Vicerrectora de Investigación y Doctorado UNAB: «Estamos en un momento único e interesante de vivir en torno a la investigación y tenemos que aprovecharlo»
Carolina Torrealba, primera subsecretaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, asume el liderazgo de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorado de UNAB. Aquí habla acerca de sus inicios, los aprendizajes que dejó su paso por el mundo público y los principales desafíos que abordará en la universidad.
Tras su labor como la primera subsecretaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile, Carolina Torrealba toma las riendas de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorado de la Universidad Andrés Bello.
Sin embargo, y aunque parezca increíble, la ciencia no era algo que estuviera en su horizonte profesional, “aunque sí era algo que estaba muy inmerso en mi vida”, dice, agregando que siempre tuvo un fuerte vínculo con la naturaleza, desde niña, cuando pasaba afuera en el barro haciendo experimentos con sus hermanos en la acequia, al alero de un gran sauce.
Aun así, entró a estudiar Bachillerato en Humanidades. “Fue después de varias instancias con distintas personas que fui comprendiendo que había una carrera para aquello que a mí me gustaba, que había otras personas como yo que les gustaba el mundo natural, y que esa carrera se llamaba biología”.
Una vez dentro, pasó por todas las áreas de estudio. “Como me gustaban todas, quería conocer”, explica la vicerrectora. Finalmente, obtuvo su doctorado en Biología Celular en la Pontificia Universidad Católica pero una vez convertida en profesional su paso por los laboratorios fue breve. Rápidamente se integró al ámbito de la gestión científica, primero en la Fundación Ciencia & Vida, luego en la dirección ejecutiva de la Iniciativa Científica Milenio y al cabo de pocos meses llegó al ministerio que ella ayudó a instalar, tras su creación en 2018.
¿Qué aprendizajes le dejó la experiencia en el mundo público?
Aprendí muchísimas cosas. Nos tocaron años muy difíciles, pero fue maravilloso. La experiencia de armar una red de Laboratorios de diagnóstico a partir de los laboratorios de investigación de las universidades y empalmarlos con una red pública que estaba brutalmente estresada. Ahí logré entender el real impacto que tenía el Ministerio, la capacidad de crear valor y por qué es importante la gestión pública de la ciencia. Es la articulación de las capacidades nacionales que se ponen al servicio del país y te cambian la realidad. Se salvaron miles de vidas en un minuto en que no entendíamos muy bien cómo se contagiaba, no había cura, y poder entregar diagnósticos a través de las capacidades de la investigación fue algo muy potente.
Lo mismo cuando construimos toda una agenda en cuanto a emprendimiento de base científica. Hicimos el primer registro de empresas, generamos un programa de fomento con financiamiento y empezamos a encontrar espacios en los cuales vincular y armar una ruta; fue ver esto como una política pública necesaria para el país, es decir, cómo la generación de conocimiento efectivamente aporta a enfrentar los desafíos más importantes que tenemos.
¿Cómo se mantiene conectada con su amor por la ciencia, pero ya desde la gestión?
La investigación, el crear cosas nuevas, el descubrimiento es, tal vez, una de las manifestaciones humanas, más lindas e inspiradores que uno puede experimentar. Estar cerca de eso es algo que me inspira mucho, pero también sé que—más que dentro del laboratorio—mi aporte es mucho mayor cuando puedo generar herramientas e instrumentos para que las personas y los descubrimientos que están en cada uno de esos laboratorios puedan encontrar su ruta hacia el impacto. Para mí es una fuente inagotable de inspiración, aprendizaje y motivación que le da sentido al trabajo que hago. Yo me defino 100% como una persona que no está en la creación del conocimiento, sino que al servicio de este sistema.
¿Y cuáles son los desafíos de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorado de UNAB?
Primero, entrar a esta universidad es un privilegio porque ha demostrado sistemáticamente su compromiso con la investigación. Es una institución que tiene una trayectoria muy reconocida pero que mira el futuro con claridad y mira lo que ha construido con mucho orgullo. Además, llego después del exitoso proceso que lideró el exvicerrector Ariel Orellana, con quién trabajamos juntos en la coordinación de la Red de Laboratorios en que la UNAB estuvo muy presente. Por lo tanto, el primer desafío es seguir consolidando el trabajo de los últimos años y lo que se ha hecho desde sus inicios.
Otro desafío es cómo abrimos la universidad cada vez más a una investigación cuyo objetivo esté fuertemente impulsado por cambiarle la vida a las personas, transformar nuestro entorno, abordar desafíos ineludibles que tienen que ver con salud, con cambio climático, entre otros, y cómo la universidad pone lo mejor de su talento al servicio de estos desafíos. Para ello, es indispensable contar con una visión interdisciplinaria, que incorpore las disciplinas científicas, humanidades, las ciencias sociales. En ese sentido, la creación de los centros de investigación e institutos de la universidad es una de las herramientas clave. A través de ellos también vamos generando investigación interdisciplinar para dar respuesta a problemáticas concretas de nuestra sociedad.
¿Y en términos de equidad de género e igualdad de oportunidades en investigación?
La UNAB se define como un espacio plural, abierto, laico que busca incorporar a todas las personas para que puedan desarrollar su talento. Es un objetivo muy trascendental entregar igualdad de oportunidades para que todas las personas que formen parte de la institución puedan desarrollar plenamente sus potencialidades, y desde la VRID se están haciendo cosas en esa línea, generando por ejemplo instancias de apoyo a la carrera de mujeres investigadoras, y de cómo generar instancias para incorporar no solamente a más mujeres, sino mayor diversidad, con más colores porque estamos convencidos que el resultado va a ser cada vez más potente y de mayor impacto.
¿Qué mensaje entrega a las y los estudiantes y académicos que hoy se dedican a la investigación?
Creo que estamos en un momento único e interesante de vivir en torno a la investigación y tenemos que aprovecharlo. No recuerdo haber vivido un contexto de crear conocimiento, de transferirlo, de transformarlo en herramientas para la sociedad, que haya sido tan vertiginoso. No solamente tuvimos la pandemia, que fue una demostración tremendamente relevante de que necesitamos generar investigación y transferirla tempranamente para ayudar a nuestra sociedad, sino también todo lo que estamos viviendo hoy, de desafíos inmensos en múltiples niveles y en los que la investigación, el descubrimiento y la innovación son esenciales.
En un mundo que ha cambiado, que por un lado requiere más y mejor investigación e innovación, pero que también se ha rebelado frente a realidades o culturas históricas que hemos decidido erradicar—como la exclusión de las mujeres de los espacios de investigación—debemos preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, cómo tenemos que hacer investigación el día de hoy, qué queremos construir cuando hacemos investigación y desarrollo. No se trata solamente de la respuesta científica; hay una serie de valores alrededor de eso y es una de las razones por las cuales me entusiasma mucho incorporarme a la Universidad Andrés Bello, porque yo comulgo con ese principio valórico de pluralismo en que se respetan opiniones diversas y donde se busca construir un espacio abierto, justo, en el que todas las personas puedan participar. Y todo ello con el propósito de generar un impacto orientado al bien común, al aporte, a la responsabilidad. Eso me parece tremendamente desafiante.