Stéphanie Alenda: Repensando a la derecha chilena
Los últimos estudios de la directora de investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales tienen que ver con cómo las crisis del 18-O y la pandemia han dado mayor protagonismo a una minoría de la derecha (30%), representada en particular por sus alcaldes, que piensa en dar un mayor rol al Estado y una mayor protección social a los vulnerables. Esta socióloga política originaria de Francia va más allá, y ve posible que nuestro próximo presidente provenga de este bloque político.
Escrito por: Elitte Angel V.
Nuestro país comenzó un cambio profundo tras el estallido social del 18-O y continuamos haciéndolo por otro motivo, la pandemia del coronavirus. El Chile que llegará a las urnas el 21 de noviembre del próximo año a elegir un nuevo presidente será muy distinto al que eligió a Sebastián Piñera en 2017. Pero puede que algo no cambie: “Es probable que sea la derecha la que gobierne en el futuro. La renovación de la política en Chile podría tener en los alcaldes un actor fundamental”, explica Stéphanie Alenda, directora de investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la UNAB.
Si Chile cambió, también lo hizo la derecha con el 18-O y la pandemia. O para ser más precisos, “ambas crisis obligaron o activaron dentro de la derecha determinadas sensibilidades que existían en ella previamente. Estas sensibilidades están adquiriendo mayor visibilidad, más influencia al interior del sector”, dice Alenda, investigadora de la llamada derecha “convencional” o “moderada”, un tema de estudio inusual, puesto que la mayoría de los estudios se concentran en las izquierdas o en la derecha radical o extrema, también llamada “populista”.
En mayo, una de las encuestas Plaza Pública de Cadem daba sustento a la apuesta de la doctora Alenda. En la evaluación de personajes políticos, seis de los diez mejor calificados fueron alcaldes y cinco de ellos, son de derecha. Lideraba con un 63% el UDI Joaquín Lavín (Las Condes), seguido de un 51% del ex UDI Rodolfo Carter (La Florida), quien fue mencionado por primera vez en la encuesta.
Qué hay de nuevo, viejo
Una de las preguntas que responde uno de los últimos trabajos de Alenda, doctora en sociología política en su natal Francia, era: ¿hay algo nuevo en la vieja derecha chilena? Y por vieja hablamos de los dos partidos que surgieron durante la dictadura: la Unión Demócrata Independiente (UDI), en 1983, y Renovación Nacional (RN), en 1987.
“En realidad la pregunta era cuánto de la actual coalición de gobierno logró materializar el ímpetu renovador que el Presidente Piñera buscó imprimir a su primer gobierno y cuánto hay de la herencia atávica de la dictadura”, acota Alenda, quien al poco tiempo de haberse venido a vivir definitivamente a nuestro país en 2004, participó de un proyecto Fondecyt sobre los militantes de los partidos de todo el espectro político. La politóloga decidió encargarse de la derecha chilena. “Pensé que Chile podía ser un laboratorio muy interesante para trabajar sobre el conservadurismo político por la dictadura, y por la concentración de poder en una élite político-económica conservadora”, explica.
Para responder su pregunta (lo nuevo en la vieja derecha), Alenda se propuso un ejercicio peculiar: en 2016 encuestó en torno a 700 dirigentes (de diferentes estamentos dirigenciales) de los cuatro partidos de la coalición: RN, UDI, Evópoli y el Partido Regionalista Independiente (PRI). Las preguntas tuvieron en parte que ver con el rol que esas élites asignaban al Estado en la economía. “Vale decir más o menos Estado, más o menos mercado”, resume Alenda, quien editó el libro “Anatomía de la derecha chilena: Estado, mercado y valores en tiempos de cambio”, publicado en marzo pasado por el Fondo de Cultura Económica.
En el caso de RN y UDI el equipo trabajó con todo el listado de dirigentes, realizaron un sorteo aleatorio y de ahí encuestaron desde el dirigente comunal hasta el senador (nivel local y nacional). “Por lo tanto, en estos dos casos, la encuesta es representativa de la totalidad del mundo dirigencial. Entonces cuando decimos: “La UDI, RN o Evópoli piensa que…”, las probabilidades son altas de que así sea”, detalla Alenda, quien realizó esta investigación junto a Julieta Suárez-Cao y Carmen Le Foulon.
Las expectativas eran que la derecha tradicional asignaría un rol más relevante al mercado que la nueva. La mayoría serían acérrimos defensores del libre mercado (que el mercado se autorregule) o tendrían la idea de un Estado subsidiario que intervenga solo para suplir las deficiencias de la participación privada, considerando el gasto social hacia los grupos vulnerables como algo focalizado (por ejemplo, un bono). Esta última concepción fue potenciada durante la dictadura y aún persiste en nuestra Constitución.
Y así fue, el estudio comprobó que un 70% de los dirigentes de UDI y RN defendían “la visión de un Estado mínimo. Hasta ahí no había mucha novedad, era una herencia de lo que se forjó durante el Régimen Militar”, puntualiza Alenda, quien fundó en 2009 la Escuela de Sociología de la UNAB.
Pero lo viejo no explicaba todo. Habían novedades.
Alcaldes solidarios
La investigación consignó entre las dirigencias una tercera posición más progresista que considera que las grandes empresas deben pagar más impuestos, al igual que deben incrementarse los impuestos individuales para financiar la protección social. En la encuesta, también se les consultó si esta redistribución debía ir en beneficio de los más vulnerables, si su respuesta también era afirmativa, entonces se les clasificaba como “solidarios”.
“Un 30%, casi un tercio -que es una minoría holgada-, ya tenía en 2016 estas posiciones más solidarias, vale decir, más que de derecha, de centro-derecha. Entonces es ahí donde empezamos a darnos cuenta de que había algo nuevo también en los dos partidos tradicionales”, cuenta entusiasmada Alenda, también presidenta del Comité de Investigación en Sociología Política (CPS) de las asociaciones internacionales de sociología (ISA) y ciencia política (IPSA).
Explica que esa visión solidaria, e incluso progresista en declararse a favor de una nueva Constitución, es más evidente en ciertos alcaldes: los mencionados Lavín y Carter vinculados con la UDI. Pero también en RN, como Germán Codina, que fue elegido con un 87,3% de las preferencias en Puente Alto, una de las comunas más populosas de nuestro país con 570 mil habitantes. Todos estos alcaldes han tomado protagonismo en medio de la pandemia.
Y si bien “comprobamos con nuestros datos que los alcaldes son mucho más progresistas”, la socióloga también destaca ejemplos de dirigentes nacionales: el diputado RN y presidente de su colectividad, Mario Desbordes (y su rol defendiendo la nueva constitución), así como el senador Manuel José Ossandón y su hermana Ximena, diputada. Mientras que en el caso de Evópoli, Alenda menciona al ministro de Hacienda, Ignacio Briones, que siendo liberal, pretende inyectarle “al liberalismo una fuerte dosis de justicia social y solidaridad”, puntualiza.
Los orígenes de esta sensibilidad “solidaria” no son nuevos, han existido en la derecha a lo largo de casi toda su historia. “En la derecha hay diferentes tradiciones de pensamiento y existe una, la social-cristiana, que ha tenido una posición mucho más pro Estado y que ya estuvo presente en el partido conservador, incluso después de la escisión de la Falange en 1957 (hoy Democracia Cristiana). Nosotros no planteamos que se trata de una filiación lineal, pero sí que esta sensibilidad no es ajena a la derecha chilena”, explica Alenda.
El factor Evópoli
Continuando con lo nuevo en la derecha chilena, lo más evidente era Evópoli, que surge como movimiento en 2012 y como partido político en 2015. Entonces acá la doctora Alenda se hace la misma pregunta inicial, pero al revés: ¿hay algo de viejo en Evópoli? Para tener una respuesta, la socióloga y su equipo aplicaron su encuesta censando a las dirigencias de Evópoli debido a su menor tamaño, logrando una tasa de respuesta del 91,2%. “Tuvimos una tasa de respuesta global muy buena, del 62,9%, excepcional para un estudio sobre las elites políticas. Cuando se llega a un 30%, ya es éxito”, dice Alenda quien realizó su tesis doctoral encuestando a las bases electorales de un partido populista en Bolivia.
“Qué hubiera uno esperado, ver en Evópoli diferencias muy sustantivas respecto a la UDI o RN en materia de redistribución, o sea un porcentaje mucho más alto de solidarios. Pero lo que se ve es que los dirigentes de Evópoli comparten la misma postura muy pro libre mercado que RN y UDI. Entonces uno de los hallazgos del estudio es que estamos ante una derecha bastante homogénea. Esto es específico a la derecha chilena y da cierta cohesión a la coalición”, detalla Alenda.
La renovación de Evópoli va entonces por lo valórico o “post-material”. En el estudio de Alenda, fueron incluidas preguntas vinculadas con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo y la despenalización del aborto y del consumo de marihuana. Y aunque se trate de un asunto coyuntural, también consultaron sobre el cambio a la Constitución. Los dirigentes de Evópoli fueron los que más estuvieron de acuerdo o muy de acuerdo con estas ideas, seguidos de RN y luego UDI (que más rechaza la despenalización del aborto que una nueva constitución).
Sobre la posibilidad de una nueva constitución, Alenda entrega más información: “Sin ésta no hay la posibilidad de reencontrarse en un proyecto de país que nazca de un acto de soberanía popular y no de un pacto elitario. Abre la posibilidad de que la ciudadanía -y no un puñado de expertos- escoja qué tipo de modelo de desarrollo quiere, cuál es el rol que les incumbe en él al Estado y al mercado. Eso va a ser el gran debate”.
Pero el Plebiscito Nacional será el 25 de octubre de 2020. Ahora la urgencia es otra.
Dado la pandemia, el Estado ha debido tomar un rol mucho más activo, con un gasto fiscal importante en medidas en pro de las personas y de las pequeñas y medianas empresas. Alenda es cautelosa y habla de estas medidas pro-Estado como “un paréntesis”.
“Está por verse este mundo de post-pandemia. Los tiempos de reconstrucción suelen entregar protagonismo al aparato estatal, fenómeno al que la derecha no ha sido ajena históricamente. Pero puede ser también que solo sean medidas transitorias, no significa por ejemplo que la derecha vaya a nacionalizar, no sé, las AFP. Depende también de las propias dinámicas al interior de la derecha, de mayor o menor convergencia con la oposición y de posicionamiento de liderazgos. Sin duda, implica repensar lo que es ser de derecha o no. En definitiva, el proyecto de la derecha”, finaliza.