La Tercera | “El demonio llegó a América con la imaginación del conquistador”: historia de la brujería en Chile
Natalia Urra Jaque, profesora de la carrera Licenciatura en Historia en la Universidad Andrés Bello, destacó que la llegada de la brujería a América se vinculó estrechamente con la imaginación del conquistador, quien trajo consigo esta visión dualista del mundo, marcada por la presencia del demonio como antagonista del Dios celestial.
La historia de la brujería en Chile ha sido largamente ignorada en el ámbito académico, pero la Universidad Andrés Bello (UNAB) lideró un esfuerzo para desentrañar este enigma. Bajo el título «Aquelarre», se organizó el primer congreso internacional que profundizó en la historia, investigación y cultura de la brujería en el país.
Natalia Urra Jaque, profesora de la carrera Licenciatura en Historia en la UNAB, destacó que la llegada de la brujería a América se vinculó estrechamente con la imaginación del conquistador, quien trajo consigo esta visión dualista del mundo, marcada por la presencia del demonio como antagonista del Dios celestial.
Este encuentro interdisciplinario, que reunió a expertos de Chile, España, México, Brasil y Argentina, puso de relieve cómo las supersticiones y creencias ancestrales continuaron moldeando nuestra sociedad contemporánea.
A lo largo de los siglos, la brujería evolucionó y se adaptó, fusionando las tradiciones europeas con las prácticas indígenas y africanas, creando así una mezcla única en Chile. Sin embargo, a pesar de su persecución histórica, estas prácticas persistieron, ocultándose en las costumbres populares y encontrando nuevos caminos para sobrevivir.
La profesora Urra Jaque subrayó la importancia del diálogo interdisciplinario para comprender la complejidad de este fenómeno. La brujería, al ser una creación cristiana, fue objeto de discriminación y castigo, pero su arraigo en la sociedad fue profundo y persistente.
En un mundo que buscaba respuestas más allá de la razón, las prácticas mágicas y esotéricas experimentaron un resurgimiento, demostrando que, incluso en la era de la ciencia, el poder de la imaginación del conquistador dejó su huella en América.