Informalidad laboral en Chile dura en promedio tres meses y medio, según investigación de académico UNAB
El profesor Benjamín Villena plantea que la informalidad afecta más a mujeres y jóvenes. “Se debe tener cuidado al establecer la reducción de la informalidad como objetivo de políticas públicas, dado que ella recibe flujos sustanciales de desempleo y se puede considerar como un salvavidas temporal de ingresos mientras los trabajadores buscan mejores oportunidades en el mercado”, advierte.
El informe de empleo publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en mayo da cuenta del aumento de la informalidad laboral en Chile. Se trata de una realidad que, según este boletín, afecta a más de 2,5 millones de personas. La informalidad, en palabras simples, implica desprotección de seguridad social y, entre otras cosas, lagunas previsionales con consiguiente deterioro de las futuras pensiones.
El académico de la Facultad de Economía y Negocios de la UNAB e investigador del Instituto de Políticas Económicas de la misma casa de estudios, Benjamín Villena, publicó en la edición de junio del Journal of Labor Research el estudio «Desentrañando la persistencia de la informalidad». En este trabajo, analiza este fenómeno del mercado laboral en Chile. El texto se centra en la medición de los flujos de trabajadores desde y hacia la informalidad para comprender cuánto persisten los trabajadores en este estado. Con esta información, sería posible formular políticas públicas más efectivas.
El análisis del profesor Villena establece que la persistencia de la informalidad laboral promedio es mayor entre las mujeres, los jóvenes y las personas con educación terciaria, pero es baja en comparación con otras economías de la región. Su conclusión es que la duración promedio de la informalidad en Chile es de casi 3,5 meses y con alta variabilidad.
“El flujo hacia la informalidad desde el desempleo es la principal fuerza que explica la persistencia, lo que sugiere que la informalidad es un refugio temporal contra el desempleo”, plantea en su investigación.
Villena explica que en economías en desarrollo una proporción considerable de la fuerza laboral es informal, lo que, además de la afectación en términos de seguridad social, limita las perspectivas de carrera. “Los empleos informales son generalmente proporcionados por empresas de baja productividad que evaden el pago de impuestos y seguridad social”, afirma.
Pero más allá de la constatación de este fenómeno, la pregunta que el académico se formula es si la informalidad es permanente o transitoria. “Si la informalidad es una forma de evitar el desempleo, genera bajos estándares de calidad de vida y muestra una alta persistencia, se convierte en una trampa para los trabajadores que políticas adecuadas podrían mitigar. Por otro lado, si la informalidad proporciona un refugio temporal contra el desempleo, pero los trabajadores pueden transitar a empleos formales fácilmente, el sector informal puede proporcionar una especie de seguro, especialmente en economías con poca seguridad social o acceso restringido al crédito”, explica.
Para elaborar su investigación, el profesor Villena utilizó datos trimestrales de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) de Chile desde el primer trimestre de 2010 hasta el cuarto trimestre de 2023. Lo que observó, al desagregar los datos, es que “antes y después de la pandemia, los trabajadores informales tenían una edad promedio mayor que los trabajadores formales. Solo los inactivos superaban la edad promedio de los trabajadores informales. Después del inicio de la pandemia, la distribución por grupos de edad permaneció más o menos igual. En contraste, la participación de los trabajadores informales por grupo de edad revela un aumento para los grupos más jóvenes (25-38). Se observa un fenómeno opuesto para los desempleados, cuya participación aumenta después del COVID. Finalmente, los inactivos se concentran más en trabajadores de mediana edad (39-51) en comparación con otros grupos”.
Otra conclusión de su trabajo es que los más jóvenes tienen una persistencia más alta en la informalidad laboral y que las personas de mediana edad (39 a 51 años) y los mayores (52 a 65 años) tienen persistencias muy similares; además de que las diferencias en la persistencia de la informalidad por nivel educativo son llamativas pues los trabajadores con título universitario o superior parecen estar más vinculados a la informalidad respecto de personas con menos estudios. Al respecto, sugiere que hay una heterogeneidad importante entre los grupos demográficos que refleja la calidad de las oportunidades laborales. “Es muy probable que los trabajadores con más estudios tengan trabajos informales mejores que el trabajador informal promedio. Por otro lado, los jóvenes y las mujeres pueden enfrentar perspectivas relativamente menos atractivas en el mercado laboral formal, por lo que permanecen más tiempo en la informalidad”.
Por último, plantea que “dado que la persistencia de la informalidad es relativamente baja y tiende a ser mayor para los trabajadores calificados, se debe tener cuidado al establecer la reducción de la informalidad como objetivo de políticas públicas. Dado que la informalidad recibe flujos sustanciales de desempleo, se puede considerar como un salvavidas temporal de ingresos mientras los trabajadores buscan mejores oportunidades en el mercado”.