23 Julio 2020

ORGULLO UNAB | Enfermero relata dramáticas historias en su lucha contra el COVID-19 arriba de una ambulancia

Christopher Adasme, se tituló en la Facultad de Enfermería de la U. Andrés Bello en 2009. Actualmente, trabaja como enfermero en el SAMU de Valparaíso, como coordinador de emergencias y desastres del servicio de salud Valparaíso-San Antonio y docente. Esta es su experiencia, con algunos pasajes dramáticos, en la “primera línea” en la lucha contra el COVID-19.

 

“Ahora que estoy dedicado a la enfermería, te das cuenta que no eres enfermero solo en tu jornada laboral, sino que también en tus días libres, para tus vecinos, para tus amigos, en la calle o hasta arriba de un avión”, reflexiona Christopher Adasme, quien se tituló en 2009 en la Facultad de Enfermería de la U. Andrés Bello.

A sus 35 años, este joven profesional demuestra su vocación al enfrentar día a día esta pandemia que suma más de 8 mil muertos en nuestro país, como enfermero en el SAMU de Valparaíso -hace 9 años-, como coordinador de emergencias y desastres del servicio de salud Valparaíso – San Antonio, y como docente.

Acá, este enfermero de la UNAB cuenta su experiencia, cómo ha visto morir a personas, cómo vivió la etapa de su contagio, cómo detrás de un paciente hay una historia cargada de emotividad.

Adasme Orgullo Enfermeria

¿Por qué decidiste estudiar enfermería?
Es algo que también me he preguntado muchas veces. En época escolar, en esa etapa en donde se debe elegir una carrera y que habitualmente existen más dudas que certezas, difícilmente alguien hubiese pensado en que estudiaría enfermería, incluyéndome. Un motivo que si puedo identificar, es haber visto a mi familia cercana como trabajadores del área de salud, con una vocación que hasta el día de hoy admiro mucho, siempre dispuestos a ayudar por generosidad. En casa, no importaba la hora en que un vecino fuera a tocar el timbre, nunca había una excusa para no ir a atenderle. Eso me llamaba mucho la atención y me gustaba. Hasta poco antes de elegir esta carrera, me llamaba mucho la atención ver a enfermeros con tanta diversidad de trabajos, en distintas áreas y con muy buena demanda laboral. Eso creo que terminó por esclarecer definitivamente las dudas que tenía entre las diversas carreras del área de la salud. Y una vez dentro de la carrera, me fui encantando cada vez más con el que hacer de enfermería.

¿Cuál es tu función como enfermero en el marco de la atención a pacientes con Covid-19?
Mi trabajo en el SAMU tiene una dualidad de roles. Están mis turnos como enfermero clínico arriba de la ambulancia atendiendo pacientes, pero también a veces estoy de regulador en el centro regulador de llamadas de emergencia (131). Estar arriba de la ambulancia en contexto COVID implica principalmente dos cosas: Primero, atender a los pacientes cuando se encuentran en condiciones de gravedad en sus domicilios y prestar la atención inicial, que puede ser desde un procedimiento sencillo como un acceso venoso o aportarle oxígeno, hasta intervenciones muy complejas, pero que son necesarias para poder estabilizar a una persona que se encuentra en riesgo vital, y que de no realizarlas, el paciente podría tener complicaciones severas que entorpezcan su recuperación, secuelas graves o incluso fallecer antes de lograr ser trasladado a un centro asistencial.

«Vemos morir personas casi a diario, tanto en contexto COVID como en tiempos de “normalidad”. En COVID es muy sobrecogedor porque casi siempre son situaciones inesperadas que evolucionan muy rápido».

¿Y segundo?
Trasladar a los pacientes de un centro de un asistencial a otro cuando requieren una cama crítica que nuestro hospital no les puede brindar. Estos traslados habitualmente son muy complejos, el paciente debe ir con los mismos cuidados que recibe dentro de una UCI, pero arriba de un vehículo en movimiento constante, en una camilla que es la mitad de la una cama clínica y en un espacio sumamente reducido para trabajar. En cuanto al rol de regulador en las llamadas de emergencia, también se ha hecho mucho más difícil de lo habitual. Hemos tenido que realizar mucha contención emocional, intentando atenuar a diario las crisis de ansiedad y angustia que tiene la gente, que con esto de la pandemia están muy a flor de piel. La salud mental se ha visto muy deteriorada. Además de que la demanda ha aumentado significativamente y muchas veces debemos priorizar el recurso de ambulancias, no pudiendo dar respuesta a todo lo que quisiéramos. Las emergencias son subjetivas, cada persona detrás del teléfono está viviendo su propia emergencia. A veces es de madrugada, no te das ni cuenta y llevas 15 o 20 minutos hablando con una misma persona, conteniendo.

¿Has visto morir directamente a personas?
Sí, es la parte triste de este trabajo. Vemos morir personas casi a diario, tanto en contexto COVID como en tiempos de “normalidad”. En COVID es muy sobrecogedor porque casi siempre son situaciones inesperadas que evolucionan muy rápido. Y fuera de contexto pandemia, lamentablemente nos relacionamos de muy cerca con la muerte, desde el paciente terminal que visitamos en su domicilio para entregar medidas paliativas y explicar a su familia lo que viene, hasta el accidentado que no alcanzamos a sacar con vida de su automóvil. Ni hablar de un fallecimiento pediátrico, creo que eso es algo que nos marca a todos cada vez que ocurre. Lidiar con fallecimientos es, sin duda, una de las partes más ingratas y difíciles de este trabajo.

Adasme Orgullo Enfermeria

¿Qué ha sido lo más duro de tu trabajo en medio de esta pandemia?
Varias cosas, pero creo que lo primero, fue haberme contagiado. En realidad, no fue tan terrible haber visto mi examen positivo, porque me lo tomé con tranquilidad. Lo angustiante era esperar el resultado de mi familia y mis contactos estrechos, pensando que podría haber contagiado a alguno y que tal vez les podría pasar algo por mi culpa. Después volver a trabajar sin haber hecho inmunidad y trasladar pacientes positivos todos los días, genera mucho miedo, angustia y culpabilidad, no tanto por uno,  si no por tu familia y las personas que pones en riesgo. Y lo segundo, creo que fue haber atendido una paciente muy joven en su domicilio, estaba muy grave. Ese día, cuando la llevamos al hospital, sus hijos quedaron solitos en su casa, así que después de dejarla, pedí autorización para volver a su casa, necesitaba ver cuál era la red de apoyo de esos niños y si podía cooperarles en algo. Y como supusimos, no había mucha red disponible. Ese día terminé el turno muy afligido, entre llamadas y correos, golpeando puertas y buscando ayuda, afortunadamente algunas se materializaron. No sé si inadecuadamente o no, pero seguí en contacto con ellos fuera de lo laboral durante la hospitalización de su mamá y hasta después. Su mamá finalmente estuvo muy grave y no sobrevivió a la hospitalización. Fue realmente muy triste.

¿Cómo es tu rutina diaria de trabajo?
Mi rutina es una de las cosas que más me gusta de mi trabajo. No existe una rutina. Todos los días son diferentes. Todos los días llegas a turno sin saber qué cosas nuevas te puede tocar atender. Algunos días te toca un enorme accidente, otros días un paciente postrado que necesita una sonda para poder orinar y más tarde te toca atender un parto en un domicilio. Vemos cosas muy diversas y a veces todo en el mismo día. La gente habitualmente piensa que vemos puros accidentes pero no es así, al contrario, vemos muchos pacientes dismovilizados, terminales o caídas en la vía pública que finalmente no llegan al hospital, etc. En contexto pandemia, lo más frecuentes es el traslado de pacientes en todos sus estados de gravedad, desde sacarlo de su domicilio o residencia sanitaria despierto y conversando, hasta después trasladarlo a otro centro asistencial en estado crítico acoplado a un ventilador mecánico.

«Lamentablemente debió ser un estado de pandemia el que exhibiera y pusiera sobre la mesa la necesidad de contar con mayor cantidad de profesionales de enfermería en todos los niveles».

¿Qué herramientas te proporcionó la UNAB que utilizas durante la Pandemia te ha sido útil?
Principalmente, me entregó una base muy sólida en cuanto a conocimientos teóricos, que durante todo mi desarrollo profesional y hasta hoy, en pandemia, me han facilitado el aprendizaje continuo. Segundo y, más importante aún, me entregó muchos valores en cuanto al desempeño de mi profesión. La escuela de enfermería tiene muy arraigados principios y valores que guardan relación con formar personas-profesionales íntegras y a su vez con un foco muy holístico e integral en la atención tanto para los pacientes como para la comunidad. Esas herramientas y esa mirada, me permiten hoy día estar siempre intentando dar lo mejor de mí en lo profesional, ser siempre respetuoso y tener en consideración que en salud el trabajo es siempre en equipo.

¿Cómo crees que se verá el rol del Enfermero tras esta pandemia?
En salud, en todo el mundo, desde la atención primaria a la terciaria, la enfermería es una columna vertebral. Al enfermero lo ves inserto en el vecindario levantando diagnósticos comunitarios o en un domicilio atendiendo a un dismovilizado, y te lo encuentras en una UCI a cargo de pacientes sumamente graves manejando máquinas que casi nadie más sabe programar. Lo ves a cargo de los programas de trazabilidad y luego te lo encuentras intentando estabilizar a un paciente grave arriba de una ambulancia. Enfermería como profesional se encuentra siempre muy activa en todos los niveles, clínicos y administrativos, pero a veces es poco visibilizada. Lamentablemente debió ser un estado de pandemia el que exhibiera y pusiera sobre la mesa la necesidad de contar con mayor cantidad de profesionales de enfermería en todos los niveles.

¿Cómo te imaginas en 10 años más?
Espero estar trabajando en algo administrativo o al menos más tranquilo de lo que estoy ahora. Siempre he pensado que la clínica es una linda etapa de la vida profesional pero que finalmente es eso, una etapa. En algún momento se empiezan a sopesar otras cosas en la vida y el cuidarse uno mismo también. Si bien la clínica me encanta y me llena muchísimo, es un trabajo cansador y que de una u otra forma en algún momento empieza a pasar la cuenta.

Escrito por Sonia Tamayo