02 Septiembre 2020

ORGULLO UNAB | Ex alumno de Derecho lidera formación a jóvenes más necesitados repartiendo menús a familias afectadas por el COVID-19 mediante ONG CESAL en Madrid

Se trata de Felipe Rojas Román, exalumno de la carrera de Derecho Viña del Mar, quien decidió encaminar su profesión al servicio de los demás y a la ayuda de los más necesitados de Madrid, en donde dirige un proyecto gestionado por la ONG CESAL, la cual se dedica a insertar de manera social y laboralmente a jóvenes entre 16 a 23 años provenientes de otros países que no tienen la oportunidad de hacerlo por sus medios.

Por Marcio Vivanco

Uno pensaría que el estudiar Derecho sería por un motivo más alto que lo social, pero ese no fue el caso de Felipe, quien desde que empezó a estudiar la carrera en el 2005, profundizó su interés por la cuestión social y se cuestionó el cómo poner su profesión al servicio de los demás.

Hoy en día se dedica a dirigir el proyecto “La Quinta Cocina” del Ayuntamiento de Madrid, gestionado por la ONG CESAL. Este proyecto va a la ayuda de los más necesitados en la capital española y hoy ante la contingencia, se dedica a preparar y repartir más de mil platos de comida diarios quienes lo están pasando mal con la pandemia por COVID-19.

¿Qué sensación y experiencia te dejó la UNAB?

Mi experiencia en la Universidad Andrés Bello fue bastante provechosa, no solo académico sino también en lo social. Es en la universidad donde profundicé un interés por la cuestión social y me cuestioné el cómo poner mi profesión al servicio de los demás.

Recuerdo que al principio de mis años de estudio estaba bastante perdido, con una concepción del mundo muy transmitida en mi adolescencia sin un mayor juicio crítico, por lo que al principio escogía ramos que se adecuaban un poco a mi pretensión de vida. Pero para mí fortuna en la UNAB me encontré con un grupo profesores que me mostraron el afecto al derecho como herramienta útil de cambio desde el testimonio y eso es una suerte, sobre todo en una carrera donde muchas veces se transmitía los conocimientos desde una postura estrecha y alejada que se escondía mucho en una aparente formalidad. Por ejemplo, recuerdo a Miriam Henríquez, Hugo Tortora, Andrés Benavides, entre otros, profesores que me enseñaron acercarme a la rama pública del derecho y la función social del abogado.

Otra cualidad de la universidad es la variedad de carreras, por tanto, pude tener el privilegio de contar con amigos de diferentes áreas, con los cuales hicimos varias actividades que me fueron acercando a la necesidad de las personas, por ejemplo, la organización de diferentes trabajos de verano, la participación en la pastoral de la universidad y sobre todo un hecho que me marcó, participar en las diferentes acciones de reconstrucción cuando en el 2010 Chile se vio afectado por el terremoto.

Miró con nostalgia el deseo quizás de haber construido en mi paso a la organización de verdaderos lugares de participación estudiantil, pero miró con orgullo como cada vez más los alumnos y alumnas se toman con seriedad el ser universitario más que solo alumnos. Chile es un país que está cambiando y es importante que estos hitos los estudiantes participen.

¿Por qué optaste por salir de Chile?

Una vez que me licencié y obtuve mi título de abogado no podía desconocer que quedé con una sed de querer seguir entregándome, la experiencia que vivimos desde la universidad en ayuda a los damnificados me marcó profundamente y sentía la necesidad de vivir una experiencia de trabajo solidario fuera del país. Fue ahí donde a través de la organización Puntos Corazón, que me enviaron a El Salvador, donde viví casi dos años en un sector desfavorecido; esa experiencia me marco doblemente, la primera porque sabía que quería hacer de esa misión algo que durase toda mi vida y segundo porque fue ahí donde conocí a Inés, quien es mi esposa hoy en día. Más que optar por salir del país fue obedecer a una inquietud que tenía dentro de mí. Es así como llegué a Francia y posteriormente quedé seleccionado para estudiar un máster en la Universidad Autónoma de Madrid. Este máster me daba la posibilidad de hacer unas prácticas en alguna institución y fue así como entre a la ONG CESAL, la cual conocí en El Salvador, ya que ahí desarrollaban diferentes proyectos de desarrollo.

¿Cuál es la importancia de trabajar en otro país?

La importancia de trabajar en otro país es de carácter personal, es decir, te enriqueces por las experiencias vividas, no solo en el plano profesional sino también humano, ya que aprendes y adquieres, siempre que tenga una disposición de cambio, nuevas formas de mirar la realidad dada por el país que te acoge. También me ha ayudado a ser más valiente y polivalente a las funciones que se te ponen de frente. Es verdad que cuando uno emigra se nos es más fácil trabajar en la oportunidad que se nos dé con el hecho de “hacerse camino” que a diferencia cuando uno se encuentra en su país, tenemos mayores aprensiones de trabajar en aquello que no estudiamos o trabajos menos calificados, una estupidez, pero es así. Por ejemplo, en Francia trabajé durante 6 meses en el McDonald’s, dando clases de español y cuidando niños; finalmente estas experiencias son y han sido tan importante como en el trabajo que actualmente me encuentro, importancia que viene de una decisión personal de hacer experiencia de crecimiento. Gracias a ello conocí a muchos jóvenes africanos, que llegaron al McDonald’s buscando una vida mejor huyendo de sus países, ahora soy yo que desde España acojo a muchos de ellos e intentamos que se inserten laboralmente es los mejores restaurantes de la capital.

¿A qué te dedicas ahora?

Soy director del proyecto La Quinta Cocina del Ayuntamiento de Madrid gestionado por la ONG CESAL.

¿En qué consiste este proyecto de la «La Quinta Cocina»?

La Quinta Cocina es una escuela de formación de hostelería del Ayuntamiento de Madrid gestionada por la ONG CESAL, cuya finalidad es la inserción sociolaboral de jóvenes entre 16 a 23 años.

¿Porque te interesó realizar esta labor en las calles de Madrid?

Nuestro propósito es que el grupo de jóvenes encuentren grandes profesionales del oficio que sean referentes de cambios. Un referente positivo que les permita recobrar el gusto por la vida. Queremos ser un punto de partida. Una compañía.

Son jóvenes que vienen de diferentes realidades y por las cuales no han podido ingresar o terminar el sistema formal de educación, una falla en el sistema que excluye y se ven enfrentado al atractivo de la calle; muchos de ellos de origen latinoamericanos, alguno ingresan a las bandas juveniles o llamadas “bandas latinas”, jóvenes solicitantes de asilo y refugio, jóvenes que llegaron a España siendo menores de edad sin la compañía de un adulto y que se ven enfrentado al sistema de tutela y protección y al cumplir 18 años quedan desprovisto de ayuda, en donde muchos de ellos viven en situación de calle, otros jóvenes que no terminaron la escolarización por absentismo escolar o problemas que no son visible pero necesitan de un impulso.

Es por eso que en La Quinta Cocina usamos el aprendizaje del oficio, ya sea de ayudante de cocina, como de camarero como una excusa, lo que nos importa es generar un lazo de afectividad que les permita a través de conocimientos básico de un oficio volver a ser reconocido en una sociedad que los tiene al margen. La calle es muy atractiva, en ella existe un sistema de sobrevivencia, de afectividad; entre ellos se cuidan, se respetan. Y nosotros tenemos que ofrecer el mismo lenguaje, pero con otro camino. Por eso en La Quinta decimos que somos una familia. No queremos que ellos trabajen porque es útil trabajar, sino porque realmente reconozcan que el trabajo es un bien para ellos.

¿Cómo es eso que repartieron 1000 menús diarios en Madrid?

Como consecuencia del estado de alarma que trajo aparejado el COVID-19 el Centro Cultural donde se encuentra La Quinta Cocina debió cerrar sus puertas. Pero, lejos de detenerse, el alumnado continuó trabajando y aprendiendo. Lo hicieron en las cocinas de Gastrolab ubicada en el distrito de Villaverde, gestionado también por la ONG CESAL, en una acción solidaria y de cooperación en conjunto con la Junta Municipal de Villaverde. Desde abril han estado cocinando y envasando mil menús diarios para familias en situación de necesidad. Además, para que su aprendizaje no se viera perjudicado, han impulsado una formación a través de videos tutoriales donde enseñan la preparación de comidas, calidad del servicio y formación habilidades sociales.

(c)Ángel Pérez Meca

Hemos propuesto que, durante el tiempo de confinamiento, donde el Restaurante Escuela de La Quinta Cocina ha estado cerrado, que sean los propios alumnos y exalumnos los voluntarios de sacar estos menús, en donde debíamos llegar a repartir 1000 menús diarios a las familias afectas socialmente. Sin ellos este trabajo era imposible. De esa manera lo aprendido fue que es de nuestra vocación humana dar(nos), no solo recibe quien necesita, sino quien está necesitado tiene una necesidad de darse, y Madrid pudo ver en estos jóvenes que antes eran mirado al margen, como protagonista de un momento histórico. Ser testigo de esto es de una gran satisfacción. Actualmente llegamos a repartir 100.000 menús.

¿Como haces para financiar esta labor?

Lo valioso de este proyecto es que es una cooperación público – privada, por un lado, está el Ayuntamiento de Madrid, que sería el equivalente de la municipalidad, con nosotros, una ONG, quien teniendo los conocimientos técnicos y profesionales y la experiencia de formación nos pusimos al servicio. Esto es valioso porque algo que aprendimos y se ha vuelto un lema en CESAL es que salimos de esta todos juntos, y por muy eslogan que suene es verdad, no por esa frase cliché de que necesitamos estar unidos, sino porque es necesario reconocer que es una crisis que a todos nos afecta directa o indirectamente. Lamentablemente hemos visto como los que viven al margen de la sociedad son los más afectado, pero al mismo tiempo los que más están dispuesto a echar una mano, es sorprendente la solidaridad del que poco tiene.

Escrito por Natalia Cabrera