05 Julio 2024

Voz del Experto | Test ADOS-2, la herramienta para el diagnóstico de TEA que cada vez es más controvertido

Claudia Figueroa, académica de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello, analiza el Test ADOS-2, la herramienta para el diagnóstico de TEA.

En Chile no existe un catastro certero que identifique claramente cuántas personas están dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA), ni mucho menos cómo se distribuyen en el territorio.

En datos estadísticos, en 2021, un estudio publicado en la Revista Chilena de Pediatría sugiere que la prevalencia del autismo en el país es de 1 por cada 51 niños de entre 18 y 30 meses de edad; aunque este solo consideró a 272 niños que asistían a control sano en dos Centros de Salud Familiar de dos comunas urbanas de la capital.
Claudia Figueroa
Sin embargo, se estima que en los últimos años ha existido un aumento en cuanto a los diagnósticos de niños con TEA y, con ello, muchos médicos y terapeutas  han visibilizado, en redes y centros educativos, la sugerencia clínica a los padres de la realización de un  instrumento en particular, el test ADOS-2 para reconocer si los pequeños tienen esta condición.

Pero ¿qué es el ADOS-2? ¿Es certero? ¿Por qué se ha vuelto controvertido? Son algunas de las dudas en torno a este procedimiento.

“El ADOS-2 es una Escala de Observación para el diagnóstico del Autismo y fue desarrollada por Catherine Lord y otros autores para la ‘observación y diagnóstico del TEA con distintos niveles del desarrollo en distintas edades cronológicas’. Actualmente, se ha convertido en una herramienta común y masivamente utilizada, con la creencia de que es el único medio para validar un diagnóstico de TEA”, explica Claudia Figueroa León, académica de la Escuela de Fonoaudiología de la Facultad de Ciencias de la Rehabilitación de la U. Andrés Bello.

La especialista en desarrollo cognitivo advierte que “si bien es uno de los pocos instrumentos validados en español y útil por su estandarización en el tema, hay aspectos a considerar para quienes lo aplican. Observar la conducta es fundamental para un diagnóstico relacionado con una condición de salud, pero también lo es el análisis clínico que el evaluador realiza junto a ello, considerando la situación biológica, neurológica, cognitiva y social, la forma en que se dan las conductas y los tiempos en que ellas se evidencian, para construir un diagnóstico que incorpore cómo se observan tales conductas en el usuario. Esto es esencial para comprender y respetar la neurodivergencia con un enfoque ético y fundamentado”.
Una vez validados los resultados, el desafío es construir un diagnóstico multidimensional centrado en comunicación, conducta e interacción social. Aunque históricamente un diagnóstico médico se basa en síntomas y signos, hoy se requiere y se entiende la relevancia de un enfoque biopsicosocial que considere el contexto, necesidades y potencialidades del individuo.
Un instrumento integral

La experta es categórica: “El diagnóstico de TEA es de características clínicas, por lo tanto, debe ser integral, incluyendo la perspectiva de médicos, psicólogos, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos para ofrecer una atención personalizada basada en síntomas, historial y criterios diagnósticos”.
TEA

El ADOS-2 tiene una gran flexibilidad en su uso, permitiendo al evaluador seleccionar los módulos en relación con el nivel del lenguaje expresivo, la edad y materiales acordes a los procesos madurativos. “Sin embargo, esto presenta otro desafío: la necesidad de un conocimiento profundo del instrumento y la capacidad de tomar decisiones clínicas adaptadas a los requerimientos de sus usuarios para su aplicación”, agrega Claudia Figueroa.

Además, dice la fonoaudióloga, “como instrumento de observación de la conducta, el evaluador debe reconocer conductas del desarrollo biológico- psíquico, afectivo, social y comunicativo que se presentan o no durante la ejecución de actividades diseñadas que podrían aportar en el diagnóstico. Para ello, el conocimiento y la experiencia del profesional en estos contenidos son fundamentales”.
El diagnóstico de TEA no debe basarse solo en la presencia o ausencia de conductas observadas en el ADOS-2. Ningún diagnóstico debería depender exclusivamente de un test o manual. Es necesario un criterio clínico amplio, donde la descripción ofrecida por el ADOS-2 se vea enriquecida y validada por la experiencia clínica de un equipo profesional.
Finalmente, Figueroa subraya que “debemos ir más allá de una simple ‘obtención diagnóstica’, entendiendo que esto es un proceso con etapas, decisiones y jerarquizaciones que deben ser recogidas para aportar a una intervención de nuestros usuarios, sus familias y la sociedad inclusiva que todos deseamos”.