Inclusión: perseverar y saltar las barreras en un mundo hostil
Desde que empezó la pandemia José Luis Abusleme siente que se invirtieron los papeles y es él quien ahora sobreprotege a sus padres, dividiendo el tiempo entre cuidados y su mundo laboral. Fue parte del Programa en Habilidades Laborales hace seis años, cuando aprendió que al demostrar ganas y aptitudes es posible sobreponerse y alcanzar lo que se busca.
José Luis Abusleme llegó al Programa Diploma en Habilidades Laborales de la Universidad Andrés Bello a los 34 años, con ganas de tener una vida universitaria. Ese era un desafío pendiente, alcanzar la educación superior y desde ahí seguir avanzando a pesar del tiempo en que se mantuvo lejos de las aulas. Se adaptó bien y cualquier diferencia de edad no fue dificultad para relacionarse.
Ya en clases, gracias a su persistencia, alcanzó el mejor promedio y fue reconocido por la universidad. Según destaca, consiguió pasar los obstáculos debido a la claridad de los académicos por los que siempre se sintió apoyado: “son justos a la hora de evaluar y son cercanos”, dice.
Pero José Luis no profundiza en sus méritos, son metas que se va proponiendo y que alcanza con esfuerzo. Salir al campo laboral no es fácil, pero su práctica profesional en el área administrativa fue un avance de lo que enfrentaría y también una nueva aventura, de la que dice guardar los mejores recuerdos gracias a la buena disposición de quienes compartieron las jornadas con él. De eso ya hace seis años, cuando se tituló y egresó del diploma.
“Como alumno en el diploma era un excelente alumno y persona. Fue el mejor promedio de su promoción y el Premio al Espíritu Diploma. Muy querido por sus pares y profesores, en la práctica lo querían un montón. Gran carisma y líder dentro de su curso, cada vez que alguien necesitaba algo él apoyaba en lo que fuera necesario”, complementa Fernanda Ordenes, secretaria académica del programa, quien muestra el lado del que José Luis no hace mayor referencia a la hora de contar sobre sus cualidades y logros.
Tiempo después de su egreso se insertó de lleno en el mundo laboral, ese que puede resultar hostil para todos, pero que se intensifica para quien presenta alguna discapacidad. Fue una época que no estuvo exenta de dificultades, hace unos años sufrió bullying, y con ese peso continuó trabajando para no defraudar a sus cercanos. Pero llegó el momento en que decidió dejarlo, ya sabía que existen espacios donde las personas con discapacidad son recibidas como pares. Fueron días complicados, pero eligió superar ese dolor para avanzar y lo hizo.
“Ahora estoy trabajando como asesor de la vicepresidencia en Parque Arauco, donde me preocupo de distintas tareas como que no falten insumos y reportar a mi jefatura si eso pasa, ver que la parte de aseo esté bien, servir té, café y bebidas, distribuir bidones de agua purificada en tres pisos. También hago trámites bancarios, recibo y despacho documentos”, cuenta.
¿Cómo es ese espacio laboral y qué cambios generaste al ingresar?
Mi círculo laboral es bastante tranquilo, me recibieron muy bien. El cambio que he generado es demostrar que teniendo discapacidad me he hecho notar como uno más, no escondiendo mis dificultades, sino que tratando a diario de cumplir lo que se me exige.
¿De qué forma te afectó la pandemia?
Me afectó en lo emocional pues me hizo intercambiar roles con mis papás, quizá sobreprotegiéndolos demasiado y tomando las riendas en mi casa, cosa que me hizo por ahí tener unas crisis de pánico. Además, con todo lo que sucedía, me sentía preso sin moverme de la casa, porque me gusta salir y compartir. Fue duro para mí, pero ya lo he ido superando.
¿Qué te gustaría hacer en un tiempo más?
Seguir creciendo en el ámbito laboral, poder formar una familia como la mía y poder seguir mostrando que me la puedo.
¿Qué les recomendarías a los estudiantes que recién comenzarán en el diploma?
Les recomendaría perseverar y ser constantes en este mundo que es difícil y hostil, pero sé que mientras uno demuestre capacidades, aptitudes y ganas es todo mucho más llevadero.