29 Agosto 2023

Seguridad: ¿Qué se puede extraer desde la Casen 2022?

Un 48% de los encuestados consideraba que la delincuencia, el orden público y el narcotráfico deberían ser las áreas a las que el Gobierno le dedique mayor esfuerzo.

El aumento de la delincuencia y de la percepción de mayor inseguridad han sido de los temas más relevantes en los últimos meses. Según Cadem en agosto de 2023, un 48% de los encuestados consideraba que la delincuencia, el orden público y el narcotráfico deberían ser las áreas a las que el Gobierno le dedique mayor esfuerzo. Incluso, dentro de las encuestas de esta misma plataforma, cuando se le pregunta a los chilenos por lo que sucederá en los próximos 10 años, el 64% considera que la delincuencia empeorará, y posicionan al aumento de la delincuencia y narcotráfico como el cuarto hito principal que ha marcado más significativamente al país en los últimos 10 años.

Según cifras de la plataforma STOP de Carabineros de Chile, comparando la cantidad de casos acumulados de cada año a la semana del 14 al 20 de agosto para los años 2022 y 2023, los casos de delitos de mayor connotación social han aumentado en 8,9%, donde tanto los homicidios, lesiones, robos y hurtos tienen variaciones al alza, mientras que las violaciones variaciones a la baja.

Darle importancia a esto es crucial debido a que la violencia va en desmedro directo del ejercicio de la libertad individual y del desarrollo de los países, afectando en áreas como la salud, el empleo e infraestructura, entre otros. Los entornos delictuales y relacionados con el narcotráfico ayudan a mantener las trampas de pobreza en muchas comunidades.

Así, desarrollarse dentro de un contexto sin exposición a inseguridades permite protección personal, tranquilidad emocional, un mejor desarrollo infantil lo que se traduce en una mejor adultez en el futuro, fomenta la interacción y colaboración entre las comunidades, los barrios tienden a ser más atractivos para que se desarrollen inversiones dentro de ellos y, en general, mejoran la calidad de vida de sus miembros.

Un ejemplo concreto de cómo los barrios en contextos de delincuencia y narcotráfico generan vulnerabilidad en las familias y coartan la posibilidad de acceder a distintos servicios y bienes, son los barrios rojos dentro del país que se catalogan como de “alto riesgo” por prestadores de servicios esenciales tales como la luz, el agua, el delivery, el internet, entre otros. Incluso, el equipamiento urbano pasa a ser problemático, debido a que no hay seguridad, certidumbre e incentivos a instalar comercio en esos lugares.

En este informe elaborado por el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello se resume la información disponible dentro de la encuesta Casen 2022 respecto a la seguridad, elemento que se incluye dentro del cálculo de pobreza multidimensional. Esto, en línea con rescatar lo importante que es ocuparse de la delincuencia existente en distintos barrios del país, debido la mayor vulnerabilidad y perpetuación de las trampas de pobreza que estos problemas generan.

I. Redes y Cohesión Social: carencias en seguridad.

Dentro de la pobreza multidimensional, específicamente en la dimensión de Redes y Cohesión Social, se incorpora un indicador de Seguridad que busca mostrar la importancia que tiene, para el desarrollo libre de la vida de las familias, encontrarse en una comunidad cohesionada y que no sufre de problemas agudos de inseguridad relacionados con hechos delictivos que pueden ser un peligro para la vida de sus integrantes y su salud tanto física como mental[1].

Dentro de la encuesta se pregunta por la frecuencia en la que se presencian distintos hechos delictivos y las opciones son: nunca, pocas veces, muchas veces y siempre. El indicador de seguridad considera que un hogar es carente en seguridad si alguno de sus miembros declara haber vivido o presenciado “siempre”, durante el último mes a una distancia de no más de quince minutos caminando desde su vivienda, alguno de estos dos hechos: tráfico de drogas, balaceras o disparos en su entorno.

De acuerdo con las cifras presentadas por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia respecto a esta encuesta, un 10,1% de los hogares a nivel nacional son carentes en este indicador, cifra que ha disminuido respecto al año 2015 y 2017, donde alcanzaba un valor de 11,0% y 11,9% respectivamente. A nivel regional, se puede destacar que la región con mayor porcentaje de hogares carentes corresponde a la Región Metropolitana con 14,8% y la menor corresponde a Aysén con solo un 0,8% de sus hogares carentes.

En la Tabla N°1 se muestra la diferencia en porcentaje de hogares carentes según quintil de ingreso autónomo per cápita del hogar para los años 2015, 2017 y 2022. Como se aprecia para 2022, dentro del primer quintil, 1 de cada 10 hogares son carentes en seguridad dentro de su entorno, es decir, presenciaron “siempre” tráfico de drogas o disparos dentro de su comunidad durante el último mes. Este porcentaje disminuye casi a la mitad para el quinto quintil, donde el 5,4% de los hogares declara presentar esta problemática. Esta diferencia es aún mayor cuando se comparan hogares según el decil de ingreso, donde 13,4% de las familias en el primer decil se consideran carentes, mientras que en el décimo decil este problema se produce en un 3,7% de las viviendas.

Al analizar el histórico, se encuentra una mejora en la brecha entre estos quintiles, la cual ha ido disminuyendo, pasando de ser 9 puntos aproximadamente a 6 puntos en 7 años, hecho que impacta directamente en las brechas en el futuro que se generan debido al desarrollo de las personas en un contexto vulnerable como este.

 

[1] Las diferencias en 2022 no son significativas entre el I, II y III quintil, pero sí entre estos últimos y el IV y V quintil, al igual que para 2017. Para 2015 todas las diferencias son significativas menos entre el quintil I y II.

Carencia de Seguridad por tipo de hogar

Por otra parte, es posible hacer la diferencia de carencia en seguridad entre hogares distintos por características de sus miembros. En la Tabla N°2 se muestran estos hogares de interés, considerando hogares con personas migrantes, con personas indígenas y con niños, niñas o adolescentes (NNA).

Primero, se analiza la situación de hogares en los que se encuentra al menos un migrante, sin embargo, no se encuentran diferencias significativas con lo que sucede en hogares a nivel nacional, y lo mismo sucede para hogares con NNA. Sin embargo, si se comparan por quintiles los hogares con NNA, un 13,3% de los hogares del primer quintil son carentes, mientras que un 3,6% en el caso del quinto quintil, observándose una diferencia entre quintiles significativa y levemente mayor a la que se produce a nivel nacional. Como muestra la evidencia, el entorno es un determinante fundamental del futuro de NNA, por tanto, desarrollarse en un contexto donde se declara que siempre, durante un mes, se vieron actos delictivos relacionados con narcotráfico o balaceras, afecta directamente el desarrollo de estos niños y los posiciona relativamente en una situación de vulnerabilidad mayor, haciendo más difícil la posibilidad de movilidad social.

Al comparar ahora a los hogares en los que vive al menos una persona indígena, se obtiene que un 11,6% de estos presenta carencias en seguridad, siendo mayor y distinto significativamente a lo que sucede a nivel nacional.

[1] Las diferencias en 2022 no son significativas entre el I, II y III quintil, pero sí entre estos últimos y el IV y V quintil, al igual que para 2017. Para 2015 todas las diferencias son significativas menos entre el quintil I y II.

Presencia de situaciones de inseguridad

Ahora bien, como se mencionó antes, la carencia de seguridad considera hogares que “siempre” presenciaron este tipo de situaciones durante el último mes. Sin embargo, también es importante considerar a hogares que presencian estos hechos con menor frecuencia que “siempre”, debido a que mantenerse en un contexto donde se producen estos hechos, aunque sea “pocas veces”, tiene efectos negativos a nivel de comunidad, de hogar y personal.

Debido a esto, en la Tabla N°3 se analizan las respuestas de los hogares a la pregunta de si algún miembro del hogar ha presenciado algún hecho de los que se listan y con qué frecuencia, considerando el último mes y a una distancia de 15 minutos caminando de la vivienda. Se agrupan las frecuencias pocas veces, muchas veces y siempre para considerar que al menos pocas veces el hogar presenció algún tipo de hecho delictivo y este porcentaje es el que se muestra en las tablas. Se comparan las respuestas entre los años 2015 y 2022.

Como se puede ver, en todos los tipos de eventos, menos en “Rayados o daños a casas o vehículos”, hubo un aumento significativo entre los años 2015 y 2022. Si en 2015 un 70% de los hogares contestaba que nunca presenció una balacera o disparos durante el último mes, este porcentaje cae a 58,7% en 2022. Lo anterior implica que el porcentaje de hogares que ha tenido contacto con balaceras o disparos aumentó en 11,3 puntos.

Luego, también hay un aumento considerable en las situaciones vinculadas con el consumo de alcohol y drogas y el tráfico de estas últimas. En 2015, un 69,5% de los hogares declaraba que, durante el mes, nunca había presenciado tráfico de drogas, mientras que a 2022 este porcentaje cae en 6 puntos, a 63,3%, y para el consumo la caída es menor, pero aún significativa, de 42,6% en 2015 a 39% en 2022.

Ahora, en la Tabla N°4 se muestran estos porcentajes diferenciando por quintil de ingreso autónomo, lo que permite conocer en qué hogares ocurrieron los mayores cambios respecto a la presencia de inseguridad. En general, llama considerablemente la atención que los mayores cambios no se produjeron a nivel del primer quintil, si no que, en otros, como el tercero o el quinto quintil.

Al analizar por situación, respecto al consumo de drogas o alcohol, el porcentaje en el primer quintil no cambió significativamente entre 2015 y 2022, sin embargo, en los demás quintiles se ve un aumento considerable. Incluso, en el tercer quintil se encuentra el mayor porcentaje de hogares que declara haber visto alguna de estas situaciones, donde 3 de cada 5 hogares de ese nivel socioeconómico responde haber presenciado al menos pocas veces esta situación en su barrio. Luego, respecto al tráfico de drogas, también se mantiene el aumento mayor en quintiles distintos al primero, donde el segundo y quinto quintil experimentaron el incremento más fuerte.

Respecto a “personas peleando o amenazándose”, el mayor aumento también sucede en el quinto y cuarto quintil. Aun así, dentro del segundo quintil se encuentra el porcentaje más alto para 2022, donde el 46,3% de los hogares pertenecientes a nivel socioeconómico declara haber visto esta situación en el entorno de su vivienda. Por último, respecto a la situación que mostró un mayor aumento a nivel nacional, que corresponde a haber presenciado balaceras o disparos dentro de la comunidad, en 2022 el porcentaje también es mayor para los primeros quintiles, pero los aumentos entre 2015 y 2022 fueron mayores en los niveles socioeconómicos distintos al más vulnerable, con un aumento de 12 puntos en el porcentaje de hogares del cuarto quintil que declara haber presenciado balaceras o disparos dentro de la proximidad de su vivienda durante el último mes.

[1] Las diferencias entre los años son significativas para todos los quintiles y preguntas, menos para “rayados o daños a casas o vehículos” entre 2015 y 2022 para el primer quintil y para “consumo de drogas o alcohol” entre 2015 y 2022 para el primer quintil.

Comparación regional

Por último, se destaca la diferencia territorial de la respuesta a estas preguntas para considerar las distintas realidades que sufren las regiones y cuáles son los problemas en temas de inseguridad que más les afectan. Respecto a “Rayados o daños a casa o vehículos”, vemos que el mayor problema se sufre en la región Metropolitana y en la región de Antofagasta, donde en ambas, más de la mitad de los hogares de cada territorio declara haber presenciado en el mes esta situación, al menos pocas veces.

Ahora, cuando el análisis se centra en el consumo de drogas o alcohol, se nota una mayor diferencia entre las regiones, donde nuevamente en la región Metropolitana es donde la proporción es mayor, al igual que en Arica y Parinacota y Tarapacá, regiones donde más del 70% de los hogares reporta haber presenciado esta situación durante el último mes. Respecto al tráfico de drogas, este problema empeora en las regiones de Arica y Parinacota, Antofagasta y Metropolitana, donde un 47,3%, 46,1% y 45,4% de los hogares declara haber presenciado comercio de sustancias ilícitas en su entorno durante el último mes, respectivamente.

Sobre situaciones de violencia relacionadas con peleas y amenazas entre ciudadanos, las regiones con mayor porcentaje de hogares que reportan estas situaciones corresponden también a la zona norte mayormente, con Arica y Parinacota y Tarapacá con el mayor porcentaje, seguidas de la región Metropolitana.

Por último, en cuanto a presenciar situaciones de balaceras o disparos, en las regiones Metropolitana, del Biobío y de Arica y Parinacota es donde se viven mayormente estos problemas según reportan los hogares. En la región con el porcentaje más alto, que corresponde a la Metropolitana, más de la mitad de los hogares reportan haber vivido esto durante el último mes.

 

II. Conclusión

Vivir en un entorno sin delincuencia y situaciones de inseguridad es fundamental para el desarrollo de una vida de calidad y en plena libertad. Son considerables los efectos negativos que genera la delincuencia, como limitar el desarrollo personal y comunitario, disuadir a las personas de participar en actividades sociales y económicas, fragmentación de las comunidades creando desconfianza entre sus miembros, impacto negativo en la economía debido al desincentivo a las inversiones y el turismo, socavar las instituciones y desestabilizar la sociedad, además de deteriorar considerablemente la salud mental. Peor aún, la delincuencia afecta de manera desproporcionada y más fuerte a comunidades vulnerables y marginadas.

De acuerdo con las cifras Casen 2022, disminuyó el porcentaje de hogares que son carentes en el indicador de Seguridad de la pobreza multidimensional, pasando de 11,9% en 2015 a 10,1% en 2022.

Al comparar por quintiles, se aprecia considerablemente una diferencia entre los porcentajes de hogares carentes, donde justo como indica el párrafo anterior, las familias más vulnerables se ven más afectadas por la inseguridad. Así, el 11,8% de los hogares del primer quintil declara que alguno de sus miembros presenció “siempre” durante el último mes, tráfico de drogas o balaceras, dentro del entorno que se define a una distancia de 15 minutos caminando. Este porcentaje cae a 5,4% cuando se observa el quinto quintil.

Luego, al analizar en detalle las preguntas sobre presenciar hechos de inseguridad, se encuentra que la situación que más tuvo un aumento entre 2015 y 2022, es presenciar balaceras o disparos dentro del entorno cercano. En 2015, un 70% de los hogares decía que nunca presenció, durante el último mes, alguna balacera o disparos, mientras que en 2022 este porcentaje cae drásticamente a 58,7%.

Al diferenciar por quintil, el cambio en la cantidad de hogares que presencian hechos de violencia ya sea consumo de drogas o alcohol en la vía pública, tráfico de drogas, personas peleando o balaceras, se destaca que la diferencia no se produce en el primer quintil, incluso en algunas de ellas no hubo cambios significativos para este nivel socioeconómico entre 2015 y 2022.

El cambio sustancial se aprecia en los otros quintiles, donde, por ejemplo, respecto al consumo de drogas o alcohol, en el tercer quintil se encuentra el mayor porcentaje de hogares que declara haber visto alguna de estas situaciones. En él, 3 de cada 5 hogares de ese nivel socioeconómico responde haber presenciado al menos pocas veces esta situación en su barrio. Asimismo, en cuanto al tráfico de drogas, el segundo y quinto quintil experimentaron el incremento más fuerte.

Además, existen diferencias significativas en cuanto a la distribución territorial en la que se producen estas situaciones de inseguridad. Cuando el análisis se centra en el consumo de drogas o alcohol, la región Metropolitana, la de Arica y Parinacota y la de Tarapacá son las regiones con mayor porcentaje de hogares que observan este hecho, con más del 70% de los hogares de esas regiones reportando haber presenciado esta situación durante el último mes. En general, las regiones con mayor porcentaje de hogares que experimentan situaciones inseguras se concentran en la macrozona norte y la región Metropolitana.

Así, es pertinente concluir que el problema de inseguridad está escalando cada vez más, y, por tanto, generando deterioro en la calidad de vida de las familias a lo largo de todo Chile. Como se observa en las respuestas de los hogares, el fenómeno se estaría desplegando en todos los niveles socioeconómicos, convirtiéndose en un problema a nivel nacional. Por tanto, es urgente que se tome en consideración la necesidad de ocuparse del narcotráfico y de las situaciones de inseguridad que afectan a las distintas poblaciones, ya que, de no hacerlo, se afecta completamente la vida de las personas y aún peor, de quienes se encuentran en peor situación de vulnerabilidad.

[1] Comité Asesor Ministerial sobre Entorno y Redes (2016): Informe final.