El Mostrador | Bolsas de basura: una reflexión sobre nuestra relación con el plástico
La académica de Administración en Ecoturismo de la UNAB, sede Concepción, Francesca Machiavello, nos invita a reflexionar en el marco de esta conmemoración.
Cada 3 de julio se celebra el Día Internacional Sin Bolsas de Basura, una fecha que nos invita a detenernos y reflexionar sobre el uso indiscriminado de bolsas plásticas y su profundo impacto ambiental.
Millones de bolsas de un solo uso terminan cada año contaminando ríos, océanos y suelos, poniendo en riesgo la vida silvestre y contribuyendo a la crisis global de los residuos.
Esta realidad tiene raíces profundas en la historia del plástico.
Nacido a fines del siglo XIX como un material innovador, barato y duradero, el plástico revolucionó la industria, la medicina y la vida cotidiana.
Fue visto como la gran solución para reemplazar materiales escasos y democratizar productos, pero la misma durabilidad que lo hizo tan valioso se convirtió en su mayor problema.
Bolsas de Basura: cambios en Chile
Con la expansión de la cultura del “usar y tirar” a partir de mediados del siglo XX, la producción de plásticos de un solo uso se disparó mientras la conciencia ambiental quedó rezagada.
Hoy enfrentamos sus consecuencias: ecosistemas dañados, especies afectadas y microplásticos que llegan incluso a nuestros cuerpos.
A nivel local, Chile ha dado pasos importantes para revertir esta realidad.
Según el Ministerio del Medio Ambiente, antes de la entrada en vigencia de la Ley 21.100 en 2018, se consumían cerca de 3.400 millones de bolsas plásticas al año.
Lo que equivalía a 200 bolsas por persona, con una vida útil de apenas minutos, pero con un tiempo de degradación que puede superar los 400 años.
Este día cobra un valor doble, nos recuerda que es posible cambiar prácticas de consumo y también nos enseña que la voluntad política, la presión ciudadana y la educación ambiental pueden dar frutos.
Cambios
La prohibición de bolsas plásticas en Chile es un ejemplo de cómo una acción concreta se traduce en un impacto real, reduciendo toneladas de plástico que habrían terminado contaminando mares, ríos y paisajes.
Pero el desafío no termina aquí.
Para avanzar hacia una economía verdaderamente circular necesitamos extender estos cambios a otros plásticos de un solo uso, exigir innovación a la industria y fortalecer la responsabilidad extendida del productor.
Pinche acá para leer el artículo completo