01 Abril 2024

Diálogo | Síndrome de Down y el largo camino que resta para la inclusión laboral

¿Cuántas empresas conoce que tengan entre sus trabajadores a personas con Síndrome de Down? ¿Qué pasa que, aunque existan leyes al respecto, seguramente la respuesta no será más que unas pocas o ninguna? ¿Podemos hablar realmente de inclusión laboral?

Carolina y Claudia Hevia son hermanas con Síndrome de Down y pese a que su familia es de Laja, viajan semanalmente a Concepción para trabajar. Carolina, la mayor, tiene 30 años y desde 2017 colabora en las áreas de Biblioteca y Schooltrack en el Colegio Almondale, de San Pedro de la Paz.

La hermana menor, Claudia, de 25, forma parte desde 2023 del Jardín infantil Azucarcandia, de la misma comuna, donde realiza apoyo en funciones administrativas.

Ellas son parte de un reducido porcentaje entre las personas con Down que cuentan con un empleo formal en la región.

La inclusión laboral de personas con discapacidad es crucial en cualquier sociedad que busque promover la igualdad de oportunidades y el respeto a la diversidad.

Legislación vigente

En el caso chileno, dos leyes clave promueven esta inclusión: la 21.015 que establece una cuota mínima del 1% para su contratación en empresas grandes y la 21.275, que incorpora a gestores de inclusión laboral y políticas internas para fomentar la diversidad en el entorno.

Si bien estas legislaciones han sido un impulso en la materia, las estadísticas todavía muestran una brecha importante.

Según datos proporcionados por el Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS), cerca del 75% de las personas con discapacidad, incluidas aquellas con Síndrome de Down, se encuentran desempleadas.

Muchas de ellas son marginadas del mercado laboral debido a prejuicios y barreras sociales.

Sin embargo, aquellas empresas e instituciones que sí las han integrado reconocen un aporte, no solo desde la función que les es asignada, también desde la convivencia y la educación, porque, aseguran, existe un antes y un después en cuanto a alejar prejuicios y temores que, aunque cueste reconocerlo, persisten en la sociedad.

Down: autonomía e independencia

El pasado 21 de marzo, se conmemoró en el mundo el Día del Síndrome de Down, una jornada dedicada a erradicar estigmas, sensibilizar y honrar la dignidad, el valor y las significativas contribuciones de las personas con discapacidad intelectual como agentes de bienestar y enriquecimiento de sus comunidades.

día del síndrome de DownAl mismo tiempo que destaca la relevancia de su autonomía e independencia personal, especialmente el derecho a tomar decisiones propias, entendiendo que, salvo que tengan la edad para serlo, no son niños y, como cualquiera, tienen derecho a una vida plena.

En esta línea es importante destacar que existen iniciativas exitosas de inclusión laboral en Chile que están demostrando que las personas con Síndrome de Down son capaces y tienen mucho que aportar en el ámbito laboral.

Ejemplos de ello son la Lavandería 21 que este año cumple 10 años y el Programa Diploma en Habilidades Laborales de la Universidad Andrés Bello que ya lleva 18 años trabajando en inclusión a nivel nacional, 11 de ellos en el Biobío.

Carolina y Claudia, por ejemplo, fueron alumnas del programa UNAB dirigido a jóvenes con discapacidad intelectual y del desarrollo, y que solo en la sede Concepción ya contabiliza 82 egresados.

La mayor de las hermanas cuenta que “entré a hacer mi práctica y voy a cumplir seis años trabajando (…) Estudié asistente administrativo y ayudo al colegio y a los alumnos desde kínder a cuarto medio”.

Carolina asegura que su labor es valorada, que la relación tanto con alumnos como con el personal del establecimiento es buena y que, “en el futuro me gustaría seguir trabajando acá”.

La directora de Almondale San Pedro de la Paz, Rossana Dapelo, coincide en esta apreciación.

“Desde antes de que se dictara la ley nosotros tenemos a personas con discapacidad. En el caso de Carolina realmente es una ayuda en el colegio, en un montón de actividades que son reiterativas y que muchos no quieren hacer, siempre hay mucho trabajo y ella lo hace muy bien”, asegura la encargada.

Destaca, además, el aporte que significa su presencia en el colegio, en su relación con los estudiantes y también con los adultos, como parte importante del equipo.

En el caso de Claudia, el vínculo con los más pequeños ha sido también significativo. “Me gusta estar con los niños chiquitos y bebés”, señala.

Ambas jóvenes reciben el apoyo familiar, su madre es quien las acompaña en sus viajes desde la provincia de Biobío a Concepción y su papá que trabaja allá, las espera para el reencuentro semanal.

Prolijidad y eficiencia entre telas y vapor

Yercco Virano, lleva 5 años en la Lavandería Industrial 21 y para él la experiencia ha sido gratificante. Él realiza distintas tareas que incluyen el planchado de prendas, que asume con dedicación y prolijidad, y que lleva a cabo en conjunto con sus compañeros, un equipo que tiene a cerca de una veintena de personas con Down en distintas funciones y turnos.

María Cecilia Ortíz, es operaria laboral y explica que la lavandería ha sido el paso inicial para que muchos de los y las trabajadoras con Down encuentren nuevas posiciones en empresas de la Región y dejando su lugar a otros que también buscan la anhelada autonomía laboral.

down“Ellos son muy eficientes, meticulosos, aprenden su función y también le enseñan al resto. Si ven a alguien que lo está haciendo mal, ellos mismos lo corrigen”, comenta.

Francisca Palma, por ejemplo, llegó hace poco más de un año a la Lavandería 21. Ella no tiene una discapacidad, pero como cualquiera que emprende un nuevo desafío laboral, tuvo que capacitarse. Lo que aprendió abarcó mucho más allá del funcionamiento de las máquinas.

“Ellos (dice refiriéndose a sus compañeros con Down) me ayudaron al inicio cuando recién llegué y con el tiempo me han enseñado también su estilo de vida, su forma de compartir y me ha gustado en realidad esta experiencia”.

Francisca se sacó de encima las dudas sobre su trabajo y varios estigmas que la acompañaban antes de este empleo.

Iniciativas que destacan

La presidenta de la Fundación Lavandería Industrial 21, Maite Otondo, explica que su búsqueda ha estado orientada a “la merecida oportunidad que tienen nuestros trabajadores de ser parte de la fuerza laboral del país. Eso es justicia social y dignidad de la persona humana”.

Es precisamente esta meta en la que han centrado su quehacer desde 2014. Sin embargo, el proceso no ha estado exento de dificultades.

“La lentitud que tiene la aplicación de la ley, la disminuida regulación de la misma y las empresas que todavía no se hacen cargo de esta responsabilidad. Claramente, están en deuda con esta disposición legal», sostuvo.

«Otra gran dificultad es que, aun con lo avanzado de la ley, todavía las empresas e instituciones no tienen profesionales que trabajen como gestores de inclusión al interior de estas”, explicó.

Desde la academia

Otra iniciativa para destacar es el Diploma en Habilidades Laborales de la UNAB, dirigido a la formación sociolaboral de jóvenes con necesidades educativas por discapacidad intelectual y del desarrollo, quienes hasta hace muy poco tiempo veían obstaculizado su acceso y desempeño en la Educación Superior.

Maria Florencia Iriarte Directora DHL Unab Sede Concepción

Ellos ingresan para formarse laboralmente y para experimentar la vida universitaria, al igual que los miles de alumnos que cursan sus carreras en ese plantel.

La directora del programa en la sede Concepción, Florencia Iriarte, enfatiza que “las leyes 21.015 y 21.275 han sido facilitadoras para avanzar en materias de inclusión laboral en nuestro país. Podemos ver cómo en los últimos años se han ido eliminando barreras para que personas con discapacidad puedan, por una parte, acceder a la Educación Superior y también tengan derecho a trabajar».

Agregó que «nuestras egresadas Carolina y Claudia son mujeres que nos inspiran y han podido hacer valer sus derechos fundamentales como es la educación y el trabajo”.

La psicóloga y coordinadora laboral del Programa, Andrea Medina, dijo que esta inclusión, “no solo beneficia a las personas con Síndrome de Down u alguna otra discapacidad, sino, además, enriquece a las empresas, a su cultura organizacional y la comunidad en general”.

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