VOZ DEL EXPERTO | Cómo proteger la salud ante los cambios bruscos de temperatura
Javiera Cataldo Castro, académica de la Facultad de Enfermería de la Universidad Andrés Bello, advierte que las oscilaciones térmicas abruptas alteran la capacidad de adaptación del cuerpo y pueden generar múltiples efectos en la salud.
Durante los últimos días, diversas zonas del país han experimentado marcadas oscilaciones térmicas, con diferencias de más de 15 °C entre las temperaturas matinales y vespertinas. Este fenómeno, habitual en invierno, puede tener consecuencias importantes para la salud, especialmente en personas vulnerables.
Javiera Cataldo Castro, académica de la Facultad de Enfermería de la Universidad Andrés Bello, advierte que “las oscilaciones térmicas abruptas alteran la capacidad de adaptación del cuerpo y pueden generar múltiples efectos en la salud, desde infecciones respiratorias hasta descompensaciones de enfermedades crónicas”.
Los grupos más afectados por estos cambios extremos son las personas mayores, niños, personas con enfermedades crónicas y quienes viven en situación de calle. “Estos grupos presentan menor capacidad de autorregulación térmica y mayor susceptibilidad a infecciones”, explica Cataldo.
Entre los principales riesgos, según detalla la académica de la UNAB, se encuentran:
- Aumento de infecciones respiratorias agudas.
- Descompensación de enfermedades como EPOC, asma, hipertensión o diabetes.
- Hipotermia leve o moderada.
- Crisis alérgicas y problemas asmáticos por malas condiciones de ventilación.
- Debilitamiento del sistema inmunológico.
Recomendaciones
“Cuidarnos en estos días de contrastes térmicos no es solo abrigarse bien: es también estar atentos, actuar con responsabilidad y proteger a quienes más lo necesitan”, enfatiza la docente.
Entre las recomendaciones clave, Cataldo destaca:
- Vestirse por capas, para regular la temperatura corporal durante el día.
- Ventilar los espacios cerrados diariamente, incluso con frío.
- Consultar precozmente ante síntomas respiratorios, sobre todo en personas de riesgo.
- Consumir alimentos nutritivos y calientes, como sopas, legumbres y frutas.
- Mantener una buena hidratación, para proteger las mucosas respiratorias.
- Fortalecer redes de apoyo comunitarias, para detectar a personas aisladas o dependientes.
- Evitar aglomeraciones en espacios cerrados, cuando sea posible.
- Atención a los signos de alerta
Es fundamental estar atentos a síntomas como tos persistente, fiebre, dificultad respiratoria, somnolencia o desorientación.
En personas mayores, estos signos pueden confundirse con deterioro funcional, y en niños, evolucionar rápidamente si no se actúa a tiempo.
Finalmente, la académica de la UNAB subraya que “cada acción preventiva puede evitar una enfermedad, una hospitalización o una complicación mayor. La invitación es a mantenernos informados, conectados con nuestras redes de apoyo y conscientes de que, en salud, la prevención es siempre el mejor tratamiento”.