La Segunda | Columna de Benjamín Villena del IPE UNAB: El dilema de las indemnizaciones
El profesor de la UNAB apunta al equilibrio entre la protección y seguridad que necesitan los trabajadores y los incentivos que propicien mejoras personales y en torno a la productividad.
En una columna de opinión escrita para el diario La Segunda, el profesor asociado del Instituto de Políticas Económicas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello, Benjamín Villena, habla de la propuesta económica (El Puente) que hizo pública un grupo de economistas de las más variadas tendencias políticas, y se detiene en el plano laboral.
La idea de estos economistas, convocados por Rolf Lüders, es darle dinamismo a la economía. Para ello -precisa Villena- plantean una serie de reformar en el mercado laboral, las que desde su opinión conviene revisar con detención.
«Un punto clave en la regulación laboral es la tensión entre generar suficiente protección y estabilidad a los trabajadores sin eliminar o reducir incentivos claves para que desarrollen sus carreras laborales, con beneficios a nivel individual, y mayor eficiencia a nivel general», escribe el profesor Villena.
Recuerda en esa línea algo que es evidente, pero que es razonable precisar: La estabilidad laboral es positiva para el empleo e ingresos del trabajador y una mejor calidad de vida.
Junto con eso, y desde la dimensión del empleador, «más estabilidad también puede ser positiva ya que vuelve más rentable para éste capacitar trabajadores en habilidades generales, elevando además la productividad».
Dicho lo anterior, las indemnizaciones por años de servicio (IAS) -sugiere el investigador de la UNAB- pueden tener un rol positivo.
Efecto opuesto
Pero Villena advierte algo que acaso no se tenga en consideración a la hora de pensar en políticas públicas. Así lo dice:
«Demasiada protección causa el efecto opuesto. La IAS puede constituir un elevado costo de despido que se incrementa con la antigüedad del empleado, lo que desmotiva la contratación y los contratos de largo plazo. En consecuencia, unos pocos trabajadores, normalmente los más calificados y de mayor empleabilidad reciben una protección que necesitan mucho menos que aquellos de menor potencial en el mundo laboral, que se beneficiarían mucho más con menores chances de despido o con posibilidades de contratación mayores».
Agrega que «otra consecuencia del exagerado foco en protección, es que los trabajadores tienen pocos incentivos para esforzarse en sus empleos, adquirir habilidades que los vuelvan más productivos, y buscar activamente mejores oportunidades».
Y entonces qué…
Benjamín Villena sugiere un equilibrio; vale decir, lograr un adecuado balance de incentivos y protección social; desafío – afirma- abierto para las instituciones del mercado laboral y para quienes nos dedicamos a pensar en ellas.
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