20 Enero 2025

El Mercurio| Más de la mitad de los chilenos siente que vive en barrios más inseguros en comparación a su infancia

Según un nuevo reporte del Estudio UNAB de Movilidad Social Multidimensional, el 51% de las personas entre 35 y 55 años experimentaron una movilidad social descendente en la dimensión “seguridad en el barrio” al compararse con sus padres.

Una madre y su hijo juegan en la plaza de su barrio un domingo por la tarde, mientras que un matrimonio conversa en una banca a solo unos metros. La escena podría darse en cualquier comuna de Santiago. Años atrás, si se hubiera preguntado a las personas que ocurriría después, la mayoría diría que, tras compartir al aire libre, todos volverían a sus casas sin problema, hoy, sin embargo, la respuesta podría ser bastante distinta, dado que sienten que viven en lugar mas inseguro. Ese es, en términos generales, uno de los resultados del nuevo estudio del Instituto de Políticas Publicas de la Universidad Andrés Bello (UNAB), sobre movilidad social multidimensional de 2024.

En este reporte se recolectaron respuestas de 2.124 personas de 35 a 55 años, a nivel nacional, a las que se les aplico un cuestionario con 90 preguntas cerradas. Más del 50% declaró vivir en condiciones menos seguras de aquellas en las que vivían sus padres en su infancia.

Testigos de ilícitos

La movilidad social, explica el informe de la UNAB, puede ser ascendente, nula o descendente, es decir, las personas que tienen movilidad social ascendente, en este caso, serían quienes tienen mejor situación que la de sus padres. Por el contrario, quien tiene una movilidad descendente es quien tiene una peor situación en relación con la de sus padres. La movilidad nula representa al hijo que se encuentra en la misma posición en  comparación con sus padres.

En este estudio se analizaron ocho dimensiones, y la seguridad en el barrio es una de las que más destacó. «Se observa que solo el 8,6% de la población nacional entre 35 y 55 años habita en barrios con mayor seguridad que sus figuras parentales principales, mientras que un 40,1% muestra movilidad nula y un 51,3% viven en entornos percibidos como más inseguros», de acuerdo al informe.

Se trata de la variable que más retrocede, es decir, la generación nacida entre 1969 y 1989 cuenta con una menor seguridad en el barrio que la de sus figuras parentales. Así, por ejemplo, al preguntarse sobre la frecuencia con la que hoy ven o presencian situaciones de inseguridad, como el tráfico de drogas en su barrio, poco más del 45% dice que «nunca» ha visto esto en las inmediaciones de su casa, pero cuando se les pregunta si presenciaron este delito en su infancia, específicamente a los 14 años, la opción «nunca» alcanza el 75,8%.

Por otro lado, respecto de cada cuánto han sido testigos de balaceras o disparos en sus barrios actualmente un 45,9% declaró que «nunca», sin embargo, cuando se les pregunta sobre este hecho a los 14 años, un 79,9% de los encuestados responde «nunca».

Deterioro en la calidad de vida

Las más afectadas por esta sensación son las mujeres, quienes perciben que viven en barrios con mayor deterioro en seguridad, consigna el estudio. En ese marco, Raúl Figueroa, director ejecutivo del Instituto UNAB de Políticas Públicas, señaló que «la crisis de inseguridad esta escalando y generando un deterioro significativo en la calidad de vida de las familias en todo Chile, aunque con mayor énfasis en las mujeres y en los habitantes de las zonas urbanas». En ese sentido, dijo, «preocupa que sean las mujeres quienes declaren haber sufrido un mayor deterioro en la seguridad de sus barrios, toda vez que esto se agrega a otros espacios en los que las mujeres tienden a ser discriminadas».

En cuanto a la razón del aumento de la sensación de inseguridad en el país, Francisco Alcorta, investigador de Libertad y Desarrollo, plantea que «Chile enfrenta una crisis de seguridad, que se ve reflejado por un cambio cualitativo en las dinámicas delictuales del país y una creciente consolidación de organizaciones criminales transnacionales. Esta situación ha hecho que tengamos más violencia en las calles, siendo el incremento de los homicidios y la mayor presencia de armas de fuego en las calles, la demostración más crítica de esta crisis de seguridad«.

«La percepción no es un fenómeno independiente, sino que también responde a un incremento en la violencia en las calles, producto de un aumento de los delitos más violentos y nuevos fenómenos criminales asociados al crimen organizado. Por lo tanto, lo que estamos observando no es un deterioro de la percepción, sino una caída en la calidad de vida de las personas a raíz de la convivencia diaria con bandas o delitos», agrega.

«Ha cambiado nuestra delincuencia»

Al mismo tiempo, Francisca Werth, exdirectora ejecutiva de la Fiscalía Nacional, sostiene que esta creciente inseguridad en la población «tiene total relación con la situación de delincuencia que hemos estado enfrentando en los últimos dos o tres años, con una fuerte irrupción del crimen organizado, con un tipo de delincuencia diferente al que estábamos acostumbrados. Es decir, no es que en Chile nunca hubiese habido delitos graves, violentos y homicidios, pero de alguna manera la forma de operar del crimen organizado más transnacional, mas organizado, con formas muy violentas, con delitos que no eran frecuentes, como el secuestro, la extorsión, los homicidios por encargo, etc. Ha cambiado nuestra delincuencia y eso de alguna manera también impacta en esta sensación de inseguridad».

¿Qué hacer con los datos que entrega el estudio? Figueroa cree que «los resultados entregan información valiosa para orientar a las autoridades y tomadores de decisión en la implementación de una agenda integral de fortalecimiento institucional y legislativo que contribuya a contrarrestar el avance de la delincuencia en todo el territorio nacional».