12 Diciembre 2024

Región del Biobío logró una movilidad social multidimensional promedio de 18,7% en una generación, un tercio más que el promedio del país

El primer Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional de la Región del Biobío propone un innovador modelo para medir los avances sociales y económicos que ha experimentado la región en las últimas décadas. La investigación del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello arrojó que el nivel educacional (57,3%), el acceso al consumo (45,9%), la habitabilidad (41,2%), el acceso a la salud (28,2%) y el trabajo u ocupación (19,5%) mostraron avances netos positivos, mientras que los indicadores asociados a la vivienda propia (-0,9%), al interés público (-4,9%) y la seguridad en el barrio (-36,8%) son las que empeoraron en comparación con la generación previa.

Con el fin de proporcionar un marco que capture de manera integral las distintas dimensiones en las que una sociedad puede manifestar indicios de movilidad social, el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello dio a conocer los resultados del primer Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional de la Región del Biobío.

Conoce el estudio completo en este enlace

Según la OCDE, la movilidad social se entiende como la habilidad de los individuos para cambiar su estado socioeconómico durante su vida y entre generaciones, la cual se puede medir a nivel intergeneracional -comparando dos generaciones- e intrageneracional – a lo largo del ciclo vital del individuo-. Así, una sociedad con alta movilidad social se relaciona con una mayor igualdad de oportunidades entre sus ciudadanos, fomentando la innovación, la cohesión social y el crecimiento económico sostenible. En cambio, en contextos de baja movilidad social se observan mayores brechas de acceso a oportunidades entre las personas, lo que restringe el bienestar y el desarrollo de su nación.

Las innovaciones del modelo UNAB

En Chile, la movilidad social se ha medido tradicionalmente de forma sectorial principalmente a través de la comparación de quintiles de ingresos y, en menor grado, por el nivel educacional alcanzado o el tipo de ocupación. En ese sentido, el nuevo modelo desarrollado por el Instituto UNAB de Políticas Públicas propone transitar desde un enfoque bidimensional a uno multidimensional de movilidad intergeneracional -en línea con los cambios que se han introducido en la medición de la pobreza- que integra ocho áreas de análisis: nivel educacional, acceso a la salud, vivienda propia, habitabilidad, seguridad en el barrio, trabajo u ocupación, acceso al consumo e interés público.

Otro aspecto innovador del modelo propuesto por la UNAB es que las comparaciones intergeneracionales se realizaron contrastando la situación actual de personas entre 35 y 55 años con la figura paterna o materna que estuvo con mayores avances en cada dimensión, a diferencia de como se ha hecho tradicionalmente que es comparando al hijo o hija con la figura paterna.

El estudio del Instituto UNAB de Políticas Públicas se construyó a partir de una encuesta cara a cara representativa de la Región del Biobío que recolectó información de 307 personas de entre 35 y 55 -que representan a un total de 439.251 habitantes de la región de ese rango etario- mediante un cuestionario de 90 preguntas cerradas, la aplicación del Test de Raven que mide habilidades del razonamiento abstracto y una Escala de Capital Social. Para poder realizar el análisis, a los entrevistados se les preguntó por su condición actual y la de sus padres o figuras parentales principales cuando el encuestado tenía 14 años. El trabajo de campo se realizó entre el 22 de marzo y el 27 de junio de 2024 y estuvo a cargo de la empresa CADEM.

Cómo se movió la Región del Biobío en una generación

El estudio del Instituto UNAB de Políticas Públicas analizó las ocho dimensiones que componen el modelo, dentro de las cuales se observaron casos de movilidad ascendente -personas que se encuentra en una posición mejor que la de sus padres-, nula – quienes están en la misma ubicación que sus figuras parentales- o descendente -personas que se encuentran peor-. Finalmente, para cada dimensión se calculó la movilidad social neta, que corresponde a la diferencia entre la movilidad ascendente y descendente.

Así, por ejemplo, el estudio arrojó que es en la dimensión “nivel educacional” donde se produjo la mayor movilidad de todas las variables analizada a nivel regional, con un 57,3% de movilidad social neta positiva, 4,8 puntos porcentuales mayor al promedio nacional (52,5%). Para llegar a esta conclusión, el estudio comparó el máximo grado educativo -educación básica, media, técnica, universitaria, entre otras- alcanzado por el encuestado con el más alto logrado entre su figura materna o paterna. Al desglosar los datos, esta dimensión mostró una movilidad ascendente de un 61,6%, mientras que un 34% tuvo movilidad nula y un 4,4% experimentó una movilidad descendente, es decir, alcanzaron un menor grado académico que sus padres o madres.

En la segunda dimensión en la que se produjo una mayor movilidad social neta positiva fue en el “acceso al consumo”, dimensión que alcanzó un 45,9% de movilidad social neta positiva y que implica la posibilidad de acceder a distintos bienes, ya sea sin crédito, con crédito o sin acceso a ninguno de ellos. En esta dimensión, un 59,7% de la población se encuentra mejor que sus padres (+14 puntos que el promedio nacional), mientras que un 26,6% ­se encuentra igual y un 13,7% tiene menor acceso al consumo.

Luego, en el tercer lugar se posiciona la “habitabilidad” con un 41,2% de movilidad neta positiva (+6,8 puntos que el promedio nacional), dimisión que mide el número de habitaciones por persona disponibles dentro del hogar, es decir, la falta de hacinamiento en las viviendas. Así, el desempeño neto a nivel regional fue de esta dimensión fue inferior que el promedio nacional, el cual fue de un 48%. En tanto, el 53,3% mostró movilidad ascendente en esta área, esto es, habita viviendas con menos personas promedio por habitación de que lo que sucedía en su infancia. Por su parte, un 34,5% de la población regional objetivo presentó movilidad social nula y el 12,2% restante tiene un menor nivel de habitabilidad en su hogar actual que el que tenía en su infancia.

La dimensión “acceso a la salud” presentó una movilidad neta de 28,2%% (16,7 puntos más que el nivel nacional, que alcanzó un 11,5%), ubicándose en el cuarto lugar. Acá, un 48,6% de la población regional experimentó movilidad ascendente al poder lograr una atención más rápida y oportuna en su sistema de salud que lo que vivieron sus padres en el pasado. Una movilidad nula alcanzó el 30,9% y el 20,5% se encuentran en una condición de acceso a la salud peor que sus figuras parentales principales.

La dimensión “trabajo u ocupación” alcanzó el quinto lugar con un 19,5% de movilidad social neta, casi el doble de lo ocurrido a nivel nacional donde fue de un 10,4%. En ella, un 44% de la población presentó una movilidad regional ascendente, es decir, se ubica en un mejor grupo o cluster generado a partir de la agrupación de ocupaciones según el Clasificador Chileno de Ocupaciones utilizado por el INE, proveniente de la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO) de la OIT, y la Encuesta Suplementaria de Ingresos de los años 2023 y 2013. Asimismo, un 31,6% ­tiene movilidad social nula en esta dimensión y, finalmente, el 24,4% tuvo movilidad descendente.

“Vivienda propia” es la primera variable regional que presenta un retroceso en la generación actual al compararla con la de sus padres o figuras parentales principales, aunque el desempeño neto negativo es significativamente menor en comparación al nivel nacional (-0,9% en la Región del Biobío vs. -9,0% en el país). Esta considera el tipo de propiedad de la vivienda habitada -propia, arrendada, cedida u ocupación irregular-, siendo la “casa propia” el nivel más alto y el uso irregular el más bajo. Esta dimensión mostró una movilidad social neta negativa dado que un 23,1% presentó movilidad ascendente, un 52,8% movilidad nula y un 24,1% movilidad descendente. Dentro de quienes presentaron movilidad nula, el 80% tiene una vivienda propia, por tanto, la inmovilidad se genera en el nivel más alto para esta variable y se considera como un escenario positivo. De ese mismo grupo, el 13% se mantiene en viviendas arrendadas y el 7% restante se mantiene en casas con un grado de ocupación más informal (cedida u ocupación irregular).

Otra variable que mostró una trayectoria negativa entre una generación y otra fue el “interés público”, al mostrar una movilidad social neta negativa de -4,9%, menor al -6,6% observado a nivel país. Esta dimensión refleja la disposición a involucrarse en el diálogo político nacional e internacional y la importancia atribuida a la participación en los procesos electorales del país. Al analizar las cifras en detalle, se observa que un 30% de la población regional entre 35 y 55 años presenta mayor interés en los asuntos públicos que sus padres, mientras que un 35,1% muestra el mismo grado y un 34,9% menor compromiso con la esfera pública y electoral.

Por último, es en “seguridad en el barrio” donde se encontraron los resultados más negativos dentro de las ocho dimensiones estudiadas por el modelo de la UNAB, tanto a nivel nacional como regional. Acá, se midió la frecuencia con la que los encuestados presencian personas traficando drogas en la vía pública y cuán seguido ocurren balaceras en su barrio. Esta variable, en términos netos, experimentó una movilidad social descendente de -36,8%, inferior en comparación al promedio nacional de un -42,7%. En específico, un 47,1% presentó movilidad social descendente, es decir, vive actualmente en barrios con menor seguridad que los que habitaban sus padres o figuras principales durante su infancia. Por otro lado, un 42,6% se mantiene en la misma situación que sus padres, y un 10,3% vive en un barrio con mayor seguridad.

Así, luego de analizar las ocho dimensiones que abarca el Modelo UNAB de Movilidad Social Multidimensional, la investigación del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello concluye que la Región del Biobío experimentó una movilidad neta positiva de 18,7% entre la generación actual y la de sus padres o madres, 6,7 puntos porcentuales mayor que el promedio nacional (12%). El nivel educacional (57,3%), el acceso al consumo (45,9%, la habitabilidad (41,8%), el acceso a la salud (28,2%) y el trabajo u ocupación (19,5%) impulsaron el avance en sentido ascendente en el Biobío, mientras que la vivienda propia (-0,9%), el interés público (-4,9%) y la seguridad en el barrio (-36,8%) fueron aquellas dimensiones que empeoraron al comparar la condición de las personas de entre 35 y 55 años en la actualidad con la que tenían a los 14 años.

Como conclusión, el director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello destaca que, en términos generales “considerando las dinámicas y desafíos locales, la Región del Biobío experimentó un progreso multidimensional mayor que el promedio nacional, el cual ha sido especialmente notable en las áreas de educación y el acceso al consumo y a la salud, puesto que superan con creces el desempeño a nivel país. Dentro de las que tuvieron movilidad descendente, aunque cayeron en menor medida que el promedio nacional, preocupan las dimensiones de interés público y seguridad en el barrio porque sufrieron retrocesos importantes en el período estudiado”.

Por ello, Raúl Figueroa concluye que “si bien nuestro análisis refleja que el Biobío ha podido capitalizar de mejor forma los avances que se han visto en el país, aún existen desafíos evidentes que deben ser atendidos desde la política pública. Esperamos que estos resultados se transformen en un insumo para que las autoridades focalicen su labor con una perspectiva local y puedan potenciar el trabajo positivo que se ha realizado en las últimas décadas y, asimismo, cuenten con herramientas que permitan nivelar aquellos aspectos en los cuales la región se ha ido quedando atrás en su camino al desarrollo”.

Estudio completo aquí