El Mostrador | ¿Por qué algunas personas rechazan la Navidad?: Psicóloga explica las razones emocionales
Miriam Pardo, académica de la carrera de Psicología de la U. Andrés Bello, sede Viña del Mar, explicó porque hay personas a las que les afecta celebrar la navidad.
En una nota publicada el 19 de diciembre por El Mostrador, la académica de la carrera de Psicología de la U. Andrés Bello, sede Viña del Mar, Miriam Pardo, explicó porque hay personas que les afecta la celebración de la Navidad.
La cena de navidad, la reunión familiar y la llegada del “viejito pascuero” son parte del imaginario compartido. Sin embargo, no todos se sienten a gusto por el llamado al espíritu navideño. ¿Por qué hay personas que, lejos de celebrarla, la rechazan?.
“Muchas personas viven estas fechas como una demanda ineludible: no se trata sólo de obsequiar, sino de ‘deber’ obsequiar. Y ese deber erosiona el sentido de encuentro”, plantea Miriam Pardo.
Esta vivencia se conecta con la idea del mandato social: lo que debería ser una elección deviene obligación. “Cuando algo que podría ser gratificante se convierte en ‘tienes que’, se activa resistencia. La imposición es una mala compañera de la alegría”, añade.
Conflictos familiares y disonancia afectiva
El ideal de “paz y amor” contrasta con realidades familiares complejas. Para quienes transitan conflictos crónicos, las frases navideñas pueden sonar utópicas o incluso molestas. “La Navidad visibiliza la brecha entre lo que se espera y lo que se puede. Esa disonancia produce malestar, porque hace evidente lo que falta: la armonía, el cuidado y la validación de diferencias”, explica la psicóloga.
La disonancia no es sólo íntima. El contexto global —guerras, pobreza, crisis sociales— tensiona el relato de buena voluntad universal. “Hay personas que sienten que el optimismo navideño invisibiliza el dolor colectivo. Rechazan la fiesta como gesto ético, no por amargura, sino por coherencia”, dice la académica.
Duelo y ausencia: ambivalencias en primera persona
Muchas personas atraviesan duelos recientes o prolongados. La silla vacía desordena el ánimo y convierte la celebración en recordatorio. “El duelo reabre la herida. La Navidad es una fecha que intensifica la presencia de la ausencia. Allí emergen emociones ambivalentes: el deseo de compartir y el peso de la pérdida”, señala Pardo.
A veces la ausencia no se debe al fallecimiento, sino a quiebres familiares. “Los cortes afectivos también duelen en estas fechas. La memoria vuelve, con eventos traumáticos, discusiones o distancias no resueltas”, sentenció la psicóloga.
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