07 Abril 2020

Licenciatura en Historia Viña del Mar: lo que el pasado nos puede enseñar acerca del coronavirus

Después de décadas de intentos por parte de los países que conforman la Unión Europea para derribar las barreras que los separan, el COVID-19, les ha obligado a reconstruirlas, replegándose a la soberanía nacional, pues, a través de siglos, el cólera, la viruela, malaria, tifus y otras enfermedades han cambiado el curso de la historia.

Hay momentos en los que el mundo pareciera detenerse de manera implacable, para reiniciar su curso habitual. La pandemia del COVID-19, que según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha cobrado más de 40.600 muertes alrededor del mundo, a excepción de la Antártica, no es la primera. Ni terremotos, tsumanis o erupciones volcánicas, tampoco las guerras, han matado más seres humanos que los virus, bacterias y parásitos que causan enfermedades. El temor que hoy siente el mundo, tiene raíces profundas en la historia.

Los anales del problema, se remontan a la Guerra del Peloponeso (430 al 426 aC) con la “Plaga de Atenas”, epidemia que moldeó los destinos atenienses, incluso más, que los propios ejércitos enemigos a los que se debió enfrentar la que conocemos como Gran Civilización. A mediados del siglo XIV, una peste en la Europa medieval, redujo drásticamente la población continental y así, a través de siglos, el cólera, la viruela, malaria, tifus y otras enfermedades han cambiado el curso de la historia y de paso le han hecho recordar a la humanidad toda su fragilidad.

Así, el Covid-19, marca el regreso de un enemigo nuevo, pero familiar, que ha obligado a la Unión Eropea a dejar atrás -de momento- décadas de intentos por derribar sus fronteras para replegarse a la soberanía nacional. ¿Pero qué es lo que el pasado puede enseñar acerca del coronavirus? Respecto de esto último y a través de un breve recorrido histórico, el Dr. Fernando Castillo, académico de Licenciatura en Historia de la Sede Viña del Mar, aclara como, aunque no siempre con los mismos elementos, la historia se repite y de ella se puede aprender.

_ ¿Revisando la historia reciente de Chile y las pandemias que lo han afectado qué reflexión deja lo que hoy sucede con la emergencia del COVID-19?

_ Que la propagación de este tipo de enfermedades es consecuencia de la globalización, ya que los progresos en el transporte han permitido un incremento, no solo en el intercambio de bienes y servicios entre las distintas regiones del mundo, sino que también han facilitado la propagación de ciertas enfermedades. En este caso, la propagación e impacto en el mundo del COVID-19, nos invita a reflexionar sobre el tema de las pandemias a lo largo de la historia, y en este contexto, las pandemias son tan recurrentes como los terremotos para nuestro país.

_ ¿Qué pandemias han afectado a Chile en su historia reciente?

_ Hacia fines del siglo XIX, Chile, se vio afectado por una importante crisis sanitaria asociada a una pandemia que había nacido en Rusia y que se desplegó por el mundo como consecuencia del desarrollo de los medios de transporte y al activo comercio de exportación e importación que tenía Chile con las principales potencias del mundo. En esa ocasión los registros estadísticos nos informan que dentro de los grupos de población más afectados por la influenza se encontraban las mujeres y los ancianos, y que tuvo una tasa de mortalidad cercana al 5% en 1891. Posteriormente, en 1918 nuestro país se vio afectado por la denominada Gripe española, la cual puso en jaque a buena parte del mundo occidental.

_ ¿En qué contexto se dio esta emergencia? ¿Hay alguna semejanza con lo que ocurre hoy en día?

_ No debemos olvidar que por esos años en Chile estaba en pleno desarrollo la denominada Cuestión Social.  Esto cobra vital importancia, pues implicó un importante proceso migratorio desde el campo a la ciudad. Sumándose a esto último, a un creciente proceso de urbanización y a la incapacidad de ciudades como Santiago o Valparaíso de recibir estos flujos migratorios. Fenómeno migratorio que motiva el desarrollo de conventillos, espacios habitacionales de precarias condiciones donde la ausencia de alcantarillado y agua potable, unido al hacinamiento, establecieron las condiciones ideales para el desarrollo de las denominadas enfermedades sociales, tales el cólera, tuberculosis, la viruela, entre otras.

_ ¿Y cómo se dieron estas enfermedades en Chile?

_ Para la pandemia de fines del siglo XIX, el cuadro se agudizó porque casi de manera paralela hubo en Chile un conjunto de enfermedades de las que prácticamente nadie se libró, las citadas enfermedades sociales. Mientras que la influenza presentó mayores contagios entre los sectores oligárquicos de la sociedad nacional, concluyendo con un dramático escenario en 1895 con aproximadamente 24.000 muertos.

_ ¿En términos sanitarios esto significó una evolución o mejoramiento del sistema de salud en Chile?

_ Creo que si, porque con la consolidación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile durante el siglo XIX, unido a una mayor inversión del Estado en Salud Pública, dicho sea de paso nunca fue suficiente, nos permiten observar, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, la transición de una medicina tradicional a una más científica, entendiendo por tradicional a la medicina casera, cuyas recetas se transmitían de generación en generación y que recomendaban consumir ante este tipo de enfermedades quinina, tilo, en algunos casos alcohol o leche, según corresponda.

Rol del Estado

_ ¿En la historia se puede identificar cómo el Estado respondió a la emergencia?

_ En Chile, el Anuario Estadístico de la República reportó más de 40.000 muertos entre 1918 y 1921 como consecuencia de la Gripe Española. En esa ocasión, al igual que hoy, el Estado no estaba preparado para enfrentar dicha pandemia, ni mucho menos la sociedad, de ahí la gran cantidad de muertos. Hacia 1917, había escases de insumos médicos, de recintos hospitalarios, de camas, y lo que fue peor aún, y de manera coincidente con la pandemia de 1889-1890 en la que junto con la influenza se dieron otras enfermedades de manera casi paralela, hubo un importante brote de tifus, lo que agudizó aún más la crisis sanitaria.

_ ¿Y qué medidas adoptó el gobierno de la época?

_ El Estado se endeudó, los medios desarrollaron importantes campañas de educación higiénica, se recomendaba no concurrir a lugares de significativa aglomeración como los cafés, espectáculos públicos. Se procedió a la higienización de los espacios públicos y privados como por ejemplo los conventillos, colegios, mercados e iglesias, pero no fue suficiente.

_ ¿Y la ciudadanía de la época cómo reaccionó?

_ Al igual que hoy, pero en un contexto distinto, hubo familias que decidieron no informar casos de familiares contagiados con la enfermedad, ya que ante la insuficiencia de camas se decidió establecer casas de aislamiento, con ello afectando a la familia completa, y con esto se podría  generar un verdadero estigma sanitario. Con el paso del tiempo y ante el avance de la enfermedad se tomaron medidas más drásticas como por ejemplo el cierre del Mercado Central o la suspensión de la romería al cementerio general el 1 de noviembre.

_ ¿Desde tu punto de vista cual o cuales son las principales semejanzas entre esto y lo hoy ocurre con la emergencia del COVID-19?

_ Cien años después observamos la propagación del COVID-19, y todavía hay personas que creen que es solo un resfriado, todavía hay personas que se reúnen en centros religiosos, que no respetan la cuarentena o que mal usan máscaras y guantes en su diario vivir, pareciera que vamos a seguir el camino de Italia o España, hoy hay mas de 50 mil muertos en el mundo, el caso de Guayaquil, Ecuador, es dramático, y para nuestra realidad creo que la incredulidad, por un lado, y la incertidumbre social por otro, son los grandes aliados del COVID-19 para que se siga propagando hoy en nuestro país.

Esta nota es parte de la serie de actualizaciones sobre Coronavirus en la que los especialistas de la Universidad Andrés Bello (UNAB) ofrecen información sobre los últimos desarrollos e implicancias del brote de COVID-19.  Más información sobre esta campaña impulsada por UNAB en “Prevenir en UNAB«.

Escrito por Natalia Cabrera