La Tribuna | Día Cero Discriminación: Reconocer la diferencia y la dignidad humana
Roxana Zuleta, docente de Trabajo Social de la UNAB, sede Concepción, comenta sobre los alcances de esta efeméride.
El 1 de marzo fue proclamado por la ONU como el Día de la Cero Discriminación, para promover el derecho de todas las personas a vivir con dignidad, sin distinción de origen o condición.
En Chile, la Ley N*20.609, o Ley Zamudio, establece medidas contra la discriminación arbitraria, definida como cualquier distinción o exclusión sin justificación razonable.
Basada en factores como etnia, nacionalidad, situación socioeconómica, maternidad, género.
Orientación sexual, edad, discapacidad, opinión, maternidad, entre otras.
Esta discriminación puede ser ejercida tanto por el Estado como por particulares.
Siempre que vulnere derechos fundamentales reconocidos en la Constitución y en tratados internacionales.
Chile es un país discriminador con todo aquello que el discurso sociocultural e ideológico dominante ha establecido como de menor valoración, afectando negativamente a personas, grupos y comunidades.
Esto se refleja en múltiples ámbitos.
El barrio o comuna donde se vive, la institución educativa a la que se asiste, la profesión u oficio que se ejerce, el apellido o la familia de origen.
El género, la identidad y orientación sexual, la edad, enfermedades que se padecen.
La presencia discapacidad o necesidad educativa especial e, incluso, la forma de vestir o hablar.
Marcando el prejuicio y la exclusión profundas desigualdades en nuestra sociedad.
Según la Encuesta Nacional de Derechos Humanos 2022, el 42,1% de la población considera que los derechos de las personas mayores no son respetados.
Seguido de las personas transexuales (32,9%), homosexuales y lesbianas (32,6%).
Y las personas con discapacidad quienes en un 50,8% no finaliza la educación media y tiene barreras para acceder al empleo, con 43% de activos laboralmente, en contraste con el 68% de la población sin discapacidad.
Enfrentar estas prácticas profundamente arraigadas es un desafío complejo, pero no imposible y más allá de la legislación, la educación es clave.