Más de la mitad de los chilenos vive hoy en barrios más inseguros que en su infancia
Un nuevo reporte del Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional consignó que la “seguridad en el barrio” registró una movilidad social descendente de un 51,3%, lo que implica que 2.532.963 personas viven hoy en condiciones menos seguras en comparación a cómo vivían sus padres. Asimismo, según la investigación de la Universidad Andrés Bello, el 30,4% de las personas de entre 35 y 55 años declara presenciar tráfico de drogas con “mucha frecuencia o siempre” en sus vecindarios y un 23,2% indica lo mismo respecto a las balaceras, percepción que revela un significativo deterioro en la seguridad de la población nacional.
En medio de la crisis de seguridad que vive el país, el Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello publicó un análisis detallado de la evolución de la seguridad en los barrios del país a partir de los resultados del primer Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional que dio a conocer la casa de estudios en el mes de septiembre.
La investigación de la UNAB desarrolló un nuevo modelo para medir los avances sociales y económicos que ha experimentado Chile en las últimas décadas considerando ocho dimensiones, concluyendo que el país alcanzó una movilidad social multidimensional promedio de 12% en una generación. Este ascenso, según el estudio, fue impulsado favorablemente por los niveles de movilidad social neta ascendente registrado en las dimensiones de nivel educacional (52,4%), habitabilidad (48%), acceso al consumo (31,9%), acceso a la salud (11,5%) y trabajo u ocupación (10,4%). Por el contrario, el interés público (-6,7%), la vivienda propia (-9%) y la seguridad en el barrio (-42,7%) fueron aquellas áreas que registraron movilidad social neta descendente al comparar la condición de las personas que hoy tienen entre 35 y 55 años con la que tenían sus figuras parentales principales en el pasado.
Zoom a la caída en “seguridad en el barrio”
Para medir el desempeño de esta dimensión, se le preguntó a los encuestados -al igual como lo hace la Encuesta CASEN- por la frecuencia con que presenciaron dos tipos de hechos: tráfico de drogas y balaceras o disparos, ambos en la vía pública cercanos al lugar donde residen.
En términos generales, el análisis de la investigación arrojó que la “seguridad en el barrio” es la variable que retrocede en mayor medida de las ocho analizadas en la generación actual al compararla con la de sus figuras parentales principales, al mostrar una movilidad social neta negativa de -41,7%. Es decir, la generación nacida entre los años 1969 y 1989 cuenta con una menor seguridad en el barrio respecto a sus padres.
Al analizar las cifras en detalle, se observa que solo el 8,6% de la población nacional entre 35 y 55 años –423.606 personas- habita en barrios con mayor seguridad que sus figuras parentales principales, mientras que un 40,1% -1.978.241 personas- muestra movilidad nula y un 51,3% -2.532.963 personas- viven en entornos percibidos como más inseguros.
Dentro de quienes experimentaron movilidad social descendente en esta área, el 23,3% manifestó presenciar en la actualidad “pocas veces” situaciones de inseguridad, mientras que el 28,1% restante dice hacerlo “muchas veces o siempre”. Este último grupo es el que más preocupa puesto que no solo están peor que en su infancia en esta materia -al experimentar movilidad social descendente-, sino que la frecuencia con la que presencia hechos de inseguridad actualmente es muy alta.
Por otro lado, dentro de quienes se encuentran igual que sus padres -movilidad social nula-, el 36,5% que está en barrios con mayor seguridad, mientras que el 3,6% restante en barrios menos seguros. Este antecedente permite concluir que la mayor parte de la movilidad nula esconde un escenario positivo dado que la población que se mantiene en barrios con el mismo nivel de seguridad que en su infancia, lo hace en barrios más seguros.
Quiénes son los más afectados
Dentro de las personas que hoy tienen entre 35 y 55 años, fueron las mujeres quienes declararon haber sufrido un mayor deterioro en la seguridad de sus barrios al presentar una movilidad descendente de un -55%, en contraste con el -48% que declararon los hombres.
Y a nivel territorial, también se observaron brechas. En las zonas urbanas se consignó una movilidad social descendente mayor que en las rurales: -53% versus -38%, respectivamente. En las zonas urbanas, además la movilidad nula fue de un 38% y la ascendente de un 8%. En tanto, en las áreas rurales la movilidad nula alcanzo un 53% y la ascendente de 10%.
Asimismo, al desagregar por nivel socioeconómico, se encuentra un escenario dispar. En el caso del grupo perteneciente al segmento de mayores ingresos -C1-, un 37% de personas presentó movilidad descendente y más de la mitad (51%) mantiene el nivel de seguridad de su barrio cuando tenía 14 años. En cambio, para los niveles C3, D y E, la movilidad descendente es mayor y estadísticamente igual entre ellas (-55%, -54% y -54%, respectivamente), evidenciando que más de la mitad de quienes pertenecen a esos niveles socioeconómico habitan hoy barrios que perciben como más inseguros que en su infancia.
En este ámbito, el diagnóstico se repite cuando se desagrega la movilidad entre quienes viven en barrios más inseguros en la actualidad. En los grupos socioeconómicos C3, D y E, alrededor de un 30% de las personas tuvieron movilidad descendente y en este entorno se presencian muchas veces o siempre situaciones de inseguridad. En el caso del grupo C2 este porcentaje baja a un 24,5% y, para el C1, lo hace aún en mayor medida hasta el 20,8%.
Qué perciben las personas hoy en términos de seguridad
El estudio del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello también analizó en términos brutos las respuestas que entregaron los encuestados a las dos preguntas con las cuales se construye la dimensión de “seguridad en el barrio”, que son las mismas que se realiza en la encuesta CADEN en el módulo de vivienda.
Respecto a la frecuencia con que hoy presencian situaciones de inseguridad, un 45,1% de los encuestados declara “nunca” haber visto personas traficando drogas en la vía pública o alguno de los miembros de su hogar, mientras que un 30,4% declara haberlo presenciado “muchas veces o siempre”. Sin embargo, cuando a las personas se les pregunta por la misma situación, pero cuando tenían 14 años, el porcentaje que nunca presenció tráfico de drogas en su barrio aumenta a un 75,8%, 30,7 puntos porcentuales menos respecto al escenario actual.
En cuanto a la periodicidad con que han sido testigos de balaceras o disparos en la actualidad, un 45,9% declara que “nunca” lo ha sido, mientras que un 23,2% que “siempre o muchas veces”. Por el contrario, cuando se pregunta para la misma situación en la infancia, el porcentaje que declara nunca haberlos presenciado en esa etapa de su vida crece a un 79,9%, lo que muestra una percepción de seguridad mucho mayor en los años pasados que en la actualidad.
Raúl Figueroa, director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, sostuvo que “la crisis de inseguridad está escalando y generando un deterioro significativo en la calidad de vida de las familias en todo Chile, aunque con mayor énfasis en las mujeres y en los habitantes de las zonas urbanas. Este estudio entrega información valiosa para continuar avanzando en una agenda de fortalecimiento institucional y legislativo y en el diseño de políticas públicas focalizadas que contribuyan a contrarrestar el avance de la delincuencia en todo el territorio nacional”.
El informe del Instituto UNAB de Políticas Públicas se construyó a partir de la Encuesta UNAB de Movilidad Social Multidimensional 2024, la cual se realizó de manera presencial y cuenta con representatividad a nivel nacional. Ésta recolectó información de 2.124 personas de entre 35 y 55 años a lo largo de las 16 regiones del país mediante un cuestionario de 90 preguntas cerradas, la aplicación del Test de Raven -para medir habilidades del razonamiento abstracto- y una Escala de Capital Social. Para poder realizar el análisis, a los entrevistados se les preguntó por su condición actual y la de sus padres o figuras parentales principales cuando el encuestado tenía 14 años. El trabajo de campo de la encuesta se realizó entre el 22 de marzo y el 27 de junio de 2024 y estuvo a cargo de la empresa CADEM.