Le Monde Diplomatique | Sobre la (no) acusación constitucional al ministro de Educación: ¿qué espera la escuela de su clase política?
Los académicos de la Universidad Andrés Bello, Carmen Gloria Garrido y René Valdés, consideran que situación con el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, interpela el concepto de lo público, la democracia y el rol de la escuela en la formación de ciudadanos responsables.
Los académicos de la Escuela de Educación de la Universidad Andrés Bello (UNAB), Carmen Gloria Garrido y René Valdés, analizan el espectáculo de descalificaciones y ataques personales que se han apoderado del debate, a propósito de la acusación constitucional contra el Ministro de Educación, Marco Antonio Ávila.
En ese sentido, Garrido y Valdés expresan su preocupación por la falta de respeto y ética en el escenario mediático donde se ha desarrollado el evento político. Además, consideran que las discusiones sobre temas importantes como educación no sexista, educación sexual y la Junaeb se han visto opacadas por insultos, agresiones homofóbicas y descalificaciones que han sido amplificadas en redes sociales.
Para los expertos, esta situación con el ministro de Educación interpela el concepto de lo público, la democracia y el rol de la escuela en la formación de ciudadanos responsables. En un momento de inestabilidad social, es urgente trabajar en una pedagogía basada en el amor y el respeto, donde se promueva la valoración de las diferencias y se abandone la lógica de competencia y exclusión.
La sociedad actual, según los académicos, necesita recuperar el sentido ético y el respeto por el otro, dejando de lado prejuicios y posiciones dogmáticas que generan estigmatización. Es hora de adoptar enfoques educativos y pedagógicos más curiosos, respetuosos, amplios y creativos.
En este contexto, la escuela espera de su clase política un comportamiento cívico ejemplar, con palabras que construyan puentes en lugar de dividir, y una responsabilidad compartida en el cuidado del bienestar de los niños y niñas del país.
Los académicos UNAB sostienen que la acusación constitucional puso en evidencia la necesidad de trabajar en una sociedad más cohesionada y con una ética sólida, donde el respeto por los demás sea el eje central para construir un futuro más inclusivo y equitativo.