17 Octubre 2025

Diario Constitucional | El silencio de los honorables: una bofetada en el Día del Profesor

En pleno Día del Profesor, la Cámara de Diputados no logró el quórum para votar la Ley de Titularidad Docente, frustrando una demanda largamente esperada por miles de maestros. La ausencia parlamentaria simboliza una deuda histórica: la precariedad laboral del profesorado chileno y la falta de coherencia entre el discurso de “educación de calidad” y las condiciones reales de quienes la hacen posible.

Este miércoles 15 de octubre, mientras Chile preparaba homenajes para celebrar el Día del Profesor, en la Cámara de Diputados no hubo flores, ni discursos, ni reconocimiento. Lo que hubo fue ausencia. La Ley de Titularidad Docente, que debía ser votada, no alcanzó el quórum.

La escena roza la tragicomedia. En la semana destinada a agradecer a quienes sostienen el sistema educativo, el Estado decidió no aparecer. Era la oportunidad de transformar los saludos protocolares en dignidad laboral, de convertir la retórica de la “educación de calidad” en un gesto concreto hacia quienes la hacen posible. Pero, claro, el amor al magisterio no da votos.

Miles de docentes llevan años —sí, años— esperando su titularidad. Profesores con siete u ocho contratos a plazo fijo, que cada 28 de febrero viven el mismo ritual de incertidumbre: no saber si seguirán trabajando, si podrán pagar el arriendo, si lograrán acceder a un crédito o simplemente si podrán planificar su vida. En Chile, los profesores pueden formar generaciones completas antes de lograr estabilidad.

Y lo irónico es que, en cualquier otro trabajo, tres contratos bastan para pasar a indefinido. Pero en educación, parece que la precariedad tiene rango de política pública.

Mientras tanto, la OCDE, la UNESCO y la OEI siguen insistiendo en lo mismo: no hay educación de calidad sin bienestar docente. Pero aquí seguimos, como si la estabilidad de quienes enseñan fuera un lujo, no una necesidad. Como si el país pudiera transformarse sin cuidar a quienes lo transforman desde las aulas.

Los discursos de nuestras autoridades son dignos de estudio. Dicen admirar a los profesores, pero los aplauden con la misma mano con que les niegan dignidad. Nos hablan del futuro, pero les tiembla la voluntad para aprobar una ley que garantice lo más básico: respeto y estabilidad para quienes educan. A veces parece que el aula se ha vuelto un acto de resistencia frente a la indiferencia institucional.

El Congreso se quedó sin quórum, pero lo cierto es que hace rato la política chilena perdió el pulso de la educación. Y cada vez que un diputado falta a votar una ley como esta, se ausenta también del futuro de los niños y jóvenes de Chile.

Mientras tanto, los profesores seguirán ahí: enseñando, conteniendo, innovando y cumpliendo su rol con un profesionalismo que no necesita cámaras ni campañas. Porque mientras algunos se pasean por sus distritos buscando votos, los verdaderos servidores públicos están en las aulas, enseñando con un marcador gastado y una esperanza intacta.

Ayer no falló el quórum. Falló el país. Y la pregunta que nos duele a todos los que creemos en la educación es inevitable: ¿Cómo puede un Estado hablar de calidad, si ni siquiera es capaz de garantizar la dignidad de quienes enseñan?

Revisa la columna completa de Juan Pablo Catalán, académico e investigador de Educación UNAB, en el Diario Constitucional, pincha acá.