“En cuanto a riesgo de infarto, el estrés es más peligroso que el sobrepeso”
Claudia Unda, académica de Medicina UNAB, realiza en la Revista Círculo Salud una radiografía a la salud cardiovascular. "Casi el 30% de los chilenos muere a causa de una enfermedad cardiovascular", dice.
Hace ocho años Claudia Unda sufrió un infarto. En esa época rondaba los 40 años. No tenía colesterol alto, no era diabética, hacía deporte y no era hipertensa.
Sin embargo, terminó en la sala de reanimación del Hospital Las Higueras en Talcahuano. Su familia tenía antecedentes de muertes tempranas por afecciones cardiacas. La genética primó entonces por sobre el estilo de vida saludable. “Llamé a mi colega para que me recibiera en reanimación. Cuando llegué, perdí el conocimiento, mi corazón dejó de latir. Me administraron atropina y me reanimaron”, comenta sobre el episodio.
Al repasar los hechos, la médico familiar con enfoque en cardiología apuesta su supervivencia a la decisión de no ir a una clínica, debido a que, en los hospitales el cardiólogo está presente 24/7, no así en el sector privado. Para Unda desde la implementación del GES, al menos en cuanto a cardiología, se ha registrado una mejora importante en la atención de salud. Lo que sigue fallando, sin embargo, son los hábitos y la costumbre de acudir el médico para sanar y no para prevenir. Casi el 30% de los chilenos muere a causa de una enfermedad cardiovascular.
En esta entrevista la Dra. Claudia Unda, académica de Medicina de la U. Andrés Bello, sede Concepción, nos hace un recuento de la salud cardiovascular de los chilenos.
¿Cuáles son las principales enfermedades cardiovasculares que afectan a los chilenos hoy en día?
La hipertensión arterial, el infarto agudo de miocardio, la insuficiencia cardíaca y las enfermedades cerebrovasculares. Además de estos problemas, la arritmia cardíaca, que implica alteraciones en el ritmo del corazón, se ha convertido en una preocupación creciente. En particular, la fibrilación auricular es la más común y puede provocar la formación de coágulos o trombos que, al migrar al cerebro, causan accidentes vasculares.
Actualmente, también se considera la diabetes como una enfermedad cardiovascular, con una prevalencia subdiagnosticada del 13% en la población nacional, aunque se estima que el porcentaje real es mayor. La diabetes daña los vasos arteriales, tanto los pequeños, como los de la retina y los riñones, como los más grandes, como los del cerebro y el corazón.
¿Somos más proclives a este tipo de enfermedades que otros países?
En Chile, la enfermedad coronaria, y en particular el infarto agudo de miocardio (IAM), es la principal causa de muerte en hombres y la segunda en mujeres. Desde 2008, la tasa de incidencia ha aumentado debido al envejecimiento de la población. En el contexto internacional, Chile se encuentra en una situación intermedia con un incremento moderado, especialmente porque ha aumentado el número de infartos en mujeres.
Tabaco, alcohol y comida chatarra
Claudia Unda fue parte del equipo que trabajo en la puesta en marcha del etiquetado de las cajetillas de cigarros para advertir los riesgos de su consumo. Las imágenes de pulmones ennegrecidos, las lenguas agrietadas y dentaduras dañadas en el empaquetado son parte de la herencia de ese trabajo. Es que precisamente la medida más rápidas y definitiva para prevenir es el dejar de fumar y gracias al impacto de las leyes y de estas campaña, se ha reducido, aunque sea un poco, el tabaquismo y la incidencia en infartos y otras afecciones cardiovasculares.
¿Qué cambios en el estilo de vida son más urgentes para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en Chile?
Eliminar el consumo de tabaco es uno de los cambios más factibles y efectivos para reducir los factores de riesgo, ya que se puede intervenir directamente. Sin embargo, el estrés es actualmente el problema más urgente por atender. Incrementar la construcción de ciclovías, el cuidado de los parques y fomentar que la gente salga a caminar permite abordar múltiples aspectos: se reduce el sedentarismo, mejora la salud mental, se favorece la circulación y se regula la hipertensión. Es esencial que la población «tome la ciudad» con menos autos y más bicicletas. Además de la salud mental, el sedentarismo debe ser combatido urgentemente, ya que su reducción también contribuirá a la disminución del sobrepeso. Aprovechar que Chile es un país con acceso al mar y fomentar una dieta mediterránea, rica en alimentos antiinflamatorios, es otro cambio clave.
¿Cómo afecta la dieta chilena típica al riesgo de enfermedades del corazón y qué es lo más perjudicial en nuestros hábitos de alimentación?
Uno de los elementos más destacados es el consumo de pan, especialmente la marraqueta, que, aunque es más sana, es también muy popular, lo que lleva a un consumo excesivo. Los embutidos son otro factor preocupante; es más perjudicial consumir una vienesa o un choripán que un trozo de carne a la parrilla. El bajo consumo de pescado fresco también es un problema. Muchas personas optan por atún en lata, que es alto en sal y mercurio, este último se ha relacionado con un mayor riesgo de infarto. Premiar a los niños con comida chatarra y la preferencia por comidas rápidas, más económicas y accesibles, empeora la situación.
Además, el ritmo acelerado de vida hace que la gente consuma menos platos tradicionales caseros como carbonada o porotos. Es fundamental recordar que reemplazar el pan con galletas no es una solución; tres galletas pueden equivaler a un pan y rara vez se consume solo esa cantidad.
Las grasas saturadas y trans presentes en alimentos fritos y procesados, junto con el consumo excesivo de bebidas azucaradas y productos ricos en azúcar, contribuyen a la obesidad y diabetes, aumentando el riesgo de enfermedades del corazón. Los alimentos procesados, como las galletas dulces, también contienen sal adicional para mejorar su sabor.
¿Qué estrategias recomienda para fomentar un estilo de vida más saludable en la población general?
Es fundamental que cada municipalidad promueva más actividades al aire libre, instale puestos de comida saludable y ofrezca clases de recetas bajas en gluten, además de deportes como clínicas de tenis, patinaje y otras actividades, más allá del fútbol. También es esencial la creación de espacios públicos accesibles para la actividad física y la oferta de programas de apoyo para dejar de fumar y reducir el consumo de alcohol. Fomentar la educación y concienciar sobre la importancia de hábitos saludables puede contribuir significativamente a mejorar la salud cardiovascular en la población general.
Salud cardiovascular en cifras
Según las estadísticas, el 28% de las muertes a nivel nacional se debe a enfermedades cardiovasculares. ¿Cómo ha evolucionado esta cifra en los últimos años?
La cifra ha disminuido ligeramente gracias al GES y los avances en las terapias, aunque todavía se mantiene alta, siendo las enfermedades cardiovasculares la principal causa de muerte en el país. Al desglosar estos datos, se observa que el 30% de las muertes son por accidentes vasculares y el 29% por infarto.
La tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en Chile se ha mantenido elevada en los últimos años. A pesar de los esfuerzos realizados para reducirla a través de campañas de prevención y mejoras en la atención médica, la mortalidad sigue siendo considerable. La persistencia de factores de riesgo como la obesidad y la hipertensión, junto con los desafíos en la implementación efectiva de políticas de salud y la educación preventiva, ha contribuido a la estabilidad de esta tasa. Aunque ha habido avances en el tratamiento y la prevención, el impacto de estas enfermedades en la mortalidad no ha disminuido de manera significativa.
¿Qué factores de riesgo considera usted que están más presentes en la población chilena y contribuyen a estas enfermedades?
Entre los factores de riesgo más prevalentes en la población chilena que contribuyen a las enfermedades cardiovasculares se encuentran el sedentarismo, la mala nutrición por exceso de peso, la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo y el consumo riesgoso de alcohol.
El sedentarismo afecta al 86,7% de la población, mientras que el 74,2% presenta malnutrición por exceso, con un 40% en sobrepeso y un 34,2% en obesidad. Además, el 27,6% de la población es hipertensa, el 12,3% es diabética, y un 33% fuma activamente, mientras que el tabaquismo pasivo afecta al 15,2%.
El consumo riesgoso de alcohol está presente en el 11,7% de los chilenos. También se ha observado un aumento en el consumo de cocaína según reportes de Senda. El único factor de riesgo que ha mostrado una disminución en los últimos 20 años es el tabaquismo.
¿Cómo varía esto según grupos etarios y socioeconómicos en Chile?
A mayor edad, mayor es el riesgo cardiovascular; no obstante, cada vez más personas jóvenes presentan este tipo de enfermedades. En Chile, el score de Framingham es el más utilizado para medir el riesgo cardiovascular y guiar las acciones preventivas. Sin embargo, este método presenta limitaciones en poblaciones menores de 40 años, ya que no fue diseñado para evaluar el riesgo en personas menores de 30 años, lo que lleva a una detección insuficiente del riesgo cardiovascular en los jóvenes y a una falta de control en este grupo etario. En Chile, la incidencia de infartos es mayor en las regiones de Aysén, Valparaíso y Antofagasta.
Además, en términos socioeconómicos en zonas donde hay mayor consumo de drogas y niveles de estrés, la prevalencia de enfermedades cardiovasculares es más alta. Cabe destacar que el estrés es un factor de riesgo más significativo que el sobrepeso.
La prevalencia de enfermedades cardiovasculares varía considerablemente entre diferentes grupos etarios y socioeconómicos. En la población adulta mayor, estas enfermedades son más comunes debido al envejecimiento y la acumulación de factores de riesgo a lo largo del tiempo. Sin embargo, la incidencia de estas enfermedades también está aumentando entre los jóvenes debido a estilos de vida poco saludables.
En los estratos socioeconómicos altos, hay una mayor incidencia de accidentes vasculares e infartos. Gracias al GES, actualmente hay una mejor detección y manejo de estas condiciones, garantizando el diagnóstico y tratamiento oportuno para toda la población, lo que ha reducido la letalidad.
¿Cómo evalúa las políticas públicas al respecto y qué cambios o mejoras se necesitan para abordar mejor las necesidades de los pacientes?
Es necesario desarrollar estrategias más integrales que incluyan educación sobre la salud cardiovascular, promoción de una dieta saludable, y fomento de la actividad física. Es fundamental mejorar el acceso tanto a la atención primaria como a la especializada, además de establecer programas de seguimiento y control para pacientes con hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares. También es crucial reducir las desigualdades en el acceso y la calidad de los servicios médicos. Aunque han avanzado las terapias, como anticoagulantes y tratamientos antihipertensivos, estos no están disponibles en la atención primaria y solo se pueden obtener en hospitales con la prescripción de un especialista, lo que genera demoras significativas.
¿Qué pasa con la inversión en salud, la atención oportuna y las listas de espera?
La inversión en salud en Chile no ha sido suficiente para cubrir plenamente las necesidades de la población, afectando la calidad y disponibilidad de la atención médica. Las listas de espera para consultas con especialistas y procedimientos son largas, lo que repercute negativamente en los resultados de salud y la calidad de vida de los pacientes. La falta de recursos adecuados y la alta demanda de servicios de salud generan tiempos de espera prolongados, especialmente en el sistema público. La salud es un desafío constante, ya que los avances en tecnología y farmacología evolucionan rápidamente, lo que significa que las inversiones actuales podrían volverse obsoletas en cinco o diez años. Por tanto, es necesario invertir con un enfoque en la innovación.
¿Cuál es su visión sobre el futuro de la cardiología en Chile, especialmente en términos de innovación y desarrollo?
Es prometedor, especialmente con el potencial de innovaciones tecnológicas y el desarrollo de nuevas terapias. La incorporación de tecnologías avanzadas, como la telemedicina y la monitorización remota, puede mejorar la atención y el seguimiento de los pacientes con enfermedades cardiovasculares. Además, es fundamental promover la investigación y el desarrollo continuo en el campo para seguir avanzando en tratamientos y cuidados más efectivos.
Puedes leer ACÁ esta nota y otras relacionadas con el tema en la Revista Círculo Salud, en su edición N°25.