Universidad Andrés Bello reconoce el compromiso de sus tutores CIADE 2024
El programa de tutorías de la UNAB no solo ha sido clave para el desarrollo académico de los estudiantes de primer año, sino que también ha brindado valiosas experiencias personales a los tutores, quienes han fortalecido sus habilidades y han dejado una huella en la vida de sus compañeros.
En una emotiva ceremonia realizada en los campus de Santiago, Concepción y Viña del Mar, la Universidad Andrés Bello (UNAB) destacó la labor de 233 estudiantes que participaron como tutores del Centro Integral de Acompañamiento y Desarrollo al Estudiante (CIADE) durante el año 2024. Este programa de tutoría busca apoyar académicamente, especialmente a estudiantes de primer año, promoviendo un aprendizaje colaborativo y fortaleciendo la transición a la educación superior.
“El programa de tutorías es uno de los pilares más importantes de la UNAB. Llevamos años desarrollándolo y mejorándolo, y hoy es un orgullo para nuestra comunidad académica porque representa el apoyo que los estudiantes necesitan para avanzar en sus estudios y superar las asignaturas más desafiantes”, explica Ignacio Andrada, director de Acompañamiento y Progresión Estudiantil.
Según Andrada, este programa no solo fortalece los conocimientos en disciplinas como matemáticas, física o química, sino que también fomenta un acompañamiento integral que marca la diferencia en la experiencia universitaria.
Por su parte, Verónica Águila, directora de CIADE e Inclusión, destaca que la tutoría beneficia tanto a quienes reciben el apoyo como a los propios tutores, quienes son estudiantes más avanzados. “Ellos no solo refuerzan conocimientos, también acompañan a sus compañeros durante todo el semestre, demostrando un compromiso admirable. Además, desarrollan habilidades clave como el trabajo en equipo y la empatía, proyectándose como futuros profesionales preparados para trabajar con otros”, señala.
Experiencias que transforman
A través de sus historias, los tutores CIADE 2024 muestran cómo su labor impacta tanto a los estudiantes como a ellos mismos, desarrollando habilidades, fortaleciendo vínculos y dejándoles huella.
Juan Carlos Martínez, estudiante de Kinesiología y tutor desde 2022, relata cómo su rol le permitió reafirmar su vocación por la docencia universitaria. “Lo que más me gustaba era ver cómo los tutorados lograban sus metas, como cuando uno me envió un mensaje agradeciéndome por haberle ayudado a aprobar Anatomía, lo que le permitió continuar sus estudios”, comenta.
Para Martínez, el feedback que se genera en estas tutorías es clave: “Ellos aprenden de mí y yo aprendo de ellos. La relación se vuelve muy cercana, como la de un hermano mayor, donde no solo abordamos la materia, sino también cuestiones personales y académicas”.
Carl Lemenhoff, también estudiante de Kinesiología, quien ha sido tutor desde su segundo año, destaca el valor de dejar una huella en sus tutorados. “Es algo muy bonito ver cómo, después de todo, ellos te recuerdan con cariño. Es un aprendizaje que va más allá de la materia, ya que compartimos conocimientos y, al mismo tiempo, nos enriquecemos mutuamente”, señala.
Lemenhoff también resalta el impacto que esta experiencia ha tenido en su vida personal: “Ahora hablo con más confianza, he aprendido a ser más empático y, sobre todo, a ser agradecido por todo lo que me han dado mis tutorados”.
Del mismo modo, Juan Páez, estudiante de tercer año de Kinesiología y tutor desde hace dos años, reflexiona sobre cómo este rol le ha permitido crecer tanto como persona como profesional. “Me ha ayudado a desarrollar habilidades como la empatía y a ser un apoyo emocional para mis tutorados. Ellos no solo aprenden de mí, sino que también me enseñan muchas cosas”, asegura. La experiencia le ha permitido fortalecer sus propias habilidades y sentirse más preparado para su futuro en el ámbito académico.
En la carrera de Psicología, Belén Meneses comparte cómo la experiencia de ser tutora le permitió superar sus propios temores. “Cuando me ofrecieron ser tutora, estaba nerviosa porque pensaba que no iba a poder, pero me di cuenta de que tenía las herramientas para ayudar a los demás. Fue maravilloso cuando los estudiantes me dijeron que les había ayudado, eso me hizo sentir que todo el esfuerzo valió la pena”, comenta.
Un apoyo integral
Para Belén Quijada, tutora de inclusión, la experiencia fue muy personal y significativa. “Mi hermano tiene TEA y he visto cómo los grupos de contención han sido esenciales para su desarrollo. Así que, cuando me ofrecieron ser tutora de inclusión, sabía que iba a ser una experiencia cercana y valiosa”, cuenta Quijada, quien resalta el impacto de la comunicación y la cercanía en este tipo de tutorías: “No todo es materia, muchas veces es acompañamiento, saber escuchar y brindar apoyo emocional, algo que he aprendido de la experiencia personal de mi familia”.
En el ámbito de la Ingeniería Comercial, Vanessa Romero destaca la importancia de las tutorías personalizadas en inclusión, que no solo imparten conocimiento académico, sino que también enseñan habilidades valiosas como la comunicación. “El reto ha sido poder adaptar el método de enseñanza a cada estudiante, pero ver cómo logran entender lo que antes les parecía difícil es una de las experiencias más gratificantes”, explica Romero, quien también subraya la importancia de la paciencia en el proceso de enseñanza.
Confianza y aprendizaje mutuo
En el caso de Isabela Ferrari, estudiante de Kinesiología y tutora por primera vez, la experiencia fue tan positiva que ya piensa en seguir en este rol. “Al principio me costó por la falta de asistencia, pero luego empecé a conectar con los estudiantes. Esta experiencia me ayudó a ganar confianza y me dio un propósito dentro de la universidad”, asegura Ferrari, quien tiene la certeza de que continuará siendo tutora en el futuro.
Finalmente, Christopher Aburto, estudiante de segundo año de Tecnología Médica, compartió sus motivaciones para convertirse en tutor. “Descubrí que me gustaba enseñar y ayudar a mis compañeros. A medida que avanzaba en la carrera, me di cuenta de que tenía una vocación por la docencia”, comenta Aburto, quien considera que su rol de tutor ha sido fundamental para su propio desarrollo personal y académico.
El programa de tutores CIADE 2024 ha demostrado ser más que un sistema de tutorías. Es una experiencia de crecimiento mutuo, donde tutores y tutorados se enriquecen y desarrollan habilidades claves para su futuro profesional y personal. La UNAB sigue apostando por este tipo de programas, conscientes de que son esenciales para acompañar y fortalecer la educación superior, ayudando a todos los estudiantes a lograr su máximo potencial.