Investigación del CSB UNAB insta a valorar la labor polinizadora de las abejas nativas para una agricultura más sostenible
Estudio realizado por investigadoras del Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello revela que, al conservar y restaurar flora nativa en paisajes agrícolas, las abejas chilenas complementan la polinización de las abejas melíferas, contribuyendo a una producción sostenible de fruta.
Pequeñas y de color verde metálico, el cuerpo velloso y franjas blancas y negras o con la cara amarilla, las cinco familias de abejas nativas que existen en Chile no solo despliegan una diversidad de tamaño y colorido, también destacan por su potencial para polinizar frutales, contribuyendo así a la producción de fruta de importancia económica para el país.
Sharon Rodríguez, investigadora líder de la línea Ecosistemas Agrícolas del Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello (CSB UNAB), profundizó en este tema en una presentación realizada en el Simposio Polinización y Flora Nativa del 48° Congreso Apimondia, que culmina el 8 de septiembre en Santiago bajo el lema “Desde el sur del mundo por una apicultura sostenible”.
“Cuando incorporamos abejas nativas para polinización, podemos hablar también de una agricultura sostenible”, señala Sharon Rodríguez, quien ha dedicado más de 25 años al estudio de estas abejas, que a diferencia de la abeja de miel (Apis mellifera) son solitarias, no producen miel y anidan principalmente en agujeros que cavan en el suelo.
Flora nativa en el huerto
Paltas, almendras, cerezas, kiwis y arándanos son algunas de las principales frutas que exporta Chile y que necesitan de insectos polinizadores para prosperar. Y si bien esta función suele atribuirse exclusivamente a la abeja de miel, en Chile existen más de 450 especies de abejas nativas que complementan —sin costo alguno para el agricultor– la labor de colmenas que se arriendan con el fin de polinizar.
Para valorizar el aporte que realizan estos insectos, el área de CSB UNAB que lidera Rodríguez desarrolló un modelo de polinización sostenible que permite aumentar la abundancia de abejas nativas en el paisaje agrícola y con ello amplificar su contribución a la producción de frutas. Uno de sus pilares es conservar y aumentar la biodiversidad de flora en el huerto y sus alrededores.
“Hay dos estrategias para lograrlo: una es conservar bosque nativo o áreas de vegetación natural alrededor de los huertos frutales y la segunda es restaurar flora nativa implementando cerca de los cultivos franjas o bordes de flora nativa que pueden tener unos 90 m2, donde se plantan especies atractivas para las abejas chilenas”, explica Sharon Rodríguez.
En bordes de la zona central donde se han realizado estas intervenciones la selección incluye plantas como mayú, coralillo, bacaris, alcaparra, tomatillo, romerillo, huilmo, cuernicabra, corontillo y malvas de cerro y de cordillera, entre otras especies cuyas floraciones sucesivas permiten ofrecer refugio, alimento y lugar de cópula a las abejas nativas desde agosto hasta abril.
Un proyecto Bienes Públicos con Adaptación al Cambio Climático de Corfo, realizado por CSB UNAB en conjunto con Odepa en seis huertos de palto, cerezo y almendro de la Región Metropolitana, mostró que al implementar estos parches florales aumentó la abundancia de abejas nativas y su dispersión hacia los árboles en flor del huerto. Sharon Rodríguez explica:
Un temor de los agricultores es que las franjas de flores nativas compitan con las flores de los frutales y las abejas no lleguen a ellas. Sin embargo, con este estudio observamos que las abejas sí se dispersan desde el borde para forrajear en el huerto en busca de polen y néctar. Y detectamos que incluso a 350 m de distancia ellas transportan polen de frutales, actuando como potenciales polinizadores, que contribuyen a la polinización y producción de fruta.
Proyecciones de producción de fruta en los huertos estudiados mostraron que a 5 años de implementado el borde floral la producción aumenta entre 2 y 18% y a 10 años entre 4 y 38%, con el mayor impacto en huertos de palto ubicados en zonas de monocultivo.
“De ahí que esta estrategia podría constituir un modelo sostenible para la producción de alimentos en el mediano y largo plazo, así como un complemento a la polinización de las abejas melíferas. Esto puede ser especialmente importante en zonas de alta biodiversidad y endemismo, donde la conservación de los recursos naturales es crítica, como ocurre en la zona central de Chile”, destacó la investigadora del CSB UNAB en su presentación