ORGULLO UNAB | La desoladora reflexión de un kinesiólogo que no ha tenido respiro del COVID-19 en 10 meses
"Estaba en nuestras manos manejar esta segunda ola, pero ya es tarde”, reconoce Ignacio Silva, titulado en la Escuela de Kinesiología de la U. Andrés Bello. Hoy, este kinesiólogo, que no ha descansado en su lucha contra el COVID-19 en la Unidad de Cuidados Intensivos en el Hospital Carlos Van Buren de Valparaíso, analiza el actual escenario de la pandemia.
En el momento que todos hablan de una segunda ola de contagios del COVID-19, muchos trabajadores de la salud no han descansado desde que esta pandemia comenzó su azote en Chile, en marzo de 2020.
Tal es el caso de Ignacio Emilio Silva Rosenberg, viñamarino titulado en la Escuela de Kinesiología de la U. Andrés Bello en 2015 y trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos en el Hospital Carlos Van Buren de Valparaíso.
Sin embargo, ya son 10 meses los que no se ha despegado de la UCI Covid. Consultado sobre cómo definiría este periodo de pandemia, este kinesiólogo de 30 años no duda en definirlo como “Cansador. Han sido meses sin descanso. Meses con turnos extras, a veces hasta de 24 horas. Personalmente, siento que la vida social a ratos es un escape, después de un turno pesado o difícil, ir a comer o tomar algo con amigos era una actividad normal, y ahora obviamente no. Esas vías de escape hacen falta”, subraya el profesional.
Ignacio sabe que la tarea no parará, al contrario, la situación se está complicando. “Lo más desalentador de todo es que estamos viviendo lo mismo que hace 7 u 8 meses. Nuevamente, estamos llenando salas, ingresando paciente en estado muy grave a cualquier hora. Todos sabíamos que se venía la segunda ola, pero no cuán pronto o cuán fuerte. Todavía hay gente que no le toma el peso a esta enfermedad”, advierte.
«Lamentablemente, estamos viviendo todas las irresponsabilidades de la gente durante las fiestas de Navidad y de Fin de Año. Y siguen pasando cosas así, gente que viaja sin permiso o que no respeta medidas. Creo que estaba en nuestras manos manejar esta segunda ola, pero ya es tarde».
¿Cuáles han sido los momentos más críticos que has tenido que enfrentar en casos de COVID?
Siempre la muerte va a ser lo más crítico y difícil. Mucha gente ha definido el COVID-19 como una enfermedad muy sola. En verdad, es así. Los pacientes que, lamentablemente fallecen, lo hacen en plena soledad. También es muy fuerte ver pacientes ahogándose, es decir, cuando llegan a las unidades de cuidados intensivos para que los intuben, y conecten al ventilador mecánico, y mientras esperamos ese procedimiento, los apoyamos con oxígeno en grandes cantidades o con las cánulas nasales de alto flujo. Darse cuenta que no es suficiente y que no suple sus necesidades, es angustiante. Son pacientes que en verdad necesitan aire.
Por un momento, las cifras bajaron y, al parecer, muchos pensaron que esto se estaba terminando, pero ahora se viene una segunda ola. ¿Qué opinas de que esto se esté generando?
Lamentablemente estamos viviendo la segunda ola. Era algo que esperábamos. Pasó en Europa y no iba a pasar acá. El problema es que no esperábamos que fuera tan pronto. Lamentablemente, estamos viviendo todas las irresponsabilidades de la gente durante las fiestas de Navidad y de Fin de Año. Y siguen pasando cosas así, gente que viaja sin permiso o que no respeta medidas. Creo que estaba en nuestras manos manejar esta segunda ola, pero ya es tarde.
¿Qué opinas de las fiestas clandestinas, que los jóvenes no estén tomando en serio esta pandemia, que muchos no se cuiden?
Creo que las fiestas clandestinas, sean donde sean, son una irresponsabilidad gigante y no hay nada que discutir. Los jóvenes se sienten inmunes. Creen que no se van a contagiar, y que si lo hacen, no les va a pasar nada. Y sí, puede que así sea, que no les pase y que sean asintomáticos, pero pueden contagiar a mucha más personas, y hasta provocarle la muerte. Lamentablemente, la gente que más sufre con eso son los adultos y personas con comorbilidades como diabetes, hipertensión u obesidad. Si no lo hacen por ustedes, háganlo por el resto.
¿Te contagiaste con COVID? ¿Has tenido miedo?
Sí, el año pasado me contagié, pero fui asintomático. Me enteré un par de meses después cuando me tomé un examen de anticuerpos y me salieron valores asociados a haber tenido el virus. No he tenido miedo por mí, sino por mi familia, por mis viejos y abuela. Trato de cuidarlos harto dentro de lo que puedo, aconsejarlos y guiarlos en las dudas que tengan para evitar cualquier contagio, que para ellos podría ser más complicado.
«Creo que las fiestas clandestinas, sean donde sean, son una irresponsabilidad gigante y no hay nada que discutir. Los jóvenes se sienten inmunes».
¿En qué te ha cambiado la vida en lo profesional y personal esta pandemia?
Como te comenté, antes de la pandemia, yo ya trabajaba en cuidados intensivos, por lo que la pega sigue siendo igual de dura y cansadora. Seguimos viendo pacientes graves y hay ocasiones que nos enfrentamos a la muerte. Pero en este caso en particular, la pandemia ha pedido sacar lo mejor de nosotros, trabajando en equipo con todas las personas, desde el médico de turno, enfermería, paramédicos, auxiliares, guardias, secretarias, etc. Todos suman su granito de arena para ayudar en la recuperación de los pacientes gravemente enfermos. También ha ingresado mucha gente nueva para poder suplir las necesidades del servicio. Para darte un ejemplo, este hospital antes de la pandemia contaba con 14 camas críticas (de UCI). En el peor momento del año pasado, llegamos a tener como 32 camas críticas. En lo personal, también fue un desafío: Me fui de la casa para cuidar a mi familia, porque ellos no tenían por qué contagiarse. Ellos estaban siendo estrictos con las medidas de distanciamiento y cuarentena, y yo, claramente, era un factor de contagio. Ese distanciamiento afectó la vida social, compartir un almuerzo con tu familia.
¿Cuál es tu labor como kinesiólogo en la UCI COVID?
La labor del kinesiólogo en una unidad de cuidados intensivos es bien variada. En un comienzo, cuando los pacientes se encuentran en un estado de gravedad, principalmente nos ocupamos de los cuidados respiratorios y ventilación mecánica. A medida que las circunstancias y el paciente lo permitan, según su evolución, el área de la rehabilitación motora irá tomando mayor relevancia. Con un paciente más conectado y cooperador, podemos lograr mayores hitos. No deben ser limitaciones como que el paciente esté intubado y conectado a ventilación mecánica para realizar terapia motora y sentar un paciente al borde de la cama o en un sillón o silla de ruedas. Mientras antes se active el paciente y logre salir de la cama, menos días de ventilación mecánica y de hospitalización tendrá. Eso está demostrado en estudios de hace varios años.
¿Por qué elegiste estudiar Kinesiología?
Cuando estaba en el colegio, en tercero medio, tuve una lesión en uno de mis tobillos, por lo cual, después de usar la bota ortopédica, tuve que ir varios meses al kinesiólogo. Fue en ese momento, conversando sesión a sesión con la kinesióloga, que la carrera me llamó la atención y, posteriormente, fue mi única opción. Lo que más me gustó en ese momento, y lo sigue haciendo hasta el día de hoy, es la relación que uno forma con el paciente. Creo que somos los profesionales que más tiempo pasamos con ellos, ya que por sí, nuestras atenciones y sesiones duran mucho tiempo y logras entablar una relación y afecto con cada uno de los pacientes.
¿Cuáles son tus sueños a corto y mediano plazo tanto en lo profesional como en lo personal?
A corto plazo, en lo profesional, es seguir atendiendo a nuestros pacientes con la misma energía que el primer día. Olvidar los turnos extras o el cansancio del momento y dar lo mejor de nosotros. Esperar que logremos tener manejada esta pandemia y volver a una nueva normalidad. El hecho de estar metido en la salud, te obliga a estar estudiando continuamente. Una vez que se pueda, me gustaría seguir estudiando, pero en el extranjero. Hay que ir viendo cómo se dan las cosas. En los persona creo que es necesario tener un descanso, hasta el momento no se ha podido, pero espero que cada vez falte menos.