06 Mayo 2025

La Segunda | Columna de opinión de Felipe Balmaceda: ¿Marx está de vuelta?

El economista de la UNAB explica qué planteamientos del conflicto capital, tecnología y trabajadores están presentes en la realidad del mercado laboral chileno.

El investigador del Instituto de Políticas Económicas de la Facultad de Economía y Negocios de la U. Andrés Bello, Felipe Balmaceda, plantea en una columna escrita para La Segunda que, al analizar el mercado laboral chileno, algunos planteamientos formulados por Karl Marx en el siglo XIX vuelven a cobrar relevancia.

Balmaceda recuerda que Marx sostenía que, ante salarios elevados, los empresarios tienden a invertir en maquinaria que reemplaza trabajadores, y que esto genera un “ejército industrial de reserva” —trabajadores desplazados— que, al aumentar la oferta laboral, presiona los salarios a la baja.

Profesor de la FEN UNAB

Del mismo modo, también advertía que el capital también incrementa la producción, lo que puede elevar la demanda laboral: “el capital actúa de ambos lados a la vez”, libera trabajadores, pero también los necesita.

¿Cómo se relaciona esto con la realidad del trabajo en Chile?

El profesor Balmaceda dice que en nuestro país esto se ejemplifica en la industria minera. Leamos.

«Camiones autónomos, perforadoras remotas y sistemas inteligentes elevan la productividad pero desplazan a trabajadores calificados. A la vez, la digitalización en el comercio y los servicios ha modificado miles de empleos, sin que existan políticas de reconversión laboral robustas».

Recuerda que esta realidad, para colmo, está situada en un contexto de alta informalidad laboral, escaso dinamismo en el empleo, altos costos de despido, reducción de jornada y aumento del costo salarial por la reforma previsional.

A esto, «se suman una estructura productiva que no genera empleo de calidad, un sistema de capacitación ineficiente y una educación superior con problemas de recursos, calidad decreciente y segregación por gratuidad. La inflexibilidad laboral y la formación rígida y de baja calidad restringen la adaptación al cambio tecnológico, dificultando una transición inclusiva hacia el trabajo del futuro».

Sin embargo -aclara Balmaceda- también hay oportunidades. «La inteligencia artificial (IA) puede complementar a los trabajadores —no solo reemplazarlos—, mejorando productividad e ingresos. Esto requiere políticas activas de formación, actualización e inversión en capital humano. Mejorar la educación técnico-profesional, modernizar el SENCE y la flexibilidad laboral son claves».

«Marx tenía razón: el conflicto capital-trabajo sigue vigente. Pero hoy contamos con herramientas institucionales, tecnológicas y democráticas para canalizar el cambio hacia una economía más justa y dinámica», sintetiza.

Puedes leer la columna completa en este enlace.