Expertos analizan el valor del patrimonio subacuático como bien cultural, ambiental y ecológico
En el primer Seminario Internacional "Arrecifes Artificiales y Patrimonio cultural subacuático", realizado en UNAB, Sede Viña del Mar, se intercambiaron ideas sobre cómo potenciar la actividad del buceo en Chile.
El cuidado, la preservación, el respeto por el ambiente natural, y una serie de conceptos similares fueron abordados en el Primer Seminario Internacional sobre «Arrecifes Artificiales y Patrimonio cultural subacuático», organizado por la Dirección General de Egresados, Empleabilidad y Redes (Alumni) junto a la carrera Administración en Ecoturismo.
La actividad, desarrollada en el Auditorio Rojo de la Sede UNAB de Viña del Mar, tuvo como objetivo central la innovación en productos de turismo de buceo, la conservación marina y la vinculación con las comunidades locales costeras.
Durante la instancia se visibilizaron problemas reales y ejemplos exitosos en Brasil, Estados Unidos, México y España, con el fin de proyectar propuestas similares en Chile, bajo los parámetros de la sustentabilidad, la restauración de ecosistemas y el trabajo con pescadores artesanales. Un proyecto pionero en el país y en la costa oeste de América, desarrollado por la UNAB.
Sebastián Vargas, director de la carrera Administración en Ecoturismo en la UNAB, Sede Santiago, se refirió a la actividad: “este es el primer seminario que se realiza en Chile relacionado al patrimonio cultural subacuático, los arrecifes artificiales, la importancia que tienen para generar productos turísticos innovadores y el efecto positivo que tienen en las comunidades locales donde están ubicados estos hundimientos”.
El académico reconoció que esto se trata de una temática nueva que atraviesa lo patrimonial, lo legislativo, lo climático y el funcionamiento de las escuelas de buceo. “Como universidad siempre estamos buscando generar los espacios para que lo público y lo privado se encuentren. Tenemos un tremendo potencial, miles de kilómetros de costa y una gran cantidad de barcos que hoy día son patrimonio”.
Experta mexicana
María del Carmen García, fue la encargada de abrir la jornada. La actual directora del Parque Nacional de Arrecifes de Puerto Morelos e instructora del buceo en México, destacó que lo importante es “hablar de la conservación del patrimonio natural y cultural. México es un país biodiverso y la conservación tiene que ver con las conductas humanas. Entonces, cómo hacemos para preservar nuestros patrimonios en un mundo de consumo”.
La experta y principal invitada en el diálogo se refirió a “cómo manejamos el turismo subacuático en las áreas protegidas y algunos eventos que tenemos de patrimonio cultural, como son los Bancos Chinchorro o los restos osteológicos en las cavernas de México”.
Otro punto abordado por García fue el cambio climático, que junto a otras situaciones “ponen en riesgo y amenazan a este tipo de ecosistemas. Yo trabajo con arrecifes y los arrecifes son los ecosistemas marinos más ricos que nos proveen muchos servicios ambientales y desgraciadamente son muy vulnerables ante el cambio climático”.
Naufragios locales
Andrés Ross, examinador de PADI, la asociación de buceadores más grande del mundo y egresado de Administración en Ecoturismo UNAB, compartió su experiencia con los naufragios locales, “en mi calidad de director del Centro Buceo Pinta Roja, conozco el Indus-8, un naufragio patrimonial ubicado en la costa de Pichidangui, el que cuenta la protección y conservación de los océanos a través de los programas de activación de comunidades”.
El profesional describió el caso de la embarcación que pertenecía a la flota ballenera que operaba desde Quintay, y que se hundió en el balneario de la Región de Coquimbo en 1954. “Era un antiguo barco factoría que tuvo que ingresar en la bahía a fondearse por mal tiempo, y en una mala maniobra del capitán, chocaron con un bajo, que se llama ‘la casualidad’, y tratando de hacer una maniobra desesperada por no hundir, trató de acercarse a la playa, donde quedó a casi doscientos setenta metros de la orilla, a una profundidad de entre 29 y 33 metros”. Un hecho que es definido como un atractivo, que permite ejecutar actividades científicas, patrimoniales y turísticas, enlazadas con el buceo.
Autoridad marítima
Los organismos estatales, también se hicieron presentes a través del capitán de fragata Rodrigo Esparza, integrante de la Dirección de Interés Emergente del Medio Ambiente. “Nosotros controlamos a las empresas de turismo operadores de buceo y verificamos que tengan todas las matrículas y las convalidaciones internacionales. El objetivo es la práctica segura de este deporte”.
El uniformado agregó que en lo ambiental y climático “se ha apreciado que existe más manejadas. Sin embargo, esto es parte de un estudio que se está llevando a través de la Oficina de Cambio Climático, en la cual se están realizando registros y análisis al respecto”.
Vínculos locales
Diana Valderrama, docente de la Universidad Andrés Bello en la Sede Concepción, expuso como certificadora del School International, que forma buzos, en el área deportiva y profesional. “Preparamos desde que son principiantes hasta quienes pueden bucear en naufragios, profundidades, lugares un poquito más estructurados que tienen más complejidad y más riesgo”, explicó.
En este contexto recordó la ética de los buzos en la protección del patrimonio subacuático. “El buzo no puede tocar, somos contemplativos. Son personas que van a bucear, ven naufragios, hacen actividades, pero no pueden extraer nada”, concluyó.
Pedro Pujante, director del Instituto de Arqueología Náutica y Subacuática, también se refirió a la importancia que tiene el patrimonio cultural subacuático cuando se habla del medio ambiente. “Revisamos las medidas que hay que adoptar para su preservación; necesitamos todavía realizar determinados tipos de procesos, pero hay otros aspectos concretos que la norma requiere que se refuercen con acciones específicas, y esas son las que parece que todavía están faltando”.