Emol | Científicos chilenos hallan volcán de lodo bajo el mar en Chiloé
Un equipo de investigadores de la U. Andrés Bello, liderados por Cristián Rodrigo, académico de la carrera de Geología de la sede Viña del Mar, realizó el descubrimiento de un volcán de lodo en el mar de Chiloé
A 86 kilómetros al oeste de Chile y a 1.800 metros bajo el mar, investigadores de la Universidad Andrés Bello descubrieron una estructura nunca antes identificada en el margen continental chileno: un volcán de lodo activo. No expulsa lava ni cenizas, sino mezclas de sedimentos, agua y gas metano que ascienden lentamente desde el subsuelo.
El hallazgo fue liderado por Cristián Rodrigo, oceanógrafo y doctor en Ciencias en Geofísica, académico de Geología en la Universidad Andrés Bello. En el equipo también participaron Fernanda Ruiz, Nitza Garrido y Ximena Contardo. Bautizaron la formación como Volcán de Lodo de Cucao, por su cercanía con el sector del mismo nombre. Los resultados fueron publicados en la revista «Marine and Petroleum Geology», tras años de análisis de datos obtenidos en expediciones oceanográficas.
En las se distingue un cráter central, flancos en domo y un reflector sísmico que indica la presencia de hidratos de gas y gas libre. Esas señales son típicas de volcanes de lodo activos.
“Usamos tecnología batimétrica de alta resolución y perfiles sísmicos que muestran la forma del fondo marino y lo que hay debajo”, cuenta Cristián Rodrigo, sobre cómo lograron detectar el volcán bajo el mar.
¿Cómo se formó el volcán de lodo?
El experto explicó que el volcán de lodo se formó «a través de erupciones sucesivas de fango, en las que cada nueva capa de lodo se depositó sobre la anterior, creando con el tiempo la estructura circular y el cráter que observamos hoy».
Además, Rodrigo añadió que «La zona es parte de un margen tectónicamente activo, donde la placa de Nazca se hunde bajo la Sudamericana. Esa compresión genera fallas que permiten el ascenso de fluidos y gases. Además, los sedimentos acumulados frente a la isla favorecen la formación de hidratos de gas, que al desestabilizarse liberan metano».
Finalmente, el académico aclaró que «No hay riesgo para la población ni para la navegación. La actividad ocurre a gran profundidad y de forma lenta, pero es importante monitorearlo porque estos sistemas pueden reactivarse por cambios de presión temperatura o sismos».