La Tercera| Hacia un acceso a la universidad amplio y diverso
El rector de la Universidad Andrés Bello, Julio Castro, compartió con La Tercera su lectura de los cambios en el sistema de selección, el último proceso de admisión y selección con la PTU; y el éxito de la UNAB como la universidad con el mayor número de postulaciones. La Tercera, 27 de enero de 2022.
Esta semana se dieron a conocer los resultados del proceso de postulación a las universidades a través del Sistema de Admisión, pocos días después de que el Ministerio de Educación informara la creación de la nueva Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) y la implementación de una serie de cambios al instrumento que comenzarán a regir a fines de este año.
Llevábamos muchos años exponiendo las debilidades de la emblemática PSU. Informes internacionales, estudios locales y la abrumadora evidencia respecto de los perjuicios para determinados segmentos del instrumento de medición que reemplazó a la PAA, eran parte de las discusiones que llegando fin de año se tomaban la agenda mediática y política. Finalmente se formó una comisión y se acordó -con apoyo transversal- crear un nuevo instrumento. Para ello, se dieron dos años de transición que terminaron este 2022.
Los anuncios realizados por el gobierno y el Demre, que nacieron de varias discusiones a las cuales se incorporaron distintas instituciones, van en la línea correcta. Se dio mayor preponderancia en la nueva PAES a las habilidades, las que miden el denominado “saber hacer”, aspecto que no diferencia entre grupos socioeconómicos y que fomenta así la reducción de las brechas, dando oportunidades a quienes tienen las habilidades pero que, por su colegio de origen, no todos los conocimientos requeridos para obtener buenos puntajes.
Aunque poco suficientes aún, la actual PDT ya reflejó una reducción de las brechas entre la educación científico-humanista y técnico profesional, al haber ajustado ciertos contenidos, lo que es un buen indicio.
Junto a los cambios anteriores, se anunció también la ampliación de la escala de puntajes (ahora de 100 a 1000) en la nueva PAES, lo que permitirá tener más exactitud en los resultados; se dividió la prueba de matemáticas en 2 y, además, lo que ya había sido anunciado, los estudiantes podrán rendir dos veces al año el nuevo test, lo que a mi juicio representa un enorme avance, quitándole a éstos la carga de tener que asegurar su futuro en solo una oportunidad.
Hoy quienes rinden la PAES podrán combinar puntajes y elegir los mejores de cada una de las instancias en las cuales rindieron la prueba.
Todo ello es un avance, también lo es que estos últimos años se haya dado mayor libertad a las instituciones para ponderar sus puntajes de ingreso acorde a la naturaleza de cada proyecto educativo y de cada carrera o programa. De esa manera, cada institución decide cuánto vale la PDT, las NEM y el ranking de notas para el ingreso a cada carrera.
Pero debemos ser responsables con los cambios. El proceso de admisión a las universidades es un proceso determinante en la vida de miles de jóvenes y sus familias, por lo que la rigurosidad de los análisis, los seguimientos acabados de los resultados e impactos serán tarea tanto de la nueva administración, como del Demre y de las propias universidades.
No podemos repetir errores del pasado y tardar años en corregir deficiencias de los instrumentos, ya que esas deficiencias afectan vidas y personas.
Para cerrar no puedo dejar de destacar los resultados obtenidos por la Universidad Andrés Bello, la que se consolida por más de una década como el plantel que recibe el mayor número de postulaciones totales, con 48.648 en el último proceso y con un aumento de 2,9% a nivel de los estudiantes totales que postularon al plantel.
Más allá de los números, ello refleja que las preferencias de los alumnos son muy amplias y que hoy proyectos pluralistas, de excelencia, laicos y diversos están siendo cada vez más valorados. Fomentemos esa diversidad en todo el sistema educativo y exijamos a cada institución cumplir su misión y sus objetivos, con parámetros de excelencia que permitan que los estudiantes cumplan sus expectativas y, en última instancia, sigan impulsando cambios transformadores en beneficio de la sociedad.