Región de Valparaíso logró una movilidad social multidimensional promedio de 10,7% en una generación, aunque bajo del nivel nacional
El primer Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional de la Región de Valparaíso propone un innovador modelo para medir los avances sociales y económicos que ha experimentado la región en las últimas décadas. La investigación del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello arrojó que el nivel educacional (54,7%), la habitabilidad (48,8%), el acceso al consumo (25%), el acceso a la salud (5,3%) y el trabajo u ocupación (4,8%) mostraron avances netos positivos, mientras que los indicadores asociados a la vivienda propia (-2,7%), al interés público (-10,2%) y la seguridad en el barrio (-39,9%) preocupan al empeorar en comparación con la generación previa.
Con el fin de proporcionar un marco que capture de manera integral las distintas dimensiones de la movilidad social, el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello dio a conocer los resultados del primer Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional de la Región de Valparaíso.
Según la OCDE, la movilidad social se entiende como la habilidad de los individuos para cambiar su estado socioeconómico durante su vida y entre generaciones, la cual se puede medir a nivel intergeneracional -comparando dos generaciones- e intrageneracional – a lo largo del ciclo vital del individuo-. Así, una sociedad con alta movilidad social se relaciona con una mayor igualdad de oportunidades entre sus ciudadanos, fomentando la innovación, la cohesión social y el crecimiento económico sostenible. En cambio, en contextos de baja movilidad social se observan mayores brechas de acceso a oportunidades entre las personas, lo que restringe el bienestar y el desarrollo de su nación.
En Chile, la movilidad social se ha medido tradicionalmente de forma sectorial principalmente a través de la comparación de quintiles de ingresos y, en menor grado, por el nivel educacional alcanzado o el tipo de ocupación. En ese sentido, el nuevo modelo desarrollado por el Instituto UNAB de Políticas Públicas propone transitar desde un enfoque bidimensional a uno multidimensional de movilidad intergeneracional -en línea con los cambios que se han introducido en la medición de la pobreza- que integra ocho áreas de análisis: nivel educacional, acceso a la salud, vivienda propia, habitabilidad, seguridad en el barrio, trabajo u ocupación, acceso al consumo e interés público.
Otro aspecto innovador del modelo propuesto por la UNAB es que las comparaciones intergeneracionales se realizaron contrastando la situación actual de personas entre 35 y 55 años con la figura paterna o materna que estuvo con mayores avances en cada dimensión, a diferencia de como se ha hecho tradicionalmente que es comparando al hijo o hija con la figura paterna.
El estudio del Instituto UNAB de Políticas Públicas se construyó a partir de una encuesta cara a cara representativa a nivel regional que recolectó información de 328 personas de entre 35 y 55 mediante un cuestionario de 90 preguntas cerradas, la aplicación del Test de Raven -para medir habilidades del razonamiento abstracto- y una Escala de Capital Social. Para poder realizar el análisis, a los entrevistados se les preguntó por su condición actual y la de sus padres o figuras parentales principales cuando el encuestado tenía 14 años. El trabajo de campo se realizó entre el 22 de marzo y el 27 de junio de 2024 y estuvo a cargo de la empresa CADEM.
Cómo se movió la Región de Valparaíso en una generación
El estudio del Instituto UNAB de Políticas Públicas analizó las ocho dimensiones que componen el modelo, dentro de las cuales se observaron casos de movilidad ascendente – porcentaje de personas que se encuentra en una posición mejor que la de sus padres en una dimensión-, nula – quienes se ubican en la misma posición que sus figuras parentales- o descendente -personas que se encuentran en una situación peor -. Finalmente, para cada dimensión se calculó la movilidad social neta, que corresponde a la diferencia entre la movilidad ascendente y descendente.
Así, por ejemplo, el estudio arrojó que es en la dimensión “nivel educacional” donde se produjo la mayor movilidad social neta positiva de todas las variables analizada, con un 54,7% a nivel regional, situándose por sobre el 52,5% alcanzado a nivel nacional. Es decir, más de la mitad de las personas que en la actualidad tienen entre 35 y 55 años alcanzaron un mayor nivel educacional que sus padres o madres. Para llegar a esta conclusión, se comparó el máximo grado educativo -educación básica, media, técnica, universitaria, entre otras- alcanzado por el encuestado con el más alto logrado entre su figura materna o paterna. Al desglosar los datos, esta dimensión mostró una movilidad ascendente de un 61,9%, mientras que un 30,9% tuvo movilidad nula y un 7,2% experimentó una movilidad descendente, es decir, alcanzaron un menor grado académico que sus padres o madres.
En la segunda dimensión en la que se produjo una mayor movilidad social neta positiva, con un 48,8%, fue en “habitabilidad”, la cual mide el número de habitaciones por persona disponibles dentro del hogar, es decir, la falta de hacinamiento en las viviendas. Al igual que en “nivel educacional”, el desempeño neto a nivel regional fue de la dimensión “habilitad” fue superior que el promedio nacional, el cual fue de un 48%. En tanto, el 58,9% mostró movilidad ascendente en esta área, esto es, habita viviendas con menos personas promedio por habitación de que lo que sucedía en su infancia. Por su parte, un 30,9% de la población regional objetivo presentó movilidad social nula y el 10,1% restante tiene un menor nivel de habitabilidad en su hogar actual que el que tenía en su infancia.
Luego, en el tercer lugar se posiciona el “acceso al consumo”, dimensión que alcanzó un 25% de movilidad social neta positiva y que implica la posibilidad de acceder a distintos bienes, ya sea sin crédito, con crédito o si no es posible acceder a ellos de ninguna forma. En esta dimensión, un 42,7% de la población se encuentra mejor que sus padres, mientras que un 39,5% se encuentra igual y un 17,7% tiene menor acceso al consumo. En comparación con el promedio nacional (31,9%), esta dimensión registró menos 6,9 puntos porcentuales de movilidad neta.
La dimensión “acceso a la salud” presentó una movilidad neta de 5,3% (6,2 puntos menos que el nivel nacional, que alcanzó un 11,5%), ubicándose en el cuarto lugar. Acá, un 35,7% de la población regional experimentó movilidad ascendente al poder lograr una atención más rápida y oportuna en su sistema de salud que lo que vivieron sus padres en el pasado. Una movilidad nula alcanzó el 33,9% y el 30,4% se encuentran en una condición de acceso a la salud peor que sus figuras parentales principales.
La dimensión “trabajo u ocupación” alcanzó el quinto lugar con un 4,8% de movilidad social neta, menos de la mitad de lo ocurrido a nivel nacional donde fue de un 10,4%. En ella, un 33,2% de la población presentó una movilidad ascendente, es decir, se ubica en un mejor grupo o cluster generado a partir de la agrupación de ocupaciones según el Clasificador Chileno de Ocupaciones utilizado por el INE, proveniente de la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (CIUO) de la OIT, y la Encuesta Suplementaria de Ingresos de los años 2023 y 2013. Asimismo, un 38,3% tiene movilidad social nula en esta dimensión y, finalmente, el 28,5% tuvo movilidad descendente.
“Vivienda propia” es la primera variable regional que presenta un retroceso en la generación actual al compararla con la de sus padres o figuras parentales principales, aunque el desempeño neto negativo es menor a un tercio en comparación a nivel nacional (-2,7% en la Región de Valparaíso vs. -9% en el país). Esta considera el tipo de propiedad de la vivienda habitada -propia, arrendada, cedida u ocupación irregular-, siendo la “casa propia” el nivel más alto y el uso irregular el más bajo. Esta dimensión mostró una movilidad social neta negativa dado que un 17,5% presentó movilidad ascendente, un 62,3% movilidad nula y un 20,2% movilidad descendente. Dentro de quienes presentaron movilidad nula, el 68% tiene una vivienda propia, por tanto, la inmovilidad se genera en el nivel más alto para esta variable y se considera como un escenario positivo. De ese mismo grupo, el 27% se mantiene en viviendas arrendadas y un 5% restante se mantiene en casas con un grado de ocupación más informal (cedida u ocupación irregular).
Otra variable que mostró una trayectoria negativa entre una generación y otra fue el “interés público”, al mostrar una movilidad social neta negativa de -10,2%, mayor al -6,6% observado a nivel país. Esta dimensión refleja la disposición a involucrarse en el diálogo político nacional e internacional y la importancia atribuida a la participación en los procesos electorales del país. Al analizar las cifras en detalle, se observa que un 27,6% de la población regional entre 35 y 55 años presenta mayor interés en los asuntos públicos que sus padres, mientras que un 34,5% muestra el mismo grado y un 37,9% menor compromiso con la esfera pública y electoral.
Por último, es en “seguridad en el barrio” donde se encontraron los resultados más negativos dentro de las ocho dimensiones estudiadas por el modelo de la UNAB en la región. Acá, se midió la frecuencia con la que los encuestados presencian personas traficando drogas en la vía pública y cuán seguido ocurren balaceras en su barrio. Esta variable, en términos netos, experimentó una movilidad social descendente de -39,9%, levemente inferior en comparación al promedio nacional con -42,7%. Un 47,6% presentó movilidad social descendente, es decir, vive actualmente en barrios con menor seguridad que los que habitaban sus padres o figuras principales durante su infancia. Un 44,7% se mantiene en la misma situación que sus padres, y un 7,7% vive en un barrio con mayor seguridad.
Por lo tanto, luego de analizar las ocho dimensiones que abarca el Modelo UNAB de Movilidad Social Multidimensional, la investigación concluye que la Región de Valparaíso experimentó una movilidad neta positiva de 10,7% entre la generación actual y la de sus padres o madres, 1,3 puntos porcentuales menor que el promedio nacional (12%). El nivel educacional (54,7%), la habitabilidad (48,8%), el acceso al consumo (25%), el acceso a la salud (5,3%) y el trabajo u ocupación (4,8%) impulsaron el avance en sentido ascendente en la región, mientras que la vivienda propia (-2,7%), el interés público (-10,2%) y la seguridad en el barrio (-39,9%) fueron aquellas dimensiones que empeoraron al comparar la condición de las personas de entre 35 y 55 años en la actualidad con la que tenían a los 14 años.
Como conclusión, el director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello comenta que “en términos generales, es destacable que, considerando sus dinámicas y desafíos locales, la Región de Valparaíso ha experimentado una movilidad social neta positiva similar a lo observado a nivel nacional, especialmente en áreas relacionadas a la educación y habitabilidad, las cuales incluso mostraron un desempeño levemente mejor que el promedio nacional. Sin embargo, dentro de las que tuvieron movilidad descendente preocupa lo que ocurre con la dimensión de interés público, cuya caída es casi el doble que lo que ocurre a nivel país, mientras que los descensos en vivienda propia y seguridad del barrio, si bien son fuertes, lo hacen en menor medida que el promedio de Chile”.
Por ello, Raúl Figueroa comenta que “esperamos que los resultados de este estudio se transformen en una herramienta para que las autoridades puedan focalizar con una perspectiva territorial las políticas públicas locales para así, por un lado, potenciar el trabajo positivo que se ha realizado a nivel regional en las últimas décadas y, por otro, nivelar aquellos aspectos en los cuales la región se ha ido quedando sistemáticamente atrás. Esto, con el fin de que todo nuestro territorio pueda alcanzar el bienestar y el desarrollo de forma descentralizada y sostenible”.