Otra brecha de género: mujeres tienen una ocupación de menor jerarquía que la de sus padres
Un nuevo informe del Instituto de Políticas Púbicas de la Universidad Andrés Bello midió la movilidad intergeneracional en el trabajo u ocupación. El estudio arrojó que las mujeres tienen una movilidad social descendente 13,2 puntos mayor que la de los hombres.
La movilidad social se entiende como la habilidad de los individuos para cambiar su estado socioeconómico durante su vida y entre generaciones.
Un análisis del Instituto de Políticas Publicas de la Universidad Andrés Bello (Unab) examinó este fenómeno y ahondó en la evolución de las oportunidades laborales a las que han accedido las personas que hoy tienen entre 35 y 55 años, en comparación con las que tuvieron sus padres o principales figuras parentales.
En esta línea, se realizó una diferenciación por sexo de la movilidad social, la que arrojó que las mujeres están en desventaja frente a los hombres a la hora de analizar la trayectoria descendente.
Resultados generales
La medición concluyó que el país alcanzó una movilidad social neta multidimensional promedio de 12% en una generación, ascenso que fue impulsado favorablemente por los niveles de movilidad social neta ascendente registrados en las dimensiones de nivel educacional (52,4%), habitabilidad (48%), acceso al consumo (31,9%), acceso a la salud (11,5%) y trabajo u ocupación (10,4%). Por el contrario, el interés público (-6,7%), la vivienda propia (-9%) y la seguridad en el barrio (-42,7%) fueron aquellas áreas que registraron movilidad social neta descendente al comparar ambas generaciones.
El estudio, además, arrojó que en términos generales un 38,2% de la población, equivalente a 1.283.896 personas, presento una movilidad ascendente en una generación. Asimismo, un 34% (1.144.127 personas) tuvo una movilidad social nula en esta dimensión y, finalmente, 933.947 personas -es decir, el 27,8%- tuvo movilidad descendente.
Según el análisis de la Unab, lo anterior se traduce en que a lo largo de una generación Chile experimentó una movilidad neta positiva de un 10,4%.
Brecha por género
Diferenciado por sexo, se muestra que del total de mujeres un 37% de ellas presento movilidad social ascendente, mientras que un 27,8% experimento movilidad social nula y el 35,1% restante movilidad descendente. Por otra parte, un 39,1% de los hombres presenta movilidad ascendente, un 38,9% movilidad nula y un 22% descendente (ver gráfico).
La investigación concluye que si bien no existe una diferencia significativa en el porcentaje de mujeres y hombres que mejora respecto a sus padres en ocupación, las mujeres tienen una movilidad social descendente que es 13,2 puntos mayor que la de las hombres, es decir, ellas se encuentran en mayor proporción en una ocupación de menor jerarquía que la de sus padres en comparación con los hombres.
En tanto, los hombres presentan una mayor proporción de movilidad nula, lo que sugiere trayectorias laborales mas estables o con menor deterioro intergeneracional.
Asimismo, se detalla que en el grupo con menor nivel educacional -enseñanza básica o menos-se encuentran las mayores disparidades: un 23,6% de los hombres presenta movilidad social ascendente en trabajo u ocupación, mientras que un 6,4% es en el caso de las mujeres. Respecto a la movilidad descendente, un 22,4% de los hombres con este nivel de educación presentan esta movilidad, mientras que un 64,4% se registra en las mujeres.
Al diferenciar por áreas geográficas, se determinó que las personas que habitan en zonas urbanas (39,5%) lograron una mayor movilidad ascendente en ocupación que las que lo hacen contra de políticas redistributivas en las áreas rurales (28,2%). En cambio, quienes viven en zonas rurales presentaron mayor movilidad nula y descendente.
Raúl Figueroa, director del Instituto de Políticas Publicas de la Unab, concluyó que el estudio evidencia que «si bien la movilidad social en el trabajo ha sido positiva en Chile, se observan brechas al diferenciar por sexo, educación, territorio y autopercepción del esfuerzo». Agrega que «estos hallazgos debieran apuntar a políticas publicas integrales como la formación continua a lo largo de la vida laboral, ampliar el acceso a las salas cuna para facilitar la incorporación de la mujer al trabajo y mejorar los mecanismos de inserción laboral de jóvenes, mujeres y personas con menor nivel educativo».
Otro análisis
Otro estudio de los académicos del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la FEN U. de Chile, Juan Díaz y Pablo Gutiérrez, se adentró desde otra perspectiva en fenómeno de la movilidad y reveló que una mayor persistencia intergeneracional de ingresos (menor movilidad social) está relacionada con preferencias que van en contra de políticas redistributivas en proigualdad de oportunidades. Dicho estudio, que utilizo los resultados del plebiscito constitucional de entrada de octubre de 2020 y que preguntó sobre el reemplazo de la Constitución vigente por una nueva, concluye que un alto nivel de persistencia socioeconómica entre generaciones implica ineficiencias en los mercados laborales o de capital, «pues el desempeño económico de las personas no se relaciona con sus habilidades, productividad, esfuerzo o creatividad, sino mas bien con las condiciones económicas del hogar donde se nace», señala.