IPP UNAB: Radiografía a la Niñez y Adolescencia revela hacinamiento y razones de la inasistencia a la educación parvularia
Con motivo del Día de la Niñez, el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello dio a conocer un nuevo informe elaborado con datos de la encuesta Casen 2022, en el cual ahondó en las carencias socioeconómicas y multidimensionales en que viven los menores de edad en Chile.
por Catalina Duco
A partir de los resultados de la encuesta Casen 2022 dados a conocer por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello realizó una radiografía del panorama en que se encuentran los niños, niñas y adolescentes (NNA) del país.
En términos generales, la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional reveló que la población menor de 18 años corresponde al 23% del total nacional, del cual un 50,8% son hombres y un 49,2% mujeres. Asimismo, al considerarse la proporción de los menores en los distintos quintiles de ingreso autónomo del hogar, se observa una mayor presencia de NNA en hogares de menor nivel socioeconómico, con un 27,89% en el primer quintil de más bajos recursos, versus un 10,6% en el quinto quintil, el de mayores ingresos.
Pobreza por ingreso y multidimensional
En cuanto a la pobreza por ingreso, los datos revelan que un 10,5% de los menores se encuentran en esta situación -donde el 3,2% está en pobreza extrema y un 7,3% en pobreza no extrema-, cifra 4 puntos porcentuales por encima de la realidad a nivel nacional -6,5%-.
Asimismo, al ahondar en la pobreza multidimensional -la cual aborda dimensiones significativas como educación, salud, trabajo y seguridad social, vivienda y entorno, y redes y cohesión social-, el estudio concluyó que, en habitabilidad -indicador que establece que un hogar es carente si presenta una situación de hacinamiento o de mal estado de la vivienda-, un 19,1% de los hogares con niños, niñas o jóvenes son carentes, con una diferencia significativa respecto a quienes viven en hogares sin éstos -12,24%-. En cuanto al hacinamiento, se concluyó que un 89,5% de los hogares con NNA viven sin hacinamiento, mientras que el 99,2% de los hogares sin NNA no vive en condición de hacinamiento, estableciendo una diferencia significativa de casi 10 puntos porcentuales.
Sobre estos datos, el director ejecutivo del Instituto UNAB de Políticas Públicas, Raúl Figueroa, señaló que “llama particularmente la atención el hecho de que 588.000 niños vivan en algún grado de hacinamiento. Si se comparan los hogares con menores de 18 años y los hogares en los que no habitan menores, la diferencia es muy fuerte en términos del hacinamiento en el que los niños están expuestos. Eso evidentemente indica que es urgente tomar medidas de política habitacional que pongan foco en terminar o disminuir al máximo esa realidad”.
Otro aspecto que midió el estudio de la Universidad Andrés Bello fue la asistencia a la educación parvularia, instancia en la cual la evidencia muestra una gran relevancia para el bienestar de los niños y niñas, ya que permite el desarrollo del pensamiento, emocional, el lenguaje, la interacción social, entre otros.
Así, si bien la tasa de no asistencia no tuvo modificaciones significativas entre 2017 (48%) y 2022 (49%), se observa un cambio en las razones por las cuales los hogares declaran que los menores de 6 años no asisten a la educación parvularia, lo que se refleja en un aumento de 7,8 puntos porcentuales entre quienes dicen que “no es necesario que asista a esta edad” entre ambas mediciones (12,8% en 2017 y 20,6% en 2022).
Asimismo, al analizar la diferencia de asistencia a la educación parvularia entre los niños y niñas de hogares de distintos niveles socioeconómicos, el porcentaje de menores que no asisten a esta instancia educativa en el quintil de más bajos recursos es de 54,9%, mientras que en el de más altos ingresos desciende a 39,6%.
Sobre la falta de asistencia a la educación parvularia en los menores de 6 años, el director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, Raúl Figueroa, afirmó que “lo más preocupante es que el porcentaje de adultos que declaran que no envían a sus hijos a la educación parvularia porque consideran que no es necesario que asistan, aumenta. A eso, se le agrega un 64% que dice que no es necesario porque los cuidan en la casa, es decir, no le asignan ningún valor pedagógico a la educación parvularia”.
En ese sentido, Raúl Figueroa agregó que lo anterior “es muy grave, porque toda la evidencia indica que la rentabilidad social de invertir en la educación durante la primera infancia es mucho mayor que en cualquier otro nivel de la enseñanza. Por tanto, el hecho de que muchos no asistan y que no lo hagan porque los adultos no consideran valiosa la asistencia a la educación parvularia es una señal preocupante que también debe ser revertida con políticas públicas que apunten en esa dirección, tanto aumentando la cobertura como también generando una cultura de lo relevante que es este nivel. Esto, por ejemplo, se podría haber logrado con el kínder obligatorio”.