Cine e historia: Tres historiadores analizan películas emblemáticas de Grecia, Roma y las cruzadas
El Mercurio presenta el próximo encuentro online de la Extensión Cultural de la U. Andrés Bello, donde tres historiadores, entre ellos la doctora en Historia y decana de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la UNAB, María Gabriela Huidobro, analizan las diferencias entre el cine y los hechos históricos.
«S i puede ser escrito o pensado, puede ser filmado». La frase pertenece al célebre director de cine estadounidense, Stanley Kubrick, quien creó obras maestras como «2001: Odisea del espacio», y «El resplandor«. Unas palabras que indican que todo puede ser llevado a la pantalla grande. Terror, acción, aventura, ciencia ficción y, también, historia, forman parte del catálogo de películas que han ido marcando a generaciones.
Ahora bien, ¿qué tan fieles con la realidad son los directores de cine a la hora de construir sus películas de carácter histórico? ¿ Simple ficción o intentos valiosísimos de los directores por volver al pasado desde los códigos del presente? Para dar respuesta a esta pregunta, la Universidad Andrés Bello (UNAB) organizó el ciclo de charlas «Historia en el Cine», para analizar cómo el cine ha idealizado personajes, simplificado a otros (como los personajes femeninos de la antigüedad clásica), imaginado las grandes epopeyas del mundo antiguo, las motivaciones espirituales y los temores del hombre medieval. «Troya», de Wolfgang Petersen, es una de las películas que forman parte de este ciclo y que permiten entrar de lleno en el análisis.
Para la doctora en Historia y decana de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la UNAB, María Gabriela Huidobro, hay claramente una tendencia a idealizar a los personajes, a mostrarlos como semidioses o a simplificarlos. «Los griegos no se vestían de blanco puro, pues el blanco era muy difícil de conseguirlo. Pese a eso, Helena de Troya aparece prácticamente durante toda la película de blanco. La realidad es que las túnicas eran de colores ocres o beige y las más caras tenían elementos púrpuras», explica la académica de UNAB. La misma idealización, en este caso de las ciudades, se observa en «Gladiador», del director Ridley Scott.
Cuando el emperador Cómodo (último emperador de la dinastía Antonina) ingresa a Roma luego de la campaña en Germania, la ciudad luce blanca, con columnas y templos monumentales, cuando en realidad lo que predominaba en Roma era los colores. Las murallas de las ciudades estaban grafiteadas, eran ciudades sucias, con casas de adobe y material ligero, agrega Huidobro. Pero no solo eso: el emperador Cómodo no murió en la arena del coliseo -como aparece en la película-, sino asesinado por un liberto en su tina. El general Máximo -héroe de la película-no existió en la realidad, por lo tanto, el romance entre el militar devenido en gladiador y Lucila (hermana de Cómodo) no pudo haber ocurrido. Pero claramente «Hollywood necesita historias de amor», indica la historiadora.