12 Junio 2025

El Mostrador | Síndrome del ojo seco: por qué aumentan las molestias oculares con el frío y cómo prevenirlas

La docente María Soledad Fierro, de la carrera de Tecnología Médica de UNAB Concepción, aborda este problema que aqueja a muchas personas en el país.

Durante los meses fríos, muchas personas experimentan molestias persistentes en los ojos: ardor, enrojecimiento, visión borrosa o una constante sensación de arenilla.

Estas señales pueden ser una advertencia de la aparición del síndrome del ojo seco, una afección oftalmológica cuya sintomatología aumenta de forma significativa en otoño e invierno, especialmente entre quienes pasan largas horas frente a pantallas digitales.

El fenómeno no es nuevo, pero su incidencia ha crecido en la última década y se estima que entre un 10 y un 34% de la población mundial sufre de esta enfermedad.

María Soledad Fierro, coordinadora de Oftalmología de la carrera de Tecnología Médica de la Universidad Andrés Bello, sede Concepción, explica que esta condición responde a una alteración en la producción o calidad deojos secos síndrome frío la lágrima.

¿Qué pasa en nuestros ojos?

La docente explicó que “en algunos casos, las glándulas lagrimales disminuyen su actividad; en otros, la composición del fluido no logra estabilizarse sobre la superficie ocular, lo que provoca una evaporación más rápida y deja al ojo expuesto a factores ambientales agresivos”.

El frío y el viento son determinantes.

Ambos elementos reducen la humedad relativa del ambiente y aceleran la pérdida de la película lagrimal que recubre y protege el globo ocular.

A esto se suma un cambio en los hábitos visuales: el uso prolongado de pantallas disminuye la frecuencia del parpadeo, lo que interrumpe el proceso natural de lubricación.

La mirada fija durante horas frente a un monitor compromete el equilibrio lagrimal y genera fatiga ocular, un síntoma que suele aparecer acompañado de dolor de cabeza y sensibilidad a la luz.

La edad también influye

Con el paso del tiempo, la cantidad y calidad de la lágrima disminuyen de forma progresiva.

Enfermedades sistémicas como la diabetes o la artritis reumatoide afectan directamente las glándulas encargadas de su producción, lo que incrementa la probabilidad de desarrollar un cuadro crónico.

Fierro advierte que estos pacientes requieren un seguimiento más riguroso, ya que el síndrome puede avanzar sin ser percibido hasta que el daño en la superficie ocular es evidente.

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