La Tercera | Democracia Muerta
El director del Observatorio Territorial del Instituto UNAB de Políticas Públicas, Jaime Bellolio, se refirió sobre el rol de la sociedad civil y el caso de Democracia Viva.
El escándalo de corrupción desencadenado por el caso “Democracia Viva” y Revolución Democrática ha dañado y vulnerado a la sociedad civil en su indispensable papel en la provisión de bienes públicos.
Tocqueville sostenía que la sociedad civil -asociaciones voluntarias entre los individuos y el Estado- cumplían un rol esencial en la preservación de la democracia y el bienestar general; fomentando la participación cívica y deliberación pública; promoviendo la tolerancia, convivencia y sentido de comunidad. Y también son quienes ayudan a resolver problemas públicos, fomentan y protegen las libertades individuales, y representan un dique al poder del Estado de invadir todos los espacios sociales. Cuando se debilita o corrompe a la sociedad civil, se hace lo mismo con la democracia.
¿Puede “Democracia Viva” ser incluida dentro de estos roles? No. La verdad es que ellos usaron el disfraz legal de fundación para desviar dinero del Estado y hacer propaganda partidista, contratando a amigotes y militantes, quienes, entre otras cosas, debían fiscalizar a la misma fundación. No era solo un “descriterio” como quisieron hacer creer, es un acto corrupto. Más aún, desde la campaña del “Apruebo” admitieron haber utilizado a Democracia Viva como vehículo de financiamiento para campañas políticas, lo cual está siendo investigado por el Servel.
A medida que se conocen más detalles y se encuentran indicios de un modus operandi similar en otras partes del país, surge una sospecha generalizada hacia todas las fundaciones y corporaciones, asumiendo que todas deben ser iguales a la farsa de “Democracia Viva”.
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