La Tercera | Movilidad social en Chile, buenas noticias
En esta columna, el director ejecutivo del Instituto UNAB de Políticas Púbicas, Raúl Figueroa, analiza cómo ha evolucionado la movilidad social en Chile durante la última generación.
Si los hijos viven mejor o peor que sus padres es una pregunta fundamental para comprender cuanto se desarrolla una sociedad y en qué medida las personas acceden a mayores y mejores oportunidades. Cuando los cambios entre una generación y otra son positivos, hablamos de movilidad social ascendente, la que se mide sobre la base de la variación de los ingresos; pero, si bien esa mirada es útil, resulta insuficiente a la hora de analizar fenómenos sociales más complejos.
Una aproximación multidimensional entrega información valiosa para identificar en qué áreas hemos logrado mejoras sustantivas y caracterizar mejor a qué grupos pertenecen quienes se han beneficiado más o menos de ese progreso.
El primer Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional constituye una herramienta innovadora que se hace cargo de estas necesidades y ofrece un instrumento de focalización útil para el diseño de políticas públicas costo efectivas. Sus primeros resultados son alentadores, toda vez que sobre la base de 8 dimensiones evaluadas, muestra una movilidad social neta positiva en la generación entre 35 y 55 años, que se encontrarían mejor que sus padres.
Las dimensiones en las que el porcentaje de personas que se encuentra mejor que sus padres es mayor al de quienes se encuentran peor, son nivel educacional, habitabilidad, acceso al consumo, acceso a la salud y trabajo u ocupación. Por otro lado, el estudio arroja movilidad neta negativa en interés público, vivienda propia y seguridad en el barrio.
A la hora de identificar qué genera la movilidad, el máximo nivel parental en cada dimensión es un determinante relevante. Así, el esfuerzo escolar, la valoración del esfuerzo y el pensamiento crítico, entre otros, destacan como palancas que impulsan positivamente el ascenso social. Por otro lado, las situaciones violentas en la infancia y, de manera muy significativa, la discriminación de género, son elementos cuya presencia afecta negativamente.
Destinar los esfuerzos de la política en aquellos aspectos que la evidencia muestra son relevantes para seguir con una senda de progreso es el desafío. No desaprovechemos la oportunidad.