El Mostrador | Moverse para sanar: el poder del ejercicio en la recuperación del cáncer de mama
Juan Ignacio de la Fuente, académico de la carrera de Kinesiología de la U. Andrés Bello, analizó la importancia del movimiento como tratamiento contra el cáncer de mama.
El ejercicio solía ser solo una recomendación médica más, parte del estilo de vida saludable que todos deberíamos llevar. Pero hoy la ciencia lo mira de otra manera: como un tratamiento en sí mismo. En mujeres con cáncer de mama, moverse puede marcar la diferencia entre un cuerpo debilitado por la quimioterapia y uno que resiste con fuerza y estabilidad emocional.
“El objetivo principal es preservar la movilidad, la fuerza muscular, la capacidad aeróbica y el bienestar psicológico”, explica Juan Ignacio de la Fuente, kinesiólogo y académico de la Universidad Andrés Bello. En su experiencia, la rehabilitación comienza apenas las condiciones clínicas lo permiten, y puede extenderse durante meses.
El proceso varía según cada paciente. Quienes no han pasado por una mastectomía suelen enfocarse en recuperar fuerza y resistencia, superando la fatiga o los efectos de la quimioterapia. Pero tras una cirugía más compleja, como una mastectomía, el camino incluye controlar el dolor, cuidar la cicatriz y prevenir el linfedema, una hinchazón en el brazo que puede afectar la vida diaria.
“Además de eso buscamos reintegrar la imagen corporal y la simetría funcional. Muchas veces la recuperación física y la emocional van de la mano: cuando una mujer logra volver a mover su brazo sin miedo, también está reconstruyendo su confianza”, señala De la Fuente.
Las guías internacionales recomiendan al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado, junto con dos sesiones de fuerza. Pero los kinesiólogos coinciden en algo más profundo: el ejercicio no es solo físico.
“Ayuda a disminuir la ansiedad, la depresión, y devuelve la sensación de control”, explica De la Fuente. “Cada sesión, cada pequeño logro, es un paso hacia la autonomía y la confianza. Por eso decimos que la rehabilitación no se trata solo de volver a moverse, sino de volver a vivir”.
El movimiento también ayuda a reconstruir vínculos sociales. Las sesiones grupales generan espacios donde las pacientes comparten experiencias, miedos y logros. En esos encuentros, el cuerpo se fortalece, pero también el ánimo.
English version