Ex-Ante | Relocalizar, reconstruir y restaurar territorios y comunidades post incendio
La directora del Centro de Investigación Urbana para el Desarrollo, el Hábitat y la Descentralización (CIUDHAD) , la Dra. Beatriz Mella, compartió con Ex- Ante esta columna sobre la reconstrucción tras los recientes incendios.
El reto de la reconstrucción tras los incendios exige ir más allá de la respuesta inmediata, promoviendo estrategias resilientes, multidimensionales y de largo plazo que permitan que nuestras ciudades se adapten de una manera adecuada al contexto actual, donde existen riesgos crecientes por los eventos extremos y la urbanización acelerada.
El devastador incendio que arrasó con partes significativas de Viña del Mar y Valparaíso consumió cerca de 9.215 hectáreas, y afectó a 9.828 viviendas, abarcando cerca de un 10% de la zona urbana construida de Viña del Mar.
La tragedia reciente nos obliga (nuevamente) a reflexionar sobre la manera en que construimos y habitamos nuestras ciudades. La introducción de materiales y especies nativas con propiedades ignífugas (resistentes al fuego y que reducen su propagación) juegan un papel clave en la creación de una interfaz urbano-forestal que sea capaz de soportar y mitigar los impactos de futuros incendios.
¿Las lecciones aprendidas? Parecieran estar en el uso de tipologías pertinentes, en el establecimiento de códigos adecuados de construcción y la puesta en marcha de sistemas de comunicación efectivas para el monitoreo preventivo de incendios. Por supuesto, que esto siempre debe ser en coordinación con las comunidades organizadas y en línea con los planes de riesgo y emergencia. Hoy se está trabajando para que la Región de Valparaíso pueda recuperarse de este incendio, pero también tenemos que lograr anticiparnos a los futuros desastres que puedan surgir.
Relocalizar
El esfuerzo inicial implica considerar la delimitación de los sectores que fueron afectados. Sin embargo, se estima que cerca de 50 hectáreas de terreno, habitadas por aproximadamente 700 familias, se encuentran en áreas propensas no solo a los incendios, sino también a otros peligros como deslizamientos de tierra o desprendimientos.
Las viviendas situadas en áreas de riesgo no pueden ser reconstruidas en su ubicación original. Durante el reciente incendio, estas zonas de alto riesgo incluían mayormente campamentos y asentamientos informales precarios. La reubicación de estas comunidades en zonas seguras es necesaria para evitar nuevas catástrofes por viviendas que se construyan en pendientes modificadas o en terrenos propensos a sufrir desprendimientos o deslizamientos.
Reconstruir
La reconstrucción constituye una fase de mediano plazo crucial en la recuperación post desastre, que debe estar enfocada en la edificación segura y resiliente de viviendas. En el caso de campamentos, el proceso debe considerar la regularización y delimitación de loteos, de manera de formalizar la existencia de estos barrios. Esta medida permite asegurar que las nuevas construcciones puedan contar con una urbanización y servicios básicos adecuados.
En paralelo, actuar con baterías de subsidios especiales para la adquisición o construcción de viviendas, que permita acelerar el proceso, particularmente en zonas urbanas donde las personas tienen formalizada la propiedad de los terrenos, que se estima corresponde a un 55% del total de las áreas comprometidas por el incendio.
Restaurar territorios y comunidades
Planificar en el largo plazo es fundamental, lo que comienza por la actualización de los planes reguladores en concordancia con los planes de emergencia. Valparaíso, Viña del Mar, Villa Alemana y Quilpué cuentan con planes reguladores que no han sido actualizados en torno a los planes de manejo de riesgo, situación similar a varias otras comunas del país que se encuentran en sectores altamente propensos a los incendios forestales y otros tipos de riesgo de desastres.
Por otro lado, la planificación territorial debe considerar la componente comunitaria en todo este proceso. Uno de los casos de éxito conocido por su resiliencia fue el Barrio Botania, en Quilpué, que contaba con una coordinación anterior y un plan de prevención y manejo de incendios articulada en conjunto con CONAF y los vecinos. El ejemplo no sólo destaca por la efectividad del plan que consideró de manera preventiva la capacitación comunitaria, limpieza de cobertura vegetal, estanques de agua, sino que además se basa en la colaboración y participación de la comunidad organizada con líderes que potencian la participación de todos los miembros de la comunidad.
A nivel mundial, destaca como ejemplo el caso de Australia, que luego de los incendios de 2009, integró la implementación de medidas de mitigación con un enfoque en la comunicación de riesgos eficaz, junto con el desarrollo de una interfaz urbano-bosque, y un manejo comunitario comunicacional y cultural. En España e Italia han evaluado estrategias participativas para la prevención y manejo de incendios. En California, se ha enfatizado la gestión del uso del suelo como un factor crítico en la reducción del riesgo de incendios.
El reto de la reconstrucción tras los incendios exige, entonces, ir más allá de la respuesta inmediata, promoviendo estrategias resilientes, multidimensionales y de largo plazo que permitan que nuestras ciudades se adapten de una manera adecuada al contexto actual, donde existen riesgos crecientes por los eventos extremos y la urbanización acelerada.
Ver AQUÍ