Las aguas residuales pueden ser un sistema de alerta temprano para brotes de coronavirus
La investigadora UNAB Aiko Adell es parte de un proyecto que busca detectar la presencia de SARS Cov2 en aguas residuales de la Región Metropolitana, cuantificarlo y generar un sistema de vigilancia y alerta temprana a partir de los datos.
A pesar de que el SARS Cov 2 es un virus respiratorio, existe evidencia de que sigue presente en las heces de las personas infectadas y, en consecuencia, también en las aguas residuales. Por estas razones, varios equipos de investigación alrededor del mundo están realizando estudios para detectar la presencia del virus en este tipo de aguas no procesadas, entregando datos valiosos sobre cómo circula el virus, su propagación y la incidencia de la enfermedad en los distintos territorios.
En este contexto, la doctora Aiko Adell, investigadora de la Escuela de Medicina Veterinaria de la U. Andrés Bello, participa como directora alterna de un proyecto que analizará muestras de afluentes de plantas de tratamiento de aguas servidas de la Región Metropolitana para buscar material genético del virus (RNA). De esta forma, el equipo podrá cuantificar su presencia y establecer una correlación con la incidencia de Covid19 en las distintas comunas cuyas aguas llegan a las plantas de tratamiento de Santiago.
“La idea es tratar de generar un sistema de vigilancia temprano con respecto a la presencia de virus y la cantidad de virus. Si bien ha habido varios estudios al respecto en agua residual en otros países, hasta el momento lo que más se ha hecho es ver la presencia del virus. Nuestro equipo quiere llegar un poco más allá”, dice la Dra. Adell. Hacer una correlación con la incidencia, explica, es muy relevante para contabilizar los casos sintomáticos y los no sintomáticos de manera más precisa.
“Es muy posible que los conteos respecto a la infección del virus y los contagios estén subreportados, porque, por ejemplo, muchas personas son asintomáticas y no saben que están con el virus. También hay personas que están enfermas, o con un cuadro muy leve, y no salen a hacerse el examen”, agrega. En este sentido, estudiar lo que ocurre a nivel de aguas residuales con el virus “nos va a poder decir qué es lo que realmente está pasando en la población”.
Si bien a medida que disminuyen los casos se vuelve más difícil pesquisar el virus, la información obtenida podría ayudar a generar alertas sobre nuevos brotes o posibles rebrotes, dando más evidencia a quienes toman decisiones sobre medidas preventivas a nivel regional o incluso comunal.
El proyecto tendrá una duración de 12 meses y ya comenzó sus actividades. Dirigido por el doctor Jorge Olivares, investigador de la Universidad Católica de Valparaíso, se trata de una de las 63 iniciativas que se adjudicaron el Fondo de Investigación Científica COVID-19 de la ANID. Participan también el doctor Francisco Moya, de la Universidad del Desarrollo, y la doctora Sandra Cortés, especialista en salud pública de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Para su realización, cuenta con la colaboración expresa del Grupo Aguas Andinas, empresa que permitirá el acceso a las plantas para la toma de muestras.