ORGULLO UNAB | La biotecnóloga que le abre caminos a científicas en Nueva Zelanda
No es común que una misma persona sepa combinar con éxito el emprendimiento y lo científico, dos mundos que parecieran muchas veces venir desde orígenes muy distintos.
Sin embargo, María José Álvarez Benavides, nacida en Osorno e Ingeniera en Biotecnología, titulada en U. Andrés Bello, sede Viña del Mar, sí pudo comenzar a hacerlo, una vez que dejó Chile en 2016 para cursar el Master en Bioscience de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda.
Actualmente, en el país oceánico, ha consolidado ya un presente en el cual invertir en emprendedoras y emprendedores con mirada de futuro ha sido su objetivo para así contribuir a la innovación. Este último, un concepto que no es tan fácil de conjugar en un mundo que suele centrarse mucho más en el presente, pero que para esta alumni UNAB parece haber sido siempre algo natural y necesario. Todo esto, además, en un área donde ha sabido desarrollarse entre mayoría de hombres.
El orgullo abriga a María José: Esta chilena llegó a ser finalista en la categoría Diversidad de los premios Mujeres de Influencia de Nueva Zelanda, lo que la ha llevado a ayuda a otras personas.
Esta es su historia, este es un Orgullo UNAB:
¿Cómo contribuyes hoy a la innovación?
En estos momentos soy Managing Partner de WNT Ventures, un fondo de Venture Capital en Nueva Zelanda, rol en el cual soy dueña de un fondo de inversiones, levanto capital para fomentar empresas de alta tecnología, basadas en ciencia e ingeniería, y buscó también nuevos emprendimientos neozelandeses en los cuales invertir.
Son tareas desafiantes…
Sí, pero también es un trabajo que amo porque me hace estar conectada a nuevos científicos que buscan crear empresas en base a sus investigaciones y, por lo tanto, los ayudo a lograr sus sueños. Todo eso sin contar que de esa forma contribuyo hoy a crear empresas que servirán a la sociedad del mañana. Por otra parte, soy directora de tres empresas de tecnología profunda y miembro del comité de inversiones de dos grupos enfocados a dar forma a empresas de innovación científica en este país, además de mentora de jóvenes que inician sus carreras y emprendedores empezando sus start-ups.
De todos modos, debo reconocer que el hecho de ser mujer en funciones como éstas sí ha significado un gran desafío. Por ejemplo, soy la única latina en Venture Capital en toda Oceanía, y una de las pocas dueñas de un fondo de Venture Capital en Nueva Zelanda. Además, cuando llegué en 2016, casi no había mujeres trabajando en este lugar, todo lo cual me ha inspirado a apoyar con especial interés a otras científicas.
Lo que cuentas te llevó a ser finalista en la categoría Diversidad de los premios Mujeres de Influencia de Nueva Zelanda. ¿Qué significó eso para ti?
Es uno de mis grandes orgullos. En ese sentido, ha sido súper importante para mí no solo abrirme paso en la industria a fin de invertir en emprendedoras y emprendedores que representan la diversidad de la sociedad de Nueva Zelanda, sino también usar mi plataforma para ayudar a otras personas como yo a entrar en la industria y construir un futuro en el que ni ellas ni nadie quede fuera.
¿Cómo asocias este presente con tus años de estudio en la UNAB?
Los vinculo, sobre todo, en que la UNAB me ayudó a desarrollar mi pensamiento crítico de una manera amplia. También me hizo ser metódica y organizada, lo que he puesto siempre en práctica en el mundo laboral. Incluso, ahí aprendí a manejar el fracaso, cuando me tocó reprobar ramos. De todos modos, pienso que la mejor herramienta recibida y que me ayudó a llegar donde he llegado fue el desarrollo de la curiosidad y el constante deseo de aprender. Ver gente apasionada por la ciencia, practicándola y enseñándola, tuvo en mí gran impacto y me llevó a estar siempre superándome y amando lo que hago.
¿Hay algún hito de ese período que recuerdes con especial cariño?
La creación de proyecto VIDaOX, sin duda. Renato Sandoval tuvo la idea, y juntos con Sebastián Sariego empezamos a trabajar en ella, lo que terminó siendo un paso gigante para determinar el camino que seguiría hasta hoy, porque me mostró primero, lo que se necesitaba para emprender, y segundo, el tipo de apoyo que deberían proveer los inversionistas al levantar empresas basadas en ciencia. Así, lo que empezó como una buena idea para el desarrollo del ramo Evaluación de Proyectos se convirtió en mi norte para ser quien soy hoy profesionalmente.