ORGULLO UNAB | Un cardiólogo que aporta a resolver patologías de la población más vulnerable
Hace nueve años que Javier Alegría se tituló en la Escuela de Medicina de la U. Andrés Bello. Actualmente, trabaja como cardiólogo en el Hospital Sótero del Río.
“No fue fácil, siempre estuve entre una ingeniería o algo en salud, finalmente opté por medicina buscando una carrera que me permitiera trabajar en equipo, siempre desafiante y que se base en el trabajo directo con personas”, reconoce Javier Alejandro Alegría Ansaldo, titulado en la Escuela de Medicina en la U. Andrés Bello, sede Viña del Mar, en 2013.
“Nunca me imagine en un trabajo de escritorio”, agrega sonriente el cardiólogo que trabaja en el Hospital Sótero del Río, en Santiago, fundamentalmente en la Unidad de Intensivo Coronario y en el Programa de Arritmias y Marcapasos.
¿Qué te gusta de tu trabajo?
Por un lado, nunca me aburro, es todo lo contrario a un trabajo rutinario. Siempre hay desafíos, nuevos pacientes y nuevas historias. Asimismo, soy feliz cuando un enfermo, y su familia, se sienten acogidos, y que a través mi trabajo puedo aportar en aliviar sus dolencias.
¿Por qué optaste por la cardiología?
Hay algo de “millenial” en la elección, es una especialidad súper resolutiva. Una vez que se detecta un problema, la mayoría de las veces podemos ofrecer una solución a corto plazo: destape una arteria tapada, instalar un marcapasos a quien tiene el pulso lento, controlar la presión quien sufre de hipertensión… por ejemplo.
¿Qué herramientas te entregó la UNAB para enfrentar tu vida profesional?
Varias, pero lo que puedo destacar fue lo integral de la formación, como recién egresado me sentía con la confianza para trabajar en un consultorio, de urgencias en una posta o postular a una especialidad. Me incline por esta última. Además, siempre noté un plus de haber recibido una docencia acogedora, cercana y consciente por los tutores: se enfocaron en desarrollar el pensamiento crítico más que en aprender cosas de memoria.
¿Qué recuerdas de tu vida en la UNAB como estudiante?
La gran familia que fueron mis compañeros, estuvimos prácticamente 7 años encerrados juntos en las buenas y en las malas, exámenes y vacaciones…nos seguimos viendo con frecuencia con muchos de ellos.
¿Qué te enseñó la pandemia?
Lo fundamental de la medicina preventiva, estos 2 años sin controles de la población nos han llevado a ver muchísimas complicaciones que se podrían haber prevenido con consultas oportunas.
¿Cuáles son tus desafíos?
Desde este año tomé como desafío la docencia en pregrado, comencé con algunas clases en mi propia universidad y me gustaría potenciar esta arista. Por otro lado, estoy perfeccionándome en el tratamiento y diagnósticos de arritmias cardiacas, lo que incluye postular a programas de formación en el extranjero.
¿En que contribuyes desde tu área a un Chile mejor?
Afortunadamente estoy en un hospital público, donde resolvemos patologías de la población más vulnerable con estándares de excelencia, nada que envidiar a una clínica cara. Por otro lado, constantemente recibimos alumnos de pre y postgrados en sus prácticas. Tener la oportunidad de compartir lo aprendido es fundamental en nuestra profesión.
¿Cuál es el colmo de un cardiólogo?
Excelente pregunta. Me da mucha rabia cuando algún colega se fija más en los exámenes que en el relato de un paciente. La clave siempre está en la historia y examen físico, los exámenes vienen a corroborar una sospecha y no al revés.
¿Qué aconsejarías a futuros médicos UNAB?
Que vivan la profesión con calma y disfruten lo que hacen, si alguna vez lo están pasando mal en su trabajo. Definitivamente deben cambiar de rumbo. Lo nuestro se basa en el amor por lo que hacemos y nuestros pacientes.