Cabe mencionar que, además, en esas semanas comenzaba a proliferar en Chile la variante Ómicron y el Gobierno anunciaba el fin del Ingreso Familiar de Emergencia, lo que sumado a una disminución del apoyo macroeconómico y las persistentes dificultades en la cadena de suministros mundial, configuraban un difícil escenario para 2022. En la consulta hecha a ejecutivos de distintos rubros, la mayoría de ellos de grandes empresas, los resultados decrecen en 8 puntos respecto de igual periodo del año anterior. Y debemos recordar que esos 53 puntos de optimismo de diciembre de 2020 probablemente se basaban en las alentadoras noticias relacionadas con las vacunas, así como en la reactivación económica proyectada al dejar atrás las extensas cuarentenas vividas, sobre todo en nuestra región.
El descenso de este indicador regional debe ser mirado con atención, pues refleja la incertidumbre frente a distintas contingencias, que incluyen el cambio de gobierno, el contexto sanitario mundial y el desempeño económico proyectado por todas las entidades especialistas, que no da pie a dobles lecturas: el 2022 será un año de desaceleración, con un crecimiento estimado entre el 1,5 y 2,5%.
A pesar de esto, el resultado del IPER es mejor a lo esperado, aun cuando solo el 4% de los empresarios de Biobío cree que el programa económico del nuevo gobierno tendrá impacto positivo, y que el 50% piensa que las inversiones disminuirán, ya que están relacionadas con las políticas públicas que tomará la nueva administración nacional. En este sentido, una parte importante de los encuestados afirma que temas como la violencia en la macrozona sur, la inflación y las definiciones en términos tributarios deben ser prioritarios en la agenda del Ejecutivo. A pesar de los puntos negativos plasmados en el sondeo, es importante destacar que este IPER también tiene notas de optimismo en aspectos tan trascendentes como el empleo. Así es que, por ejemplo, el estudio señala que el 57% de los principales ejecutivos de nuestras empresas manifiestan que mantendrán los puestos de trabajo y un 17% sostiene que aumentarán las vacantes.
En cuanto a desempleo, la suma entre quienes señalan que la cifra se mantendrá estable y quienes creen que bajará es casi un 65%, lo que sin duda muestra optimismo en cuanto a la mantención y repunte de la activación económica. En materia de remuneraciones, en tanto, un 60% de los encuestados afirma que no tendrán modificaciones y un importante 37% cree que aumentarán. También la proyección de ventas es positiva: un 42% señala que no habrá cambios respecto de 2021, y un 34% opina que aumentarán, apalancando mayores ingresos, lo que nuevamente da luces de optimismo en el empresariado.
Estas últimas variables entregan esperanza sobre lo que se viene, sobre todo considerando, entre otros factores, que vivimos un momento epidemiológico complejo dado por el mayor número de casos de contagio desde que inició la pandemia. Sin embargo, es clave entender que debemos contribuir a generar espacios de aliento y confianza en un futuro que trazaremos entre todos y que -ciertamente- nos encuentra mejor preparados que en el periodo de la primera ola Covid. En este sentido, es vital que ejecutivos, empresas, la academia y los trabajadores aportemos desde nuestras veredas a generar ambientes que propendan al crecimiento, al desarrollo y promuevan el optimismo, pues las percepciones son claves para las expectativas y estas, para la recuperación económica.
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