorzar para volver al trabajo. Ya con el tiempo, uno fue ganando experiencia, nos dimos cuenta de que algunas cosas eran exageradas y se volvió ya parte de la rutina. Ahora ni recuerdo como era trabajar pre-pandemia, sobre todo, porque llevo más tiempo usando mascarilla 24/7 que no usándola. Hasta el día de hoy conozco caras nuevas de colegas con los que llevo trabajando meses cuando me salen sus fotos en Instagram y digo ¿Esa es la cara de X persona?
¿Y en lo personal?
En lo personal creo que fue donde más duro pegó. Ya ahora se ha podido volver de a poco a salir a comer o juntarse con alguien después de la pega, algo muy disfrutado antes. Siendo responsable y cuadrado como siempre, en un principio todo se convirtió en “un de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”. Solía viajar con relativa frecuencia a visitar a mi familia en Santiago antes de la pandemia. Luego pasó desde febrero de 2020 hasta octubre de 2020 antes de poder volver a verlos en persona. En fin, como todos, probablemente, nos hemos dado cuenta durante esta pandemia que hay que tratar de lograr un equilibrio entre cuidarse del virus y cuidar la propia salud mental, que bien dañada resultó para muchos de nosotros.
¿Qué es lo que más te gusta de Coyhaique y lo que se te ha hecho más complicado?
Por lejos lo que más me gusta es la calidad de vida. En Santiago recuerdo demorarme como hora y media en la ida al Hospital en la mañana y más o menos lo mismo a la vuelta. Cuando tenía la posibilidad de ir en auto si era más rápido en la mañana, por lo temprano que había que salir, pero a la vuelta nuevamente eran horas por los tacos. Aquí yo vivo fuera de la ciudad, y tengo que cruzar literalmente todo Coyhaique para llegar al hospital, demorándome solo 15 minutos desde que prendo hasta que apago el auto, eso es impagable. Lo que se me ha hecho más complicado es el tema de las pocas horas de luz en el invierno, empezando a amanecer recién a las 8 horas. y ya estando completamente de noche a las 17:15 hrs. en los peores momentos. A pesar de eso, este año ya me he ido acostumbrando más, siendo este ya mi tercer invierno acá.
«Extraño mucho el salir de casa sin mascarilla, pasear por ahí respirando libremente, aunque igual la mascarilla ayuda algo con la contaminación de acá en invierno, no lo niego, el juntarse con amigos hasta la hora que uno quiera y todas las demás cosas que se han visto mermadas en estos tiempos».
¿Cuáles son tus proyectos a corto plazo?
Actualmente, estoy en proceso de adquirir al fin mi casa propia, ya que me ha gustado tanto Coyhaique que planeo volver en algún momento una vez realizado la especialidad. De momento, estoy disfrutando mi trabajo, mi vida personal, las libertades que se están dando, siempre con cuidado, y poco a poco juntando puntos para una futura especialización.
¿Qué debería haber enseñado la pandemia a los chilenos?
Creo que la mayoría nos hemos dado cuenta lo importante que es el contacto humano para la salud mental, como aún viviendo en la era donde estamos “más cerca que nunca de los demás”, nos podemos sentir tan lejos, cómo un abrazo de un ser querido ayuda tanto. El valorar las cosas que antes dábamos por sentado y que han sido tan complicadas durante estos tiempos.
Si pudieras pedir un deseo ¿Qué pedirías?
Creo que es bastante obvio, que se termine pronto esta pandemia. Extraño mucho el salir de casa sin mascarilla, pasear por ahí respirando libremente, aunque igual la mascarilla ayuda algo con la contaminación de acá en invierno, no lo niego, el juntarse con amigos hasta la hora que uno quiera y todas las demás cosas que se han visto mermadas en estos tiempos.