ORGULLO UNAB | Dr. Sebastián Ugarte, el hombre que ha estado cara a cara con el Covid-19: “La lucha ha sido dura”
El Dr. Sebastián Ugarte, académico de la Facultad de Medicina de la U. Andrés Bello, es un referente en medicina intensiva y desde que llegó la pandemia a Chile, se convirtió en un rostro creíble y respetado de la lucha contra la emergencia sanitaria que estremece a Chile y al mundo.
Su voz pausada, la seguridad de sus conocimientos, su habilidad para explicar y su cercanía fueron fundamentales para que se transformara en estos meses en uno de los rostros de expertos más creíbles durante esta pandemia, una de las más férreas por las que ha pasado Chile y el mundo en el último siglo.
“Buenos Días a Todos”, “Mentiras Verdaderas” y los noticieros, fueron algunos de los espacios televisivos que recurrieron al Dr. Sebastián Ugarte Ubiergo, como voz autorizada al momento de hablar de la emergencia sanitaria que estremeció a todos.
Jefe del Servicio de Paciente Crítico de la Clínica INDISA – campo clínico de la Universidad Andrés Bello – y director del programa Especialización en medicina Intensiva del Adulto de la Facultad de Medicina UNAB, ha desarrollado su trayectoria en torno a la medicina intensiva, precisamente, tanto a nivel nacional como internacional.
El Dr. Ugarte sabe lo que es enfrentarse día a día de cara a la muerte y cómo no hacerlo ante la propagación del Covid-19, que llegó a Chile los primeros días de marzo, virus que ya se había transformado en su material de estudio desde enero.
De cómo fue su preparación, de cómo fue enfrentarse a un “enemigo invisible”, de cómo le afectó en lo personal, de cómo tuvo que cuidar a su madre de más de nueve décadas, conversó con Noticias UNAB el pasado miércoles 15 de abril.
¿Cuánto le cambió el Covid-19 su rutina diaria?
Desde que comienza esta epidemia en China (en la ciudad de Wuhan, el 31 de diciembre) ha habido un trabajo a un ritmo acelerado para prepararnos para lo que se venía. Esto ha significado estar intercambiando información, preparando protocolos, haciendo clases, entrenando a nuestro personal, tomando decisiones de organización, informando a las autoridades de mi institución y tratando de colaborar en educar a la población. Siempre con el convencimiento que la verdadera lucha con esta enfermedad no se da adentro de los hospitales, pues en ese lugar ya es tarde. Lo que hacemos ahí, es tratar de rescatar a las víctimas de esta enfermedad. Mi convencimiento es que la verdadera lucha se da en la prevención primaria, en el exterior.
¿En qué momento pensó que este virus podía llegar a Chile y cuál sería su intensidad?
Me ha correspondido ser asesor de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) y desde hace algunos años están involucrados en lo referente a epidemias. Concretamente, el 2009 publicamos algunos estudios internacionales a partir del virus de Influenza AH1N1. Los expertos a nivel mundial han estado muy preocupados por la posibilidad de una emergencia de un nuevo virus pandémico y ante las primeras noticias de lo que estaba ocurriendo a fines del año pasado en China, de inmediato pensamos que había que estar alerta porque esto podía generar una pandemia de incalculables consecuencias para el mundo, lo que ha ocurrido.
“La lucha ha sido dura. El personal que trabaja conmigo ha sido como una familia, lo que ha facilitado el trabajo, pero hay momentos difíciles en lo personal como no poder visitar a mi madre que es una adulta mayor, de más de 90 años”.
¿Cómo comenzó a prepararse para la llegada de este virus a Chile?
Comenzamos a trabajar en la INDISA haciendo protocolos de manejo de cómo intubar a los pacientes, qué hacer frente a un paro cardiaco, cómo organizar los servicios de urgencia, cómo organizar los servicios de UCI, cómo hacer un plan progresivo para un incremento de camas, capacitando a nuestros equipos médicos, hablando con nuestras autoridades para compartir las ideas y someterlas a sus consideraciones y aprobaciones. Todo esto, toma un tiempo, también incluyó la compra de ventiladores de forma anticipada, lo que hoy agradecemos porque si esto lo hubiéramos hecho en forma tardía, ya sería imposible contar con nuevos ventiladores. Los países se disputan estos equipos porque son estratégicos.
¿Cuántos casos ya le ha tocado enfrentar?
Junto a mi equipo, nos ha correspondido ver a 27 pacientes críticos por este nuevo Coronavirus. Podemos decir con orgullo que 12 de ellos se han ido de alta en buenas condiciones, nos quedan 15 aún hospitalizados. Hay tres casos aún que requieren confirmación. También podemos decir con cierto orgullo que ninguno de los pacientes hasta el día de hoy (15 abril) ha fallecido. Pero tenemos que ser humildes y pensar que esto puede cambiar en cualquier momento.
De este poco más de un mes en que se diagnosticó el primer caso, ¿cuál ha sido el momento más difícil que le ha tocado enfrentar?
La lucha ha sido dura. El personal que trabaja conmigo ha sido como una familia, lo que ha facilitado el trabajo, pero hay momentos difíciles en lo personal como no poder visitar a mi madre que es una adulta mayor, de más de 90 años. Da un poquito de pena, tantos años de vida no le quedan y perder contacto por meses o un año con ella, es triste. También en lo personal ha sido complejo porque tenemos hospitalizada a la madre de una de las funcionarias de nuestra institución y eso genera un grado de comprensible angustia y pesar tanto en ella misma como en nosotros.
Muchos trabajadores de la salud, dicen que lo más difícil es el miedo a infectar a la familia, ¿cómo enfrenta usted este tema?
En cuanto al riesgo de infectar a la familia, es verdad que es uno de los temores. Me mantengo alejado de mis hijos y de mi madre en estos momentos, pero sí tratamos de mantenernos en contacto con llamadas telefónicas, el uso de redes sociales y de alguna manera mantener el grado de contacto. Cuando levantaron la cuarentena fui a visitar a mi madre desde la puerta de su edificio. Ella se asomó por la ventana y yo la saludaba, le di la sorpresa porque estaba hablando con ella por teléfono y le dije que se asomara a la ventana. Ese tipo de sorpresas un poco lúdicas ayudan también a enfrentar la soledad de los adultos mayores.
¿Por qué los chilenos han sido tan reacios a entender la magnitud de esta pandemia. Muchos dejaron la región metropolitana para irse a la playa o no respetaron la cuarentena?
A los chilenos les ha costado este tema porque es difícil enfrentarse a un enemigo invisible y nuestra mente nos hace pensar que aquellas cosas graves nunca nos van a afectar si somos jóvenes y saludables. A esto, también han contribuido los mensajes un poco confusos y cambiantes sobre esta enfermedad, afirmando primero que era “como una gripe” y luego que afectaba a los adultos mayores. Con el tiempo se ha demostrado, lo que nosotros siempre advertimos, que esta enfermedad es mucho más grave que una gripe y que no sólo afecta a los adultos mayores, sino que a todos, un poco menos a los niños. Es muy letal con los adultos mayores, pero hemos visto que gente joven, sin enfermedades previas, también enferma gravemente e incluso, pueden morir.
Como docente, ¿Qué aspectos fundamentales de su experiencia les transmite a sus estudiantes?
A nuestros estudiantes de Medicina o de la subespecialidad, intento transmitirles que un buen médico tiene que ser una persona abierta a otras áreas del conocimiento y que el acto de curar no es sólo curar un cuerpo, uno tiene que curar a un ser humano. Aquel que no se preocupa del ser humano no tiene derecho a intervenir sobre el cuerpo de su paciente. Trato de explicarles que aquellos que abrazan la medicina tecnológica como es en cuidado intensivo, donde está lleno de equipos, de maquinas que rodean a una persona indefensa, deben evitar caer en la tentación de ser un “campeón de la medicina tecnológica” y recordar que nuestra más noble misión es atender a seres humanos en su momento de mayor debilidad. También me preocupa transmitirles la importancia de un pensamiento científico y un espíritu crítico sobre las nuevas evidencias. Les trato de explicar que el vivir en Chile, no es razón para no buscar y lograr estar al mejor nivel de la medicina en el mundo. Ellos, no merecen hacer una medicina de segunda calidad y sus pacientes no merecen ser atendidos por médicos que se conforman con una medicina de segunda calidad. Su país les reclama que hagan el mejor esfuerzo posible.
Un médico, buen comunicador
El doctor Ugarte no para en todo el día. Entre el ajetreo en la Clínica, la solicitud de los periodistas, las clases, sólo está durmiendo tres horas diarias. “Termino un poquito cansado”, reconoce.
¿Por qué estudió medicina?
Si bien mis mayores preocupaciones eran en el ámbito de las ciencias humanas y en el desarrollo social de la población, me di cuenta que muchos de los aportes de las ciencias sociales son difíciles de concretar. Sin embargo, en el terreno de la medicina, uno puede conseguir algunos logros concretos. Si un médico logra salvar una sola vida, eso ya cuenta. Entonces, sentí que no había honor más gran para un ser humano que salvar una vida. A eso valía la pena dedicar la vida entera.
¿Qué significa en su vida, su madre y cuál fue el rol de ella para que usted fuera médico?
Tras la muerte de mi padre, quien para mí fue una persona inspiradora y cariñosa, mi madre debió enfrentar la vida con sus cuatro hijos y tener que trabajar para sacar adelante a toda su familia. Fueron años y tiempos difíciles, pero de mucho aprendizaje. La vi trabajar de día y de noche, la acompañé, y vi cómo ella con disciplina y mucho esfuerzo logró reponerse a la difícil situación que debió enfrentar tras la larga enfermedad de mi padre. Las noches en mi casa eran noches con ruido de la máquina de coser de mi madre con la que ella terminó pagando las cuentas de la enfermedad de mi padre y pagó la educación de todos nosotros. Eso nos dio cierta estructura de valores que ha sido importante para nuestra vida. En el caso personal, yo sentía que no podía repetir un ramo o reprobar porque atrás había un gran esfuerzo familiar para que yo pudiera estar en la Universidad. Esos valores de gente sencilla me han quedado hasta el día de hoy y también me hace tener un sentido de hermandad muy grande con mis pacientes más humildes.
¿Su mejor recuerdo como estudiante de medicina?
Uno de mis mejores recuerdos fue la aventura del conocimiento. Fui uno de los buenos alumnos en mi colegio y descubrí que cada uno de los estudiantes de medicina habían sido los mejores alumnos en sus respectivos colegios y liceos. El nivel de desafío fue atractivo. Estudiar mucho, descubrir que uno podría aprender mucho más de lo que creía, empezar a entender científicamente muchos fenómenos naturales. Todo eso fue una experiencia inolvidable que marcó mi vida.
En un día tan intenso en la clínica, ¿cómo se relaja el Dr. Ugarte o qué disfruta hacer en su tiempo libre?
En la época normal, yo agradecía que me quedar algo de tiempo libre para pensar, leer un buen libro, disfruto de leer algunos libros como novelas, históricos, y poesía. Me hacía feliz los fines de semana poder nadar en la piscina. Disfrutaba del descanso. Este tiempo, es un poco diferente, más bien tomo el computador y me pongo a trabajar y me engaño a mí mismo frente a la televisión. Entonces, mientras escribo algún artículo o reviso un protocolo, la TV muestra una película que apenas veo y me duermo pensando que no fue sólo trabajo, sino que disfruté de una buena película.
Usted es un médico reconocido y siempre es solicitado por la prensa ¿le gustan las comunicaciones?
Cuando me recibí, me fui a trabajar como médico rural a una pequeña ciudad del sur de Chile, Río Negro al sur de Osorno, donde nacieron mis dos hijos mellizos. Ahí, viendo que se producían muchas enfermedades por falta de hábitos preventivos en la población campesina, empecé a colaborar con el diario local, El Austral de Osorno, escribiendo artículos con consejos sanitarios. Luego comencé a colaborar en un programa de la radio “La voz de la costa” que atendía las necesidades de las comunidades en la zona del litoral de la Décima Región, eran comunas aisladas por tierra y la única forma de llegar era en lancha o botes. Ahí compartía consejos educativos sobre salud, entre medio de pintorescos mensajes donde un familiar le decía a un pariente que fuera al embarcadero a esperarlo con una yunta de bueyes porque había comprado un cerdo. Fue una experiencia bonita que obligaba a explicar los temas médicos en un lenguaje sencillo. Creo que siempre he tenido una vocación de tratar de educar a la gente.
¿De dónde viene esta faceta?
Quizás viene de mi padre que fue locutor en la BBC de Londres, mientras vivía en Europa y fue actor de teatro. Quizás de ahí tengo cierta predisposición y afecto por las comunicaciones, pero también por mi formación médica que me hace entender que la mejor medicina es la que no se da: porque las personas cuidaron de sí mismas y la prevención es el arma médica más potente. Por eso, hoy colaborar con los canales de televisión a educar en esta pandemia, lo considero un deber y no me ha resultado para nada incómodo.
Finalmente, ¿cómo se imagina en seis meses más?
Me imagino al pie de las camas de mis enfermos, haciendo lo que mejor sé hacer, atendiendo pacientes, como lo he hecho a lo largo de toda mi vida.
El Dr. Sebastián Ugarte, académico de la Facultad de Medina de la UNAB y jefe del Servicio de Paciente Crítico de la Clínica INDISA hace un llamado al autocuidado:
Más información sobre los protocolos institucionales adoptados, así como los detalles de la campaña “Prevenir en UNAB”, pueden revisarlo en www.unab.cl/coronavirus. Para consultas adicionales pueden escribir a coronavirus@unab.cl.