«Yo no soy el único», el programa UNAB que acompaña a niños con problemas auditivos y a sus familias

En Chile, el screening neonatal auditivo aún no es universal. A ello, se le suma que existen pérdidas auditivas de aparición tardía que se instauran durante los dos primeros años de vida en forma progresiva. Con estos antecedentes sobre la mesa nace «Yo no soy el único», un programa en que estudiantes de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello, sede Concepción, ponen sus conocimientos a disposición de los niños con limitación auditiva y de sus familias.

En 2016, desde la Escuela de Fonoaudiología UNAB, nace la idea de implementar la metodología basada en proyectos. Es así, como los estudiantes de tercer año en la asignatura “Abordaje integral de la persona en condición de discapacidad auditiva” junto a sus docentes inician lo que hoy se consolida como un programa de intervención en el ámbito social, específicamente en las prácticas profesionales del área de audición.

De esta forma, comenta la académica de la carrera, Carolina Flores, «se logra una mejor comprensión de los contenidos del syllabus, pues se convierten en planificaciones terapéuticas con un objetivo y público real».

Lamentablemente de acuerdo con políticas públicas de salud, la única población segura de ser diagnosticada en forma temprana son los prematuros nacidos bajo las 32 semanas de gestación y/o con un peso inferior a los 1500 gramos

«Yo no soy el único»

Lamentablemente de acuerdo con políticas públicas de salud, la única población segura de ser diagnosticada en forma temprana son los prematuros nacidos bajo las 32 semanas de gestación y/o con un peso inferior a los 1500 gramos. ¿Cómo termina esto? En un estudiante de educación preescolar o escolar diagnosticado en forma tardía y consecuentemente implementado con ayudas auditivas fuera de su etapa crítica de plasticidad neuronal.

Desde este punto, los estudiantes de Fonoaudiología parten con un claro objetivo general que es consolidar la adherencia a uso de audífonos a usuarios pediátricos que inician en forma tardía su proceso de adaptación.

De acuerdo con esto, los docentes les asignan objetivos específicos y ellos crean objetivos operacionales y actividades. Durante el proceso se desarrollan habilidades de trabajo en equipo, aprendizaje autónomo, búsqueda de información, resolución de problemas, gestión de tiempo y de recursos.  Finalmente, tienen la oportunidad de resaltar y potenciar sus dotes de comunicación ya que, al terminar el semestre, ejecutan su planificación con niños y sus familias que participan voluntaria y activamente de este evento.

Aquellos padres y niños que pasaron muchos años etiquetados erróneamente y, por ende, tienen dificultad en el proceso de aceptación de este nuevo diagnóstico, tienen la oportunidad de conocer a otros en su misma condición

No están solos

En esta etapa, aquellos padres y niños que pasaron muchos años etiquetados erróneamente y, por ende, tienen dificultad en el proceso de aceptación de este nuevo diagnóstico, tienen la oportunidad de conocer a otros en su misma condición y darse cuenta de que no son los únicos y no están solos.

Se generan vínculos y redes de apoyo en un espacio de interacción local que promueven la validación en la percepción de la discapacidad de todos los participantes. Al mismo tiempo, este proceso contribuye a nuestros estudiantes en el logro de los aprendizajes esperados en el perfil de egreso y a su formación integral.

El programa “Yo no soy el único” aborda una discapacidad invisible a los ojos, pero de gran impacto en la salud emocional para las personas que tienen esta condición y su entorno. Por esta razón, ni el estallido social ni la pandemia ha impedido que sea sistemático en el tiempo. Desde el 2016 hasta ahora acompañamos a los niños y sus familias que requieren de nuestra intervención ya que estamos convencidos de que nuestros estudiantes finalizan el proceso mucho más motivados y convencidos de que están estudiando lo correcto.