Ex Ante | Columna de Beatriz Mella por megatoma de San Antonio: Habitar para integrar, no para segregar
El problema de la toma de San Antonio no es solo la ocupación de suelo privado, sino que las condiciones en las que esta toma se ha consolidado no cumplen con los estándares mínimos de urbanización, accesibilidad y densidad.
La megatoma del cerro Centinela en San Antonio alberga a más de 4.000 familias en un terreno privado de 260 hectáreas, reflejando una crisis habitacional que el Estado no ha gestionado de manera anticipada. Con un fallo judicial que ordena su desalojo, recientemente postergado por seis meses para buscar una solución definitiva, el problema ha escalado a una magnitud que hace cada alternativa difícil, costosa y polémica.
La ocupación es ilegal, sin duda. Sin embargo, su prolongación por más de cinco años y la cantidad de familias involucradas han transformado este problema legal en un dilema ético y estratégico, surgiendo varias preguntas para la reflexión: ¿Es posible resolver esta situación sin consolidar un precedente que incentive nuevas ocupaciones? ¿La cantidad de años justifica la regularización? ¿Cómo puede una sociedad equilibrar el derecho a la propiedad privada con la necesidad de garantizar el acceso a la vivienda sin que uno anule al otro? ¿Es justo que quienes han esperado años por una vivienda formal vean cómo las ocupaciones ilegales se convierten en la vía más rápida para obtener una solución?
El problema de la toma de San Antonio no es solo la ocupación de suelo privado, sino que las condiciones en las que esta toma se ha consolidado no cumplen con los estándares mínimos de urbanización, accesibilidad y densidad. Si el Estado decide regularizarla sin corregir estos factores, perpetuará un modelo de solución habitacional que contradice la política pública de vivienda de los últimos años: entregar hogares en zonas bien ubicadas, con acceso a transporte, educación, salud y servicios básicos.
La solución no puede ser ni el desalojo absoluto ni la simple regularización sin planificación. Reconociendo la permanencia de estas familias en el cerro Centinela, la única forma de transformar este problema en una oportunidad es integrar la toma a un modelo de desarrollo urbano con densificación progresiva.
Lee la columna completa de Beatriz Mella, directora de CIUDHAD de la UNAB, en el medio Ex Ante, pinchando acá.