21 Octubre 2024

Daniela Campos Letelier: Vocación cívica y pasión por la política

Daniela Campos Letelier es profesora de Periodismo en el Campus Creativo de la U. Andrés Bello desde hace tres años. Sobre sus hombros siente la responsabilidad de enseñar política lo que la ha llevado a dar sus clases con un sentido de responsabilidad cívica.

Daniela Campos Letelier es profesora de Periodismo en el Campus Creativo de la U. Andrés Bello desde hace tres años. Sobre sus hombros siente la responsabilidad de enseñar política lo que la ha llevado no solo a dar sus clases con un sentido de responsabilidad cívica, sino también a dedicarse al análisis político, opinando y educando desde distintos medios de comunicación en su rol de vocera.

Titulada de periodismo de la U. Diego Portales y Magíster en Ciencia Política de la U. de Chile, su formación académica estuvo marcada por su profundo interés por la política y su avidez por leer diarios, de “atrás hacia adelante” según explica. A lo que se sumó un ambiente familiar donde la política era un tema diario y “Tolerancia Cero” era un programa que reemplazó las teleseries, en ese sentido Daniela comenta: «Nunca vi a mi madre ver una teleserie».

“La política define nuestra vida” cuenta al ser consultada por este profundo interés en el que ha centrado su carrera. “Me apasiona, me entretiene y, además, creo que una persona que estudia periodismo tiene que saber, por ejemplo, qué tipo de democracia hay en Chile, incluso si después quiere dedicarse a cubrir deportes”.

¿Cómo es para ti venir de una familia a la que le gusta la política? ¿Sientes que eso definió tu carrera profesional?

Vengo de una familia donde no hay temas tabúes: se puede hablar de religión, fútbol y política y eso me dio una posición clara sobre lo que pensaban en mi casa y lo que yo después investigué y así me hice una opinión propia. Evidentemente eso ayuda porque estás en un ambiente sociopolítico con una crítica social constante al sistema.

Me gustaba saber para poder opinar, conocer los personajes, los hechos, puede ser súper «fome» para algunos, pero a mí me entretiene. Me acuerdo de que cuando entrevistaban a algún político conocía tan bien su historia, sus opiniones, su recorrido, que sabía cuándo estaban mintiendo.

Apenas cumplí 18 años, me fui a inscribir para votar, porque quería tener incidencia, aunque fuera mínima. Creo que ir a votar es una celebración cívica importante y, además, te permite ser un aporte a la sociedad, tener una responsabilidad cívica con derechos y deberes, y eso sirve para que la sociedad sea mejor.

Aunque a veces me agobia, porque es algo que siempre está en movimiento, siempre hay que estar estudiando, porque la política no descansa.

Finalmente, en mi familia estamos abiertos al debate no sólo político, sino que también religioso, mi mamá es muy católica, yo soy agnóstica… en mi casa se habla de todo lo que la gente dice que no se tiene que hablar: de política, religión y fútbol.

En lo que todos estamos de acuerdo es en ser chunchos, todos somos ultra mega chunchos, no nos perdemos partidos de la U. de Chile y eso nos une.

¿Por qué decidiste estudiar Periodismo y no directamente Ciencia Política?

En esos años la U. de Chile, que era mi primera opción, no tenía Ciencia Política, de hecho, hace poco salió su primera generación. Además de periodismo a mí el puntaje me alcanzaba para estudiar Historia del Arte ahí, que también me parecía una buena opción, pero hablándolo con mi mamá me comentó que como no teníamos un nombre ligado al arte podía ser difícil ganarme la vida con esa carrera.

¿Qué te llevó a cursar un magíster en Ciencia Política?

Empecé a estudiar el magíster cuando ya estaba trabajando en la academia y sentía que un pregrado no era suficiente. A eso se sumó que los periodistas somos muchos, y creo que debemos tomar alguna especialidad para diferenciarnos.

Como me gustaba la política elegí ese tema y postulé a la U. de Chile y quedé. Fue un período súper duro, porque estaba justa con los horarios, en el magíster con pruebas de 17 textos, este es un magíster académico donde se investiga, con tesis individuales. De hecho, mi tesis terminó formando parte de un libro que fue presentado en la Feria del Libro.

Estudiaba mucho de lunes a jueves, veía a mi familia, dormía y estudiaba, lo que me ayudó a sacar el magister en los dos años que dura formalmente el programa, sin echarme ningún ramo.

Además, me tocó rendir el examen de grado justo en la fecha del cumpleaños de mi papá, me titulé con honores, con excelencia académica. De verdad terminé en punta y codo, pero quería terminarlo en el tiempo y como me lo financiaba yo, no quería seguir pagando.

También ese año que inicié el magister me fui a vivir sola, entonces fue un gran cambio, llegar a la casa y no encontrar nada para comer, no había nada en el refrigerador, había que lavar ropa, limpiar la casa… fueron cambios importantes.

De hecho, ahora tengo otros planes académicos, pero nos los diré para que se cumplan.

¿Dentro de tu formación profesional sientes que hubo algún hito que te marcara?

Hay una experiencia que valoro mucho, y es que desde chica fui bien matea u ordenada, de hecho, me gané un proyecto junto con otras tres compañeras y fuimos a la OEA a exponer sobre el cuidado de la libertad de expresión y el acceso de los periodistas a las marchas con credenciales, fue un estudio sobre política comparada entre Chile, Argentina, Perú, España y Estados Unidos.

Ahí expusimos, conocimos gente de distintos países, conocí la OEA en la época del Panzer (José Miguel Insulza). Tenía susto porque mi inglés quizás no era tan bueno, hubo palabras como cuchara o servilleta que olvidé, pero al pasar por el aeropuerto no tuve problemas.

Conocí Washington, con los museos, el Capitolio, la Casa Blanca. Después nos quedamos un tiempo extra en la casa de unos chilenos que no nos cobraron nada.

Tuve que ir además con el pasaporte antiguo así que me tomaron todas las huellas, me preguntaron si profesaba alguna religión, si tenía familiares terroristas.

Desde ahí extendí el viaje para tomarme unas vacaciones de dos semanas en New York, lo pasé increíble y lo mejor fue pagármelo yo, me dio mucha satisfacción porque estaba ahí por algo que me gané profesionalmente, trabajando en pasantías y con investigación. Esa ha sido una de las grandes experiencias que he tenido como estudiante.

¿Cómo fueron tus primeros años ejerciendo el periodismo?

Cuando salí de la universidad ya había hecho mi práctica un semestre antes, en ese tiempo me escribió un profesor de la universidad para invitarme a postular a la sección de Política de La Tercera.

El trabajo en medios es duro, no hay horario de salida, si bien la entrada no es temprano creo que salí con luz de sol sólo una vez. Había que llamar políticos y a mí me toco cubrir «Piñera 1» en La Moneda, y había una competencia heavy con El Mercurio.

Una vez me conseguí con Desbordes un estudio privado de RN, y me felicitaron mucho, pero fue un aprendizaje súper duro, con una presión importante… y donde se puede ver el poder que se ejerce para sacar o escribir ciertas noticias. Eso a mí, que era una joven idealista, me marcó muchísimo. Por eso es tan importante el periodismo independiente.

En Chile hay un duopolio que tiene concentrada la prensa y hay un tema de concentración del periodismo en general que limita las visiones y la diversidad.

¿Cómo pasaste del ejercicio profesional del periodismo a la academia?

Bueno, después de La Tercera trabajé también en otros medios y me di cuenta de que no iba a tener vida trabajando en estos, uno trabaja todas las fechas importantes y ahí me lo replantee, ¿quiero este ritmo para mi vida? La mayoría de mis compañeros, que eran tremendos profesionales, estaban todos separados.

Poco después surgió la oportunidad de ser coordinadora académica de los postgrados en la Facultas de Comunicación y Letras de la U. Diego Portales, me llamaron, me lo ofrecieron y aunque al principio pensé que no era para mí, me aprendí los reglamentos, estudié un poco y quedé.

A partir de ahí empecé a trabajar como coordinadora de diversos programas y a crear articulaciones entre distintos postgrados. En ese tiempo comenzó además el taller CIPER.

Finalmente, estuve 9 años ahí antes de pasar a la U. de Chile en el Centro de Energía, donde trabajé con privados, algo que no había hecho antes, conocí Colbún, ENAP, y aprendí mucho de temas de matriz energética.

¿Y cuándo llegaste a la UNAB?

Llegué a la UNAB en 2021, reclutada por Claudio Broitman y además conocía a Carol Frost, la directora de Publicidad, que me recomendó, porque teníamos experiencia trabajando juntas en la UDP.

Entré como secretaria académica de Periodismo Advance, y abrimos ese programa, algo súper intenso, porque creamos todo, las pruebas, las rúbricas, codo a codo con Claudio. Fue mucho trabajo, muy agotador, pero Claudio es un súper buen jefe, muy amable y se hizo grato trabajar con él. Después de eso empecé a hacer clases en pregrado también.

¿Hay mucha diferencia entre hacer clases para el pregrado y el Advance?

Sí, en el Advance tengo estudiantes que son profesionales, que están sacando una segunda carrera, e incluso algunos que son mayores que yo, desde ahí la relación ya es distinta; en el pregrado me tocó ver muchos estudiantes pandémicos, que llevaban varios años sin clases presenciales, ellos fueron mi primera generación, y los quiero mucho, creo que soy bastante cercana a mis estudiantes, ellos confían en mí y yo en ellos. Recuerdo que una vez uno me pidió permiso para faltar porque se tenía que ir a graduar, ¡imagínate!

¿Qué cosas no pueden faltar en tus clases?

Para mí es importante que la sala sea un lugar de confianza, en el que todos somos iguales y exijo respeto entre ellos y conmigo, no pueden existir descalificaciones por orientación sexual o por cómo se visten, eso no puede ser. No estoy de acuerdo con la frase “el respeto se gana”, creo que el respeto es inherente a las personas.

Sobre la relación con mis estudiantes estoy muy agradecida, porque el tango se baila de a dos, y la conexión ha sido super buena, algo que veo en mis evaluaciones donde siempre destacan lo “humana” y la preocupación más allá de lo académico. Me hace feliz hacer clases y ver a mis estudiantes saludándome en los pasillos.

Creo que lo humano es una herencia directa de mi familia; mi papá murió en un accidente automovilístico yendo a dejar a sus trabajadores. No sé cuántos empresarios vayan a dejar a sus trabajadores, pero es una decisión de cómo uno quiere ser como ser humano y es algo que tenemos muy consciente mis hermanos y yo.  Mi mamá fundó en mi colegio la dirección de solidaridad y estuvo 7 años ayudando a familias que tenían problemas económicos y esa es una decisión política y social, así que para mí esa conexión, que va más allá de las clases con mis estudiantes, es una forma de honrarlos y de vivir la vida con los valores y ética que me enseñaron y con la cual me criaron mis padres.

¿Qué consejo le darías a tus estudiantes?

Que la universidad es el momento de ser feliz, personalmente para mí fue la época más feliz de mi vida, porque después uno sale y tiene otras responsabilidades, es el momento de equivocarse, de bajarle la tensión a las notas, porque son importantes para las becas, pero que te vaya mal no te hace tonto… cuando los veo llorar por una mala calificación, siempre les digo que una prueba no es la vida, que la vida es disfrutar el presente, compartir… algo realmente triste es enterrar a quienes amamos, que nos traicionen, una mala nota o un error no te define como persona.

¿Qué te entretiene en tus tiempos libres?

A mí me gusta mucho el cine, veo mucho cine, me gustan un montón de películas, “Los puentes de Madison”, “Hijos de la calle”, “Antes del atardecer” en la que siento que pienso mucho como la protagonista, en el sentido de que cada relación le deja a uno algo; “Los Buenos Muchachos”, “El Club de la pelea”, “Leyendas de pasión” a mí me gustan las películas que te dejan en una catarsis.

Series veo un montón, “Peaky Blinders”, la vi híper rápido, «Breaking Bad», «Vis a Vis», «Big Little Lies», entre muchísimas más.

Y música, no puedo vivir sin música, me creo cantante, o sea canto bien… jajajaja, con mi hermano Ignacio, cuando él estaba aprendiendo a tocar guitarra, yo era la cantante y ahí me enseño los tempos, cuando entrar y seguir la melodía. Además he ido a millones de conciertos en mi vida.

Me gusta bailar, pero cada vez lo hago menos, pero cuando se puede todavía perreo, aunque yo no perreo hasta abajo… pero igual bajo.