LT BOARD | Columna de Beatriz Mella: ¿Qué modelo de ciudad queremos?
El modelo de "supermanzanas" en la ciudad, del urbanista español Salvador Rueda, propone dejar sectores dentro de los barrios sin tráfico vehicular. Una propuesta controversial, pero "con menos contaminación, menos calor, más salud, más cohesión social y más seguridad percibida", dice Beatriz Mella, directora de CIUDHAD de la UNAB.
La pregunta resurgió con fuerza tras la presentación del ecólogo urbano Salvador Rueda en el Congreso Internacional de Ciudades organizado por la CChC. Su afirmación es que “la ciudad es un ecosistema”, no solo un conjunto de calles y edificios, sino una red de relaciones entre personas, actividades, infraestructuras y escalas.
Como todo ecosistema, la ciudad puede reorganizarse para funcionar de una manera más armónica, eficiente y saludable, que es lo que plantea en su modelo de supermanzanas.
La supermanzana es una intervención urbana que elimina el tráfico vehicular al interior de una cuadrícula de 3 x 3 manzanas, dejando ese espacio para el peatón. Sin duda, una medida audaz.
No se trata de una eliminación de tráfico, sino que una redistribución, por lo que puede dar la sensación de más congestión en ciertos puntos. Sin embargo, estudios en Barcelona muestran que este efecto tiende a estabilizarse después de un par de meses porque muchas personas cambian sus rutas o el uso de su auto, al ya no ser tan conveniente para tramos cortos. Esto se conoce como evaporación del tráfico inducido (fenómeno inverso al tráfico inducido por nuevas autopistas).
En cuanto al impacto social, las supermanzanas aumentan la percepción de seguridad, especialmente entre mujeres, personas mayores y familias con niños. En Horta, por ejemplo, el 45 % de las mujeres y el 56 % de los hombres encuestados señalaron una mejora en su bienestar general tras la implementación. La clave es que los espacios antes ocupados por el auto ahora tengan asientos, juegos, árboles y personas.
Lo interesante es que este modelo es audaz porque prioriza al peatón, no al auto. Una transformación de esta magnitud no estaría exenta de resistencia, pero la evidencia muestra menos contaminación, menos calor, más salud, más cohesión social y más seguridad percibida. Tal como presentó Rueda en la conferencia de la CChC, el desafío no es técnico ni económico, sino de voluntad social y política.
Revisa la columna completa en La Tercera, pinchando aquí.