ORGULLO UNAB | Odontóloga encontró en el trabajo en Residencias Sanitarias su aporte en la lucha contra el Covid
Se tituló en la Facultad de Odontología de la U. Andrés Bello hace tres años, sin pensar que la severa pandemia que afecta a Chile la llevaría a reinventarse y a poner toda su fuerza y conocimiento para ayudar a los pacientes. Esta es la historia de un Orgullo UNAB, de Constanza Fernández.
Constanza Fernández Rubio es odontóloga y como muchos cirujanos dentistas tuvo que hacer un giro radical en su profesión pero no solo por la falta de pacientes y los protocolos en el comienzo de la pandemia por Covid-19, sino porque buscó la manera de aportar “su grano de arena” en la lucha contra este virus.
Titulada en 2018 la Facultad de Odontología de la U. Andrés Bello, esta mujer de 29 años reconoce que siempre le apasionó la ciencia y la biología, pero sobre todo le gustaba mucho relacionarme con las personas. “Supe de inmediato que quería estudiar una carrera relacionada con la salud. Odontología es una carrera muy completa con un abanico de posibilidades y especialidades para todos los gustos, además que te da mucha independencia laboral”, reconoce.
Actualmente, la odontóloga se encuentra trabajando en la SEREMI de Salud de la Región Metropolitana, en el Departamento de Residencias Sanitarias como Gestora de cupos. “Mi equipo se encarga de toda la gestión para el ingreso de pacientes a través de las solicitudes que nos llegan de toda la red de salud, tanto pública como privada”, explica.
¿Cómo definirías estos meses de pandemia?
Creo que estos meses han sido de mucha presión psicológica y estrés, donde nos vemos envueltos en la incertidumbre tanto laboral, como social y en el ámbito de salud. El miedo y la incertidumbre a calado fuerte en la mente de las personas, lo podemos ver reflejado, en el aumento de las consultas psicológicas y psiquiátricas. No hemos podido disipar nuestro estrés, ya que se han limitado las válvulas de escape como el deporte, actividades al aire libre, reuniones familiares, celebraciones, las típicas escapadas a la playa o al campo, con lógica razón, por supuesto. Muchos de nuestros planes y proyectos se han puesto en pausa por la pandemia sin saber a ciencia cierta cuándo podremos retomarlos. Es difícil saber que muchas personas han quedado sin trabajo o que empresas/pymes han cerrado por no poder sostener más la situación económica actual, sin olvidar que esta crisis afectará y nos traerá repercusiones por un par de años más.
¿En qué te ha cambiado la vida en lo profesional y personal esta pandemia?
En lo profesional fue un gran cambio, pasé de trabajar como dentista, atendiendo pacientes en una clínica, al trabajo de oficina con un rol administrativo. Cambié los “pijamas” clínicos y zapatillas, por la ropa de ejecutiva (risas), ha sido un cambio en 180 grados que no me esperaba. En lo personal bastante, mi familia es muy unida y no la he podido ver en más de un año y medio, cosa que les pasa a todos. También estaba muy acostumbrada a viajar, salir con mis amigos, sus escapadas a la playa para distraerse, actividades al aire libre que hoy en día simplemente no se pueden hacer. Es difícil el encierro, no poder conectar con la naturaleza, ha sido tanto tiempo de encierro y cuidándonos que a veces me siento un poco desconectada con el exterior. Me reconforta saber que gracias a este esfuerzo nadie de mi familia se ha contagiado y están muy bien de salud.
Los profesionales de la salud, especialmente los odontólogos han tenido que adaptarse ¿Cómo los ha hecho tú?
Sí, mucho, sobre todo al principio de la pandemia, la abrupta bajada de pacientes por el miedo al contagio, el agresivo aumento de precio de los EPP (Elementos de Protección Personal) y el cierre de muchas clínicas privadas que no pudieron seguir funcionando. Por mi parte, quería involucrarme en lo que estaba pasando, es algo histórico a nivel mundial y quería formar parte de esto, poner mi granito de arena para poder ayudar a las personas, a los pacientes. No podía estar presencialmente en un hospital, debía encontrar otra forma de apoyar.
¿Te ha pasado alguna historia con algún paciente que te haya hecho llorar?
Sí, muchas, desde pacientes que te comentan que no llevaran bolso a la residencia porque solo tienen un cambio de ropa, a pacientes que te llaman llorando porque los han echado de sus casas o, simplemente, sus familiares los han abandonado al enterarse que son Covid +. Pacientes que no cuentan con ninguna red de apoyo y no tienen cómo alimentarse para poder realizar la cuarentena. Me tocó llamar a un paciente de nacionalidad peruana que necesita ingresar a residencia con urgencia porque había salido PCR+ y vivía en un cité “clandestino” en Independencia, me pedía por favor, si podía dar la dirección del vecino y si el personal de traslado lo podía llamar antes de llegar para el salir con anticipación, pues tenía miedo de que los dueños del lugar tomaran represalias contra él por estar contagiado y traer “fiscalización” al lugar. Me pidió perdón por sus circunstancias y me explicó que perdió su trabajo a causa de la pandemia, que estuvo cesante muchos meses y que no le quedó otra opción que arrendar una pieza en ese lugar. Me dio pena porque se notaba una persona buena y muy educada que había terminado ahí por la contingencia. Yo no tenía nada que perdonarle, sentía que él me tenía que perdonar a mí por no poder hacer más. Este trabajo, más que en ningún otro, me ha hecho acércame a la verdadera realidad de las personas y reflexionar sobre muchas políticas públicas.
¿Te has contagiado de COVID? ¿Has tenido miedo?
No, gracias a Dios nunca me he contagiado. ¿Miedo? Más que por mí, por mi familia, por mi padre, ya que tiene varias patologías de base. No tengo miedo a enfermarme, más miedo le tengo a la pérdida de un ser querido producto del virus.
«Por mi parte, quería involucrarme en lo que estaba pasando, es algo histórico a nivel mundial y quería formar parte de esto, poner mi granito de arena para poder ayudar a las personas, a los pacientes. No podía estar presencialmente en un hospital, debía encontrar otra forma de apoyar».
¿Por qué crees que la gente no obedece o no entiende lo que significa esta pandemia?
No lo justifico bajo ningún caso, pero lo puedo entender. Creo que eso se debe a que hay un gran estrés emocional y ansiedad, no olvidemos que a Chile le ha tocado la “cuarentena” más larga, ya que venimos, con toque de queda y encierro desde el estallido social. También creo que de parte de algunos hay una falta de empatía, hay mucha desinformación, una falsa seguridad de parte de los jóvenes de que no se contagiarán o les dará un resfriado leve, cosa que hace un par de meses atrás nos dimos cuenta de que no está pasando así y hay muchos pacientes de 30 años intubados en la UCI.
¿Qué es lo más difícil de trabajar en el ámbito de las residencias sanitarias?
Lidiar con decisiones difíciles, sabiendo que éstas impactaran en una familia que espera lo mejor de nosotros. Nos llegan muchos casos con vulnerabilidad social extrema, pacientes con todo tipo de necesidades especiales, de todas las nacionalidades y, muchas veces, hay una barrera idiomática de por medio. Pacientes que se encuentran muy graves o descompensados para ingresar a residencia sanitaria y que en este punto necesitan asistencia en un hospital, tratamos de ayudarlos y orientarlos lo más que podemos.
¿Qué es lo primero que harás cuando termine la pandemia?
Yo creo que lo que hará una gran parte de las personas, reunirme con mi familia y amigos a celebrar. Poder, por fin, transitar sin la molesta mascarilla, volver a los abrazos y a los saludos de beso en la cara tan particular de nosotros los chilenos. Tengo un viaje pendiente a Brasil para terminar unos cursos que me quedaron incompletos por la pandemia y que me urge finalizar por un tema profesional.